/ lunes 4 de octubre de 2021

Democracia y debate | Baby on fire

Es posible que el lugar al que voy a hacer referencia, no lo tengas presente, es muy probable porque estamos muy lejos del centro en Sonora, que no lo conocieras, también es muy posible que no signifique nada para la gran mayoría, sin embargo el primer capítulo de una de las series más exitosas en América Latina y que se encuentra en la plataforma de Netflix está ambientado en este icónico lugar, que fue una de las discotecas, antros, bar, o como se le quiera llamar según la generación de que se trate. Se llamaba Baby´O.

“Luis Miguel, la serie”, inicia en este lugar, que se encontraba (ahora sólo los restos quedan), en el puerto de Acapulco, Guerrero. Fue este bar antes de la pandemia y por muchos años, símbolo de todo un poco, lugar de reunión de artistas, empresarios, jóvenes, adultos y miles de personas de todo el mundo que querían bailar, tomar y divertirse en el que fue uno de los lugares más famosos de México.

Acapulco durante años fue un lugar de referencia mundial, empresarios y artistas de todo el mundo venían a pasar grandes temporadas, las fiestas fueron sonadas y mundialmente conocidas y uno de sus hijos más queridos fue el Baby.

Entre 18 y 19 años, tenía, el que esto escribe cuando lo conocí, no tengo ni idea de cuánto costaba la entrada, porque entré sin pagar, mostrando la palma de mi mano, haciendo como si trajera un sello que sólo era visible con una luz especial y que era de la más alta tecnología del momento y de reciente uso en el Baby, así pude entrar y salir muchas veces. Adentro se daba la magia, en un lugar más bien reducido, la explosión de música, luces, aromas, bebidas, baile, multitudes y ánimo de fiesta, provocaban una sensación que era imposible no sentir. Por algunas horas, todo el mundo parecía feliz, se fantaseaba, se bailaba, se coqueteaba, se conquistaba, se ganaba y se perdía, entre multitud de edades y nacionalidades. Claro que existían evidentes privilegios al interior reservados para unos muy pocos, pero al final nada importaba. La famosa cadena de la entrada es otra historia y un tema pendiente de clasismo y discriminación que todavía está vigente en este tipo de lugares, pero ya hablaremos de eso.

Todo en el Baby´O se acabó, todo terminó, todo ardió con fuego, pero no de ese fuego que purifica, fue un fuego impune, como el que hace algunos años vimos en un casino en Monterrey, si, ese fuego de gasolina, fuego de descomposición social, fuego que lastima y hace daño, de ese fuego que manda señales de humo y deben estas ser atendidas, no sólo por la seguridad de los lugares como el Baby, también en general por todos, por la convivencia, por la certeza jurídica, por la fuerza del Estado y sus instituciones.

Pronto vendrán libros, revistas especializadas, series, capítulos especiales y una gran cantidad de documentos que nos muestren las historias del Baby, será como una carta de presentación para las nuevas generaciones, pero también una advertencia de lo que se puede mejorar en muchos sentidos como sociedad.

¿Renacerá el Baby’O de las cenizas?, ¿renaceremos como una mejor sociedad?, ¿continuará este fuego que no purifica?, ¿fuego contra fuego?, por lo pronto adiós recuerdos, adiós Baby.

Es posible que el lugar al que voy a hacer referencia, no lo tengas presente, es muy probable porque estamos muy lejos del centro en Sonora, que no lo conocieras, también es muy posible que no signifique nada para la gran mayoría, sin embargo el primer capítulo de una de las series más exitosas en América Latina y que se encuentra en la plataforma de Netflix está ambientado en este icónico lugar, que fue una de las discotecas, antros, bar, o como se le quiera llamar según la generación de que se trate. Se llamaba Baby´O.

“Luis Miguel, la serie”, inicia en este lugar, que se encontraba (ahora sólo los restos quedan), en el puerto de Acapulco, Guerrero. Fue este bar antes de la pandemia y por muchos años, símbolo de todo un poco, lugar de reunión de artistas, empresarios, jóvenes, adultos y miles de personas de todo el mundo que querían bailar, tomar y divertirse en el que fue uno de los lugares más famosos de México.

Acapulco durante años fue un lugar de referencia mundial, empresarios y artistas de todo el mundo venían a pasar grandes temporadas, las fiestas fueron sonadas y mundialmente conocidas y uno de sus hijos más queridos fue el Baby.

Entre 18 y 19 años, tenía, el que esto escribe cuando lo conocí, no tengo ni idea de cuánto costaba la entrada, porque entré sin pagar, mostrando la palma de mi mano, haciendo como si trajera un sello que sólo era visible con una luz especial y que era de la más alta tecnología del momento y de reciente uso en el Baby, así pude entrar y salir muchas veces. Adentro se daba la magia, en un lugar más bien reducido, la explosión de música, luces, aromas, bebidas, baile, multitudes y ánimo de fiesta, provocaban una sensación que era imposible no sentir. Por algunas horas, todo el mundo parecía feliz, se fantaseaba, se bailaba, se coqueteaba, se conquistaba, se ganaba y se perdía, entre multitud de edades y nacionalidades. Claro que existían evidentes privilegios al interior reservados para unos muy pocos, pero al final nada importaba. La famosa cadena de la entrada es otra historia y un tema pendiente de clasismo y discriminación que todavía está vigente en este tipo de lugares, pero ya hablaremos de eso.

Todo en el Baby´O se acabó, todo terminó, todo ardió con fuego, pero no de ese fuego que purifica, fue un fuego impune, como el que hace algunos años vimos en un casino en Monterrey, si, ese fuego de gasolina, fuego de descomposición social, fuego que lastima y hace daño, de ese fuego que manda señales de humo y deben estas ser atendidas, no sólo por la seguridad de los lugares como el Baby, también en general por todos, por la convivencia, por la certeza jurídica, por la fuerza del Estado y sus instituciones.

Pronto vendrán libros, revistas especializadas, series, capítulos especiales y una gran cantidad de documentos que nos muestren las historias del Baby, será como una carta de presentación para las nuevas generaciones, pero también una advertencia de lo que se puede mejorar en muchos sentidos como sociedad.

¿Renacerá el Baby’O de las cenizas?, ¿renaceremos como una mejor sociedad?, ¿continuará este fuego que no purifica?, ¿fuego contra fuego?, por lo pronto adiós recuerdos, adiós Baby.