/ jueves 31 de enero de 2019

Cruzando líneas | Motel 6: El millonario precio de cooperar con ICE

Arizona.- Había noches que llegaban a hoteles solo para dormir unas cuantas horas y después seguir en el trabajo; casi nunca iban solos, cargaban con toda la familia.

No eran vacaciones, sino la necesidad de estar siempre moviéndose con los suyos… por si acaso, por si las malas, por si les tocaba bailar con la más fea.

Se registraban, pagaban en efectivo y subían a un cuarto que apenas podría aspirar a una estrella. Si tenían suerte, les tocaba una habitación medio remodelada: si no, se tenían que conformar con las camas que rechinaban, los muebles viejos y gastados y alfombras corridas que delataban la historia de otros cientos de huéspedes. Pero se aguantaban porque era lo único que podían costear.

Sin embargo, a medianoche, cuando tenían el cuerpo y los miedos desnudos, comenzaban las pesadillas, pero no de esas de monstruos y villanos, sino de las reales que lo dejan a uno sin familia. De lo que parecía ser la nada, aparecían agentes de Inmigración dispuestos a tumbar la puerta. No se detenían ni a pedir papeles, se los llevaban así como así. Pero, ¿cómo sabían dónde encontrarlos? Los dedos señalan a la gente de recepción.

De febrero de 2017 a noviembre de 2018, los empleados de la cadena Motel 6 compartieron información de los huéspedes con la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Si alguien presentaba una identificación mexicana, como la matrícula consular, hablaba español y pagaba en efectivo, era suficiente para encender los focos rojos. Hacían una llamada y pasaban la información personal de los huéspedes, principalmente latinos, a las autoridades sin una orden judicial o la sospecha razonable de una actividad delictiva. ¿Así o más clara la violación de la privacidad?

Los casos más sonados sucedieron en Phoenix: ocho detenidos. Algunos de los migrantes indocumentados fueron esposados enfrente de sus hijos y después tuvieron que pasar semanas en un centro de detención en Arizona. De acuerdo a una demanda interpuesta a Motel 6 por estas prácticas presuntamente ilegales, uno de los arrestados incluso fue deportado. Y no se trató de un incidente aislado. En Washington hubo casos que llegaron a la Corte.

Motel 6 no pudo lavarse las manos. La compañía hotelera tuvo que amortiguar el golpe y aflojar la chequera. De acuerdo a una disposición judicial tendrá que pagar una suma millonaria para cubrir las indemnizaciones de los demandantes y otras posibles víctimas. El monto: 7.6 millones de dólares. ¿Cuánto a cada quien? He ahí el meollo del problema.

Esta semana, un juez en Arizona analizó los pormenores del posible convenio, pero lo paró en seco. Las cláusulas eran demasiado vagas y, como dicen que el diablo se esconde en los detalles, le dio reversa. El magistrado considera que si las víctimas ya sufrieron por las acciones de Motel 6, no deberían batallar también por obtener lo que les toca, ya sean cientos, miles o un cheque con seis ceros.

Lo cierto es que aunque se piense que Motel 6 es el que sale perdiendo con este escándalo, la realidad es que para las familias migrantes que fueron afectadas no hay dinero que pueda remediar su situación migratoria e incluso devolverles a sus seres queridos que han sido o serán deportados por culpa de esta macabra colaboración.

Maritza L. Félix. Periodista, escritora y amante de las letras.

Twitter: @MaritzaLFélix

Correo: maritzalizethfelix@gmail.com

Arizona.- Había noches que llegaban a hoteles solo para dormir unas cuantas horas y después seguir en el trabajo; casi nunca iban solos, cargaban con toda la familia.

No eran vacaciones, sino la necesidad de estar siempre moviéndose con los suyos… por si acaso, por si las malas, por si les tocaba bailar con la más fea.

Se registraban, pagaban en efectivo y subían a un cuarto que apenas podría aspirar a una estrella. Si tenían suerte, les tocaba una habitación medio remodelada: si no, se tenían que conformar con las camas que rechinaban, los muebles viejos y gastados y alfombras corridas que delataban la historia de otros cientos de huéspedes. Pero se aguantaban porque era lo único que podían costear.

Sin embargo, a medianoche, cuando tenían el cuerpo y los miedos desnudos, comenzaban las pesadillas, pero no de esas de monstruos y villanos, sino de las reales que lo dejan a uno sin familia. De lo que parecía ser la nada, aparecían agentes de Inmigración dispuestos a tumbar la puerta. No se detenían ni a pedir papeles, se los llevaban así como así. Pero, ¿cómo sabían dónde encontrarlos? Los dedos señalan a la gente de recepción.

De febrero de 2017 a noviembre de 2018, los empleados de la cadena Motel 6 compartieron información de los huéspedes con la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Si alguien presentaba una identificación mexicana, como la matrícula consular, hablaba español y pagaba en efectivo, era suficiente para encender los focos rojos. Hacían una llamada y pasaban la información personal de los huéspedes, principalmente latinos, a las autoridades sin una orden judicial o la sospecha razonable de una actividad delictiva. ¿Así o más clara la violación de la privacidad?

Los casos más sonados sucedieron en Phoenix: ocho detenidos. Algunos de los migrantes indocumentados fueron esposados enfrente de sus hijos y después tuvieron que pasar semanas en un centro de detención en Arizona. De acuerdo a una demanda interpuesta a Motel 6 por estas prácticas presuntamente ilegales, uno de los arrestados incluso fue deportado. Y no se trató de un incidente aislado. En Washington hubo casos que llegaron a la Corte.

Motel 6 no pudo lavarse las manos. La compañía hotelera tuvo que amortiguar el golpe y aflojar la chequera. De acuerdo a una disposición judicial tendrá que pagar una suma millonaria para cubrir las indemnizaciones de los demandantes y otras posibles víctimas. El monto: 7.6 millones de dólares. ¿Cuánto a cada quien? He ahí el meollo del problema.

Esta semana, un juez en Arizona analizó los pormenores del posible convenio, pero lo paró en seco. Las cláusulas eran demasiado vagas y, como dicen que el diablo se esconde en los detalles, le dio reversa. El magistrado considera que si las víctimas ya sufrieron por las acciones de Motel 6, no deberían batallar también por obtener lo que les toca, ya sean cientos, miles o un cheque con seis ceros.

Lo cierto es que aunque se piense que Motel 6 es el que sale perdiendo con este escándalo, la realidad es que para las familias migrantes que fueron afectadas no hay dinero que pueda remediar su situación migratoria e incluso devolverles a sus seres queridos que han sido o serán deportados por culpa de esta macabra colaboración.

Maritza L. Félix. Periodista, escritora y amante de las letras.

Twitter: @MaritzaLFélix

Correo: maritzalizethfelix@gmail.com