/ viernes 8 de octubre de 2021

Democracia y debate | Estemos atentos

Dieciséis años tenía “Julio” (que así no se llamaba, pero que sí existió, pero por respeto a su memoria y tratando de que su caso nos ponga atentos y alertas a todos, no uso su nombre real), cuando un jueves se levantó muy temprano, 5:30 de la mañana, para bañarse, recoger su cuarto, vestirse, desayunar y abordar el auto que apenas unos meses atrás sus padres le habían regalado para que pudiera ir a la escuela, se lo había ganado, fruto de sus buenas calificaciones y en general buen comportamiento, a pesar de la edad, 16 complicados años, como lo son en todas y todos los jóvenes de esta edad (complicados), es parte de la preparación para la vida futura.

Mochila al hombro, aborda Julio su auto, lavado la noche anterior con mucho cuidado y dedicación, acomodándose en el asiento, busca algo debajo, un objeto que la misma noche anterior con cuidado escondió bajo el asiento y que tenía pensado usar en la clase de las 7 de la mañana, que era la primera del día y se trataba de laboratorio de biología, una materia que sumaba un punto a un total de diez de calificación final, pero ganarse ese punto era importante para Julio y para la mayoría de los estudiantes que asistían a esa escuela, famosa por sus egresados con altos perfiles académicos, los cuales tenían un lugar asegurado en casi todas las universidades del país y sin examen de admisión.

Saludando al portero (El Tuercas, así le decían y nadie sabía su verdadero nombre) que ya lo conocía, entra al estacionamiento, toma un lugar casi frente a las escaleras de acceso al laboratorio.

Son las 6:45 de la mañana, casi todos los alumnos están ya en su asiento, Julio toma el suyo e introduce la mano en su mochila, verifica que el objeto que se encontraba en el auto escondido ahora esté fácilmente disponible entre sus cosas.

6:55 de la mañana, entra el maestro de laboratorio, sin esperar que sea la hora exacta, saca la lista y comienza a gritar apellidos, presente, presente, presente.. se escucha, alguno distraído no alcanza a responder y tiene falta, todos saben que intentar justificar una falta es imposible.

Llega el turno de pase de lista para Julio, en cuanto escucha su apellido se levanta, saca de su mochila una pistola y grita “esto es por usted”, jala el gatillo y cae muerto.

El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) como un problema grave de salud pública, que tiene la cualidad de ser prevenible. Para ello es necesario no sólo atender los casos de depresión o intentos de suicidio, sino implementar estrategias para la detección temprana de posibles riesgos de suicidio.

El porcentaje de suicidios en el rango de edad de 10 a 17 años ha venido aumentando en nuestro país, también como consecuencia del coronavirus, y hemos pasado del 10% en 2018 al 14.5% en 2020 según los informes del Inegi.

La pandemia dejará huellas profundas en la humanidad, uno de los saldos más lamentables será el de la vida de los menores que optaron por no seguir con nosotros. Estemos atentos.


Dieciséis años tenía “Julio” (que así no se llamaba, pero que sí existió, pero por respeto a su memoria y tratando de que su caso nos ponga atentos y alertas a todos, no uso su nombre real), cuando un jueves se levantó muy temprano, 5:30 de la mañana, para bañarse, recoger su cuarto, vestirse, desayunar y abordar el auto que apenas unos meses atrás sus padres le habían regalado para que pudiera ir a la escuela, se lo había ganado, fruto de sus buenas calificaciones y en general buen comportamiento, a pesar de la edad, 16 complicados años, como lo son en todas y todos los jóvenes de esta edad (complicados), es parte de la preparación para la vida futura.

Mochila al hombro, aborda Julio su auto, lavado la noche anterior con mucho cuidado y dedicación, acomodándose en el asiento, busca algo debajo, un objeto que la misma noche anterior con cuidado escondió bajo el asiento y que tenía pensado usar en la clase de las 7 de la mañana, que era la primera del día y se trataba de laboratorio de biología, una materia que sumaba un punto a un total de diez de calificación final, pero ganarse ese punto era importante para Julio y para la mayoría de los estudiantes que asistían a esa escuela, famosa por sus egresados con altos perfiles académicos, los cuales tenían un lugar asegurado en casi todas las universidades del país y sin examen de admisión.

Saludando al portero (El Tuercas, así le decían y nadie sabía su verdadero nombre) que ya lo conocía, entra al estacionamiento, toma un lugar casi frente a las escaleras de acceso al laboratorio.

Son las 6:45 de la mañana, casi todos los alumnos están ya en su asiento, Julio toma el suyo e introduce la mano en su mochila, verifica que el objeto que se encontraba en el auto escondido ahora esté fácilmente disponible entre sus cosas.

6:55 de la mañana, entra el maestro de laboratorio, sin esperar que sea la hora exacta, saca la lista y comienza a gritar apellidos, presente, presente, presente.. se escucha, alguno distraído no alcanza a responder y tiene falta, todos saben que intentar justificar una falta es imposible.

Llega el turno de pase de lista para Julio, en cuanto escucha su apellido se levanta, saca de su mochila una pistola y grita “esto es por usted”, jala el gatillo y cae muerto.

El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2019) como un problema grave de salud pública, que tiene la cualidad de ser prevenible. Para ello es necesario no sólo atender los casos de depresión o intentos de suicidio, sino implementar estrategias para la detección temprana de posibles riesgos de suicidio.

El porcentaje de suicidios en el rango de edad de 10 a 17 años ha venido aumentando en nuestro país, también como consecuencia del coronavirus, y hemos pasado del 10% en 2018 al 14.5% en 2020 según los informes del Inegi.

La pandemia dejará huellas profundas en la humanidad, uno de los saldos más lamentables será el de la vida de los menores que optaron por no seguir con nosotros. Estemos atentos.