/ viernes 3 de diciembre de 2021

Democracia y debate | El padre amoroso

Llega Andrés Manuel López Obrador, sin lugar a dudas a su tercer año de gobierno con altos índices de popularidad, todo indica que el “pueblo bueno”, lo quiere, ha logrado en tantos años de vida pública construir un lazo con “el pueblo”, y en particular con los más pobres, por eso es y sigue siendo brillante el mensaje “primero los pobres”, ya que les habla a quienes forman un ejército de votantes, un ejército de creyentes, un ejército de devotos, un ejército de convencidos y sobre esta muy amplia base se van adhiriendo intelectuales, empresarios, políticos de antes y de ahora y muchos, muchos jóvenes, estos últimos que han crecido escuchando a sus padres maldecir a los políticos y a la política, estos últimos que ya forman dos generaciones de votantes y que buscan algo que sus padres y sus abuelos no tuvieron.

Posiblemente desde el ex presidente Salinas de Gortari, (1988-1994) se marca la distancia entre el padre y sus hijos, entre el Presidente y el pueblo, deja de ser el Presidente el padre protector, para convertirse en un gestor, en un operador, en un servidor global.

Es precisamente en esos años, los de Salinas donde se nos decía que ya habíamos alcanzado la mayoría de edad, que podíamos abandonar la casa del padre para valernos por nosotros mismos, que el mundo era nuestro y que todas las respuestas estaban en tener “menos política y más mercado”.

Por esos años de sueños de mayoría de edad e independencia, donde podíamos ser “primer mundo”, México tenía alrededor de 20 millones de pobres, así que el padre podía dejarlos solos, abandonarlos, no eran muchos los que requerían protección, eran más los buenos hijos que podían volar solos, sin embargo, el tiempo pasó, los hijos que abandonaron al padre fracasaron, el mundo prometido no lo fue y de 20 millones hoy se cuentan en más de 55 millones de pobres en nuestro país, los hijos no pudieron volar solos.

Como en muchas familias el padre tiene hijos favoritos, tiene sus predilectos, los que más y mejor han aprendido de él, en este caso uno se llama Marcelo y otra se llama Claudia, parece que el padre está listo para encargar a sus hijos a un nuevo protector, un nuevo padre, entonces este se convertirá en abuelo y consejero, en mentor, pero también se abre la puerta de tener por primera ocasión una madre y ser de nuevo hijos como los señala el Laberinto de la soledad, de la Malinche.

Marcelo ha hecho travesuras y ha cometido algunos pecaditos en su juventud, que pueden salir a la luz en el momento que su hermana Claudia lo considere oportuno, por si parte Claudia es la hija bien amada, que tiene frente a sí, una cultura más acostumbrada al padre poderoso.

A 3 años de AMLO, éste cuenta con el amor de sus hijos que se han multiplicado y Andrés Manuel parece que quiere ser abuelo, ¿qué queremos nosotros?

Llega Andrés Manuel López Obrador, sin lugar a dudas a su tercer año de gobierno con altos índices de popularidad, todo indica que el “pueblo bueno”, lo quiere, ha logrado en tantos años de vida pública construir un lazo con “el pueblo”, y en particular con los más pobres, por eso es y sigue siendo brillante el mensaje “primero los pobres”, ya que les habla a quienes forman un ejército de votantes, un ejército de creyentes, un ejército de devotos, un ejército de convencidos y sobre esta muy amplia base se van adhiriendo intelectuales, empresarios, políticos de antes y de ahora y muchos, muchos jóvenes, estos últimos que han crecido escuchando a sus padres maldecir a los políticos y a la política, estos últimos que ya forman dos generaciones de votantes y que buscan algo que sus padres y sus abuelos no tuvieron.

Posiblemente desde el ex presidente Salinas de Gortari, (1988-1994) se marca la distancia entre el padre y sus hijos, entre el Presidente y el pueblo, deja de ser el Presidente el padre protector, para convertirse en un gestor, en un operador, en un servidor global.

Es precisamente en esos años, los de Salinas donde se nos decía que ya habíamos alcanzado la mayoría de edad, que podíamos abandonar la casa del padre para valernos por nosotros mismos, que el mundo era nuestro y que todas las respuestas estaban en tener “menos política y más mercado”.

Por esos años de sueños de mayoría de edad e independencia, donde podíamos ser “primer mundo”, México tenía alrededor de 20 millones de pobres, así que el padre podía dejarlos solos, abandonarlos, no eran muchos los que requerían protección, eran más los buenos hijos que podían volar solos, sin embargo, el tiempo pasó, los hijos que abandonaron al padre fracasaron, el mundo prometido no lo fue y de 20 millones hoy se cuentan en más de 55 millones de pobres en nuestro país, los hijos no pudieron volar solos.

Como en muchas familias el padre tiene hijos favoritos, tiene sus predilectos, los que más y mejor han aprendido de él, en este caso uno se llama Marcelo y otra se llama Claudia, parece que el padre está listo para encargar a sus hijos a un nuevo protector, un nuevo padre, entonces este se convertirá en abuelo y consejero, en mentor, pero también se abre la puerta de tener por primera ocasión una madre y ser de nuevo hijos como los señala el Laberinto de la soledad, de la Malinche.

Marcelo ha hecho travesuras y ha cometido algunos pecaditos en su juventud, que pueden salir a la luz en el momento que su hermana Claudia lo considere oportuno, por si parte Claudia es la hija bien amada, que tiene frente a sí, una cultura más acostumbrada al padre poderoso.

A 3 años de AMLO, éste cuenta con el amor de sus hijos que se han multiplicado y Andrés Manuel parece que quiere ser abuelo, ¿qué queremos nosotros?