/ jueves 2 de septiembre de 2021

Democracia y debate | Babel

"Yo vengo de todas partes

Y hacia todas partes voy

Arte soy entre las artes

Y en los montes, montes soy.”

-José Martí.

Seguramente has visto algún video de los Ñus, (antílopes africanos), cruzando un río infestado de cocodrilos, vienen avanzando a toda velocidad, cientos, miles, impulsados por el instinto de sobrevivencia, sería un suicidio interponerse en su camino, nada los detiene, absolutamente nada, llegan a la orilla de un río, el paso es elevado, parece una pequeña barranca de poco menos de dos metros de altura, lodosa, luego el agua y en el agua, miles de dientes esperándolos para devorarlos, los primeros en llegar al cruce del río dudan apenas unos instantes y se lanzan, pezuña tras pezuña, chapotean, unos caen, otros tropiezan, pasan unos encima de otros, ninguno para, los bocas hambrientas de los cocodrilos muerden en todas direcciones, atrapan a uno, a dos, a cien, pero nada importa, cruzar, cruzar, cruzar, llegar a la otra orilla, está marcado en el instinto, la manada cruza, prospera, se recupera y reproduce.

Nada detiene la migración, es imposible detener la naturaleza humana, así como esta pandemia y las anteriores no han logrado derrotar al ser humano, las barreras, los muros, los ríos, los mares, los océanos, no son barrera suficiente para detener a quienes por necesidad tienen que abandonar un territorio y buscar seguir viviendo en otro. El mundo es lo que es, porque existe la migración, no existirían pueblos o naciones si no fuera por la necesidad natural de migrar, de prosperar, de reproducirse y vivir. “Así ha sido siempre, desde los tiempos fundadores de la Humanidad, los primeros hombres recorrieron espacios interminables, como ahora, como después, como fue y como será”, comenta el doctor Sixto Moya.

“Quédate en México”, así esperarán nuevamente, que los que soliciten asilo en la Unión Americana, esperen, pero “ellos”, no quieren quedarse en México, quieren cruzar, buscan más al Norte del continente seguir con vida, algunos buscan prosperar, otros protección, en un contexto internacional todavía más complicado por el cierre de fronteras internacional por el Covid-19.

En México somos paso, pero ante la dificultad de esto, nos convertimos también en destino, son más de 20 mil solicitantes de asilo que esperan.

Nos estamos convirtiendo en “otros”, esto hay que reconocerlo, poco a poco ya no somos los mismos que fuimos, y no reconocer esto, hace más duro el camino del migrante, aceptar que somos más, que somos distintos y que lo seguiremos siendo, es, una mejor manera de caminar hacia lo desconocido, esperando la solidaridad del que de momento no tiene que moverse, pero antes se movió.

Tus padres, tus abuelos, tus antepasados, vinieron, llegaron, abandonaron Babel y caminaron quizá con ánimo sombrío, sin identidad, sin equipaje, dejando recuerdos, buscando el futuro, arrastrándose de momento hacia ninguna parte.

Todos en un momento dejamos la torre bíblica para existir, buscando “fuerzas sanadoras”, que nos tienen donde estamos, puede que no fuera una maldición después de todo. Pero antes, a quienes están hoy dejando la torre, no los dejemos solos, porque antes alguien apoyó a alguien para que pudiéramos estar vivos, es momento de entenderlo, venimos de todas partes y a todas partes vamos.

"Yo vengo de todas partes

Y hacia todas partes voy

Arte soy entre las artes

Y en los montes, montes soy.”

-José Martí.

Seguramente has visto algún video de los Ñus, (antílopes africanos), cruzando un río infestado de cocodrilos, vienen avanzando a toda velocidad, cientos, miles, impulsados por el instinto de sobrevivencia, sería un suicidio interponerse en su camino, nada los detiene, absolutamente nada, llegan a la orilla de un río, el paso es elevado, parece una pequeña barranca de poco menos de dos metros de altura, lodosa, luego el agua y en el agua, miles de dientes esperándolos para devorarlos, los primeros en llegar al cruce del río dudan apenas unos instantes y se lanzan, pezuña tras pezuña, chapotean, unos caen, otros tropiezan, pasan unos encima de otros, ninguno para, los bocas hambrientas de los cocodrilos muerden en todas direcciones, atrapan a uno, a dos, a cien, pero nada importa, cruzar, cruzar, cruzar, llegar a la otra orilla, está marcado en el instinto, la manada cruza, prospera, se recupera y reproduce.

Nada detiene la migración, es imposible detener la naturaleza humana, así como esta pandemia y las anteriores no han logrado derrotar al ser humano, las barreras, los muros, los ríos, los mares, los océanos, no son barrera suficiente para detener a quienes por necesidad tienen que abandonar un territorio y buscar seguir viviendo en otro. El mundo es lo que es, porque existe la migración, no existirían pueblos o naciones si no fuera por la necesidad natural de migrar, de prosperar, de reproducirse y vivir. “Así ha sido siempre, desde los tiempos fundadores de la Humanidad, los primeros hombres recorrieron espacios interminables, como ahora, como después, como fue y como será”, comenta el doctor Sixto Moya.

“Quédate en México”, así esperarán nuevamente, que los que soliciten asilo en la Unión Americana, esperen, pero “ellos”, no quieren quedarse en México, quieren cruzar, buscan más al Norte del continente seguir con vida, algunos buscan prosperar, otros protección, en un contexto internacional todavía más complicado por el cierre de fronteras internacional por el Covid-19.

En México somos paso, pero ante la dificultad de esto, nos convertimos también en destino, son más de 20 mil solicitantes de asilo que esperan.

Nos estamos convirtiendo en “otros”, esto hay que reconocerlo, poco a poco ya no somos los mismos que fuimos, y no reconocer esto, hace más duro el camino del migrante, aceptar que somos más, que somos distintos y que lo seguiremos siendo, es, una mejor manera de caminar hacia lo desconocido, esperando la solidaridad del que de momento no tiene que moverse, pero antes se movió.

Tus padres, tus abuelos, tus antepasados, vinieron, llegaron, abandonaron Babel y caminaron quizá con ánimo sombrío, sin identidad, sin equipaje, dejando recuerdos, buscando el futuro, arrastrándose de momento hacia ninguna parte.

Todos en un momento dejamos la torre bíblica para existir, buscando “fuerzas sanadoras”, que nos tienen donde estamos, puede que no fuera una maldición después de todo. Pero antes, a quienes están hoy dejando la torre, no los dejemos solos, porque antes alguien apoyó a alguien para que pudiéramos estar vivos, es momento de entenderlo, venimos de todas partes y a todas partes vamos.