Que los hijos sigan los pasos de los padres es motivo, seguramente de orgullo, de una gran satisfacción familiar, generaciones de empresarios, de médicos, de abogados, de políticos dan honor y deshonor al apellido en cuestión, así surgen las dinastías tan propias de las élites que dominan el mundo de la empresa, de la ciencia, de la tecnología, del comercio y claro de la política.
Nombres y apellidos que de solo nombrarlos causan admiración o incomodidad para quien lo escucha, historias de vida que han logrado mover, motivar, emocionar, generar, construir o destruir vidas, proyectos, ciudades y países enteros.
Casos también en este sentido existen en la academia, en la literatura, en la música, en las artes, hijos, hijas que deciden dedicarse a lo mismo que sus padres, logrando en algunos casos igualar o superar lo hecho por su familia.
Pongamos casos para ilustrar lo que digo, basta decir, Rockefeller, para tener la idea completa, otro apellido puede ser Kennedy, vamos ahora a nuestro país y basta con señalar Cárdenas, para pensar inmediatamente en el general, su hijo y su nieto.
No todos los casos son exitosos, por ejemplo, en las letras Vargas Llosa, solo es él, único e irrepetible, por mejor que su hijo escriba, será el padre insuperable.
Vengamos a nuestro tiempo y realidad actual, sin duda Andrés Manuel López Obrador es el político más importante de los últimos tiempos, sus alta popularidad, la consolidación de su poder y proyecto así lo muestran y lo dejan más que claro, por eso ahora que uno de sus hijos, que antes ya lo había acompañado en diferentes proyectos políticos, quiera incursionar de manera visible y directa en el partido (Morena) que fundó su padre, es un reto para Andy, quien ya con su padre en un supuesto retiro tendrá que demostrar si es capaz de sostener el imperio formado por su padre, pero no en la primera línea, ya que su participación será desde un segundo frente, muy importante pero no es el primero, es el segundo.
Tendrá entonces López Beltrán que demostrar si lo aprendido en casa es suficiente para sostenerse por él mismo. Su presencia, su nombre y apellido son inevitables y al verlo y escucharlo las comparaciones también serán imposibles de superar, sin embargo, desde esta segunda posición y condición de privilegio enfrentará un reto difícil. Si tiene éxito será un digno heredero al trono y al poder, en caso de fracasar será simplemente un testimonio vivo, pero frio de la grandeza del padre.
El reto de Andy es con el mismo, superar al padre es imposible.
¿Tendrá lo suficiente para dejar de ser Andy para convertirse en Andrés?