/ jueves 23 de septiembre de 2021

Democracia y debate | La peor crisis de la humanidad

“Estamos ante una crisis sanitaria mundial nunca vista en los 75 años de historia de las Naciones Unidas, que está propagando el sufrimiento humano, infectando la economía mundial y trastocando la vida de la gente. Es casi seguro que se produzca una recesión mundial, quizás también sin precedentes. Nuestra familia humana está estresada y el tejido social se está rasgando. La gente está sufriendo, enferma y asustada”. Así de duras son las palabras de Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, en el marco de la 76 Asamblea General.

Señala Guterres, tres grandes líneas de acción para hacer frente a este “terrible” escenario, estas son: Primero la salud; En segundo lugar, buscar impactar positivamente en la sociedad, y finalmente la vía económica para recuperarnos. Estas líneas de acción las complementa con tres actitudes que son urgentes: Solidaridad, esperanza y voluntad política.

La realidad es terca, “no me pidas la verdad, si no eres capaz de soportarla”, dice la voz popular. En este sentido la realidad que emana de las voces y los discursos de los líderes mundiales, han tratado de mantener la calma, la cordura, el orden, la paz y mantener a raya el miedo, algunos países ya están relajando restricciones sanitarias en función del número de vacunas que se han recibido, ya se pueden ver escuelas con alumnos, espectáculos con público y vida pública que genera contacto, movimiento y recursos económicos, además de que el volver a relacionarnos con nuestros iguales nos brindan bienestar, ánimo y finalmente en algunos momentos creemos que somos felices. Con este tipo de acciones de relajación, también los ánimos se sostienen y por lo menos en esos lugares el miedo va retrocediendo.

Pero los costos son altos, demasiado altos para no voltear a verlos, para no escuchar con atención las muy fuertes e incluso dolorosas palabras del secretario de la ONU, y esta verdad es, que no estamos bien como comunidad internacional, nos encontramos en muy profundas y múltiples crisis, en casi todo. Salvo algunos que, de forma ingeniosa, o lamentablemente oportunistas lograron prosperar e incluso crecer en sus empresas o negocios, por ejemplo, los que se dedican a la producción, distribución y venta de productos de limpieza, también los sectores relacionados con el comercio de medicamentos específicos para atender esta pandemia, los proveedores de Internet, entre otros.

Los grandes daños se concentran en la familia, en el más amplio sentido de esta, todos los elementos está en ella y todos los golpes los recibe nuestra célula social, golpes en salud, en empleo, educación y violencia. Puede ser que el único tema no directamente relacionado con la crisis sanitaria sea el de seguridad.

Estamos como humanidad en un estado de fragilidad que posiblemente nunca se había visto, Naciones Unidas es una institución que tiene muchos críticos en el mundo, también cuenta con activos participantes y seguidores, pero lo que ahora manifiesta, por más doloroso que sea, es la verdad.

Solidaridad, que es la ternura de los pueblos. Esperanza que es lo que mueve a la humanidad y voluntad política, el poder ejerciéndose para salvar al mundo.

Somos nosotros, como sociedad y nuestra circunstancia y si no la salvamos a ella (la circunstancia que estamos viviendo en pandemia), no nos salvaremos nosotros, como sociedad. Parafraseando al filósofo José Ortega y Gasset

“Estamos ante una crisis sanitaria mundial nunca vista en los 75 años de historia de las Naciones Unidas, que está propagando el sufrimiento humano, infectando la economía mundial y trastocando la vida de la gente. Es casi seguro que se produzca una recesión mundial, quizás también sin precedentes. Nuestra familia humana está estresada y el tejido social se está rasgando. La gente está sufriendo, enferma y asustada”. Así de duras son las palabras de Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, en el marco de la 76 Asamblea General.

Señala Guterres, tres grandes líneas de acción para hacer frente a este “terrible” escenario, estas son: Primero la salud; En segundo lugar, buscar impactar positivamente en la sociedad, y finalmente la vía económica para recuperarnos. Estas líneas de acción las complementa con tres actitudes que son urgentes: Solidaridad, esperanza y voluntad política.

La realidad es terca, “no me pidas la verdad, si no eres capaz de soportarla”, dice la voz popular. En este sentido la realidad que emana de las voces y los discursos de los líderes mundiales, han tratado de mantener la calma, la cordura, el orden, la paz y mantener a raya el miedo, algunos países ya están relajando restricciones sanitarias en función del número de vacunas que se han recibido, ya se pueden ver escuelas con alumnos, espectáculos con público y vida pública que genera contacto, movimiento y recursos económicos, además de que el volver a relacionarnos con nuestros iguales nos brindan bienestar, ánimo y finalmente en algunos momentos creemos que somos felices. Con este tipo de acciones de relajación, también los ánimos se sostienen y por lo menos en esos lugares el miedo va retrocediendo.

Pero los costos son altos, demasiado altos para no voltear a verlos, para no escuchar con atención las muy fuertes e incluso dolorosas palabras del secretario de la ONU, y esta verdad es, que no estamos bien como comunidad internacional, nos encontramos en muy profundas y múltiples crisis, en casi todo. Salvo algunos que, de forma ingeniosa, o lamentablemente oportunistas lograron prosperar e incluso crecer en sus empresas o negocios, por ejemplo, los que se dedican a la producción, distribución y venta de productos de limpieza, también los sectores relacionados con el comercio de medicamentos específicos para atender esta pandemia, los proveedores de Internet, entre otros.

Los grandes daños se concentran en la familia, en el más amplio sentido de esta, todos los elementos está en ella y todos los golpes los recibe nuestra célula social, golpes en salud, en empleo, educación y violencia. Puede ser que el único tema no directamente relacionado con la crisis sanitaria sea el de seguridad.

Estamos como humanidad en un estado de fragilidad que posiblemente nunca se había visto, Naciones Unidas es una institución que tiene muchos críticos en el mundo, también cuenta con activos participantes y seguidores, pero lo que ahora manifiesta, por más doloroso que sea, es la verdad.

Solidaridad, que es la ternura de los pueblos. Esperanza que es lo que mueve a la humanidad y voluntad política, el poder ejerciéndose para salvar al mundo.

Somos nosotros, como sociedad y nuestra circunstancia y si no la salvamos a ella (la circunstancia que estamos viviendo en pandemia), no nos salvaremos nosotros, como sociedad. Parafraseando al filósofo José Ortega y Gasset