/ miércoles 8 de diciembre de 2021

Democracia y debate | Fernando Videgaray, (El Vide)

Deseo tomar el recuerdo de mi querido, muy querido amigo Fernando, para dedicar estas líneas a todos aquellos que han decidido estudiar la carrera de Medicina, sabiendo lo complicada, competida y difícil que es en todos los sentidos. Hoy sumado adicionalmente a la pandemia que los ha puesto a los médicos, estudiantes de Medicina, enfermeros y enfermeras y todos los especialistas y profesionales de la salud en el primer frente de batalla, siendo justamente reconocidos por todos a nivel internacional, por salvarnos la vida a todos, poniendo a cada instante en riesgo su propia vida y la de sus familias. Mil gracias.

Pero estas historias de salvadores inician años antes, y es en estos años donde tiene origen mi historia con “El Vide”. Nos conocimos en el último año de la preparatoria, éramos 3 los que hacíamos grupo en esos años, frente a otros grupos y frente a lo que la vida nos venía presentando y que fueron muchas y variadas cosas. Éramos pues Avelino, Fernando y el que esto escribe, de los tres el mejor estudiante sin lugar a dudas era Fernando, nos unían varias cosas, nuestro gusto por los toros, durante años no faltamos ni un solo domingo a la plaza de toros México; Acapulco, donde Avelino tenía casa y Fernando una villa en un hotel, (cómo nos divertimos); Nuestro gusto por el dominó. Pero en particular una singular forma de ver la vida y vivirla de forma moderada y discreta que nos mantenía unidos y en armonía.

Nos divertíamos muchos, cómo olvidar ese fin de semana en el rancho de la familia de Fernando, donde entre dominó y alcohol salimos en busca de la tumba de un prócer (inexistente), aventura a la cual nos acompañó, mi hermano Rubén, Juan Carlos y nuestro maestro de Derecho Villalobos, que disfrutaba nuestra compañía. Como el prócer no existía, no encontramos nada, pero en la búsqueda cargada de risas, bromas y cubierta de alcohol nos divertimos mucho. Domingos de toros, noches de uno que otro antro, amaneceres en partidas de dominó, camaradería y amistad sincera. Así corría uno de los mejores años de nuestras vidas, el último de la preparatoria, llegando el momento de tomar partido por la carrera, Fernando inició de esta forma el propedéutico de Medicina para ingresar a la muy prestigiada Escuela de Medicina de la Universidad la Salle, muchos aspirantes eran rechazados, tenían que tomar el propedéutico más de una ocasión, pero no era el caso de “El Vide”, lo pasó como buen estudiante a la primera y así lo vimos Avelino y yo, adentrarse con pasión al estudio de la Medicina. Nuestra amistad siguió, a pesar de que cada uno tomó caminos distintos, pero siempre estaban los toros que nos reencontraban los domingos, donde nos poníamos al día de nuestras vidas, no era raro ver a Fernando entre toro y toro, sacar un libro, o algunos apuntes y dar una estudiada a algún tema de clase. Los años siguieron pasando y como era de esperarse cuando llegó el momento de presentar el llamado “Nacional”, examen para los estudiantes de Medicina que les permite acceder a especialidades médicas, Fernando terminó en el lugar 15 nacional (un gran logro), claro que lo felicitamos, todos lo esperábamos, sabíamos de su capacidad desde la preparatoria. El tiempo siguió pasando y la vida también, nos separamos al punto de perdernos de vista, un día me encontré a Avelino en el aeropuerto, claro que nos dio gusto vernos y nos abrazamos. De Fernando por los medios de comunicación, me enteraba de sus logros médicos y sus pacientes “famosos”, nada de eso me sorprendía, todos insisto esperábamos lo mejor de nuestro brillante amigo. Un día por redes sociales me hizo una consulta, me sentí honrado con su pregunta: “Chava tú que sabes de política ¿cómo ves …?”, le respondí lo mejor que pude, que una lumbrera como él me consultara sobre cualquier tema me llenaba de satisfacción, saber que me tenía en tan buen concepto fue muy satisfactorio.

Apenas la semana pasada, de casualidad, me entero que Fer ya no está, que se ha ido, que decidió marcharse, no sé y no voy a investigar motivos o circunstancias. Sólo sé que todos hemos perdido a un gran médico, a un gran especialista y a un gran hombre, que fue mi amigo y que representó dignamente a quienes hoy están en el primer frente de batalla, para él y para ellos. Gracias.

Deseo tomar el recuerdo de mi querido, muy querido amigo Fernando, para dedicar estas líneas a todos aquellos que han decidido estudiar la carrera de Medicina, sabiendo lo complicada, competida y difícil que es en todos los sentidos. Hoy sumado adicionalmente a la pandemia que los ha puesto a los médicos, estudiantes de Medicina, enfermeros y enfermeras y todos los especialistas y profesionales de la salud en el primer frente de batalla, siendo justamente reconocidos por todos a nivel internacional, por salvarnos la vida a todos, poniendo a cada instante en riesgo su propia vida y la de sus familias. Mil gracias.

Pero estas historias de salvadores inician años antes, y es en estos años donde tiene origen mi historia con “El Vide”. Nos conocimos en el último año de la preparatoria, éramos 3 los que hacíamos grupo en esos años, frente a otros grupos y frente a lo que la vida nos venía presentando y que fueron muchas y variadas cosas. Éramos pues Avelino, Fernando y el que esto escribe, de los tres el mejor estudiante sin lugar a dudas era Fernando, nos unían varias cosas, nuestro gusto por los toros, durante años no faltamos ni un solo domingo a la plaza de toros México; Acapulco, donde Avelino tenía casa y Fernando una villa en un hotel, (cómo nos divertimos); Nuestro gusto por el dominó. Pero en particular una singular forma de ver la vida y vivirla de forma moderada y discreta que nos mantenía unidos y en armonía.

Nos divertíamos muchos, cómo olvidar ese fin de semana en el rancho de la familia de Fernando, donde entre dominó y alcohol salimos en busca de la tumba de un prócer (inexistente), aventura a la cual nos acompañó, mi hermano Rubén, Juan Carlos y nuestro maestro de Derecho Villalobos, que disfrutaba nuestra compañía. Como el prócer no existía, no encontramos nada, pero en la búsqueda cargada de risas, bromas y cubierta de alcohol nos divertimos mucho. Domingos de toros, noches de uno que otro antro, amaneceres en partidas de dominó, camaradería y amistad sincera. Así corría uno de los mejores años de nuestras vidas, el último de la preparatoria, llegando el momento de tomar partido por la carrera, Fernando inició de esta forma el propedéutico de Medicina para ingresar a la muy prestigiada Escuela de Medicina de la Universidad la Salle, muchos aspirantes eran rechazados, tenían que tomar el propedéutico más de una ocasión, pero no era el caso de “El Vide”, lo pasó como buen estudiante a la primera y así lo vimos Avelino y yo, adentrarse con pasión al estudio de la Medicina. Nuestra amistad siguió, a pesar de que cada uno tomó caminos distintos, pero siempre estaban los toros que nos reencontraban los domingos, donde nos poníamos al día de nuestras vidas, no era raro ver a Fernando entre toro y toro, sacar un libro, o algunos apuntes y dar una estudiada a algún tema de clase. Los años siguieron pasando y como era de esperarse cuando llegó el momento de presentar el llamado “Nacional”, examen para los estudiantes de Medicina que les permite acceder a especialidades médicas, Fernando terminó en el lugar 15 nacional (un gran logro), claro que lo felicitamos, todos lo esperábamos, sabíamos de su capacidad desde la preparatoria. El tiempo siguió pasando y la vida también, nos separamos al punto de perdernos de vista, un día me encontré a Avelino en el aeropuerto, claro que nos dio gusto vernos y nos abrazamos. De Fernando por los medios de comunicación, me enteraba de sus logros médicos y sus pacientes “famosos”, nada de eso me sorprendía, todos insisto esperábamos lo mejor de nuestro brillante amigo. Un día por redes sociales me hizo una consulta, me sentí honrado con su pregunta: “Chava tú que sabes de política ¿cómo ves …?”, le respondí lo mejor que pude, que una lumbrera como él me consultara sobre cualquier tema me llenaba de satisfacción, saber que me tenía en tan buen concepto fue muy satisfactorio.

Apenas la semana pasada, de casualidad, me entero que Fer ya no está, que se ha ido, que decidió marcharse, no sé y no voy a investigar motivos o circunstancias. Sólo sé que todos hemos perdido a un gran médico, a un gran especialista y a un gran hombre, que fue mi amigo y que representó dignamente a quienes hoy están en el primer frente de batalla, para él y para ellos. Gracias.