/ miércoles 5 de enero de 2022

Democracia y debate | La Sauceda

En medio de la habitación hay un gigante, así es, pero es uno bueno, un gigante que no te va a hacer daño, ocupa casi todo el espacio, es difícil entrar al cuarto, lo es también salir, o intentar acomodarse para dormir, el gigante ocupa casi todo el espacio, como es un gigante es muy grande, tiene buena cara, se nota que tuvo tiempos mejores, incluso se podría decir que pudo ser bien parecido, su pelaje está enredado y entre los nudos se pegan pedazos de basura y mucho polvo que se va acumulando, pero también se advierte que ese pelaje entre verde y café, fue suave y hermoso en algún momento de su existencia, los dientes son todavía fuertes, se puede adivinar que todavía es capaz de morder con fuerza a quien intente molestarlo, al parecer ya lo ha hecho un par de ocasiones a quienes han pretendido sacarlo de la habitación, sus ojos son muy grandes, de un verde profundo y transparente que deja ver gran ternura y melancolía en su mirada, cejas pobladas oscuras, y un par de cuernos como todo buen gigante de ostentar.

Pero lo más interesante, lo más extraño también, lo más raro, por decirlo de alguna manera es que el gigante está en medio de la habitación y casi nadie se atreve a hablar de él, parece que todo el mundo intenta no verlo, pasar sin mirarlo y mucho menos no hacer ningún comentario al respecto. El gigante se llama La Sauceda y la habitación es Hermosillo.

Se cuentan por cientos las historias en este parque, que todavía lleva por nombre “La Sauceda”, conciertos, fiestas, eventos, tardes enteras de diversión y entretenimiento en un espacio que resultó ser de todos y para todos, incluso un museo interactivo para los más pequeños, para despertar la curiosidad en los hechos científicos, un lugar de convivencia, de encuentro y en algún momento un lugar que llenaba de alegría a todos.

Hace dos días, visité con mis pequeños hijos el humedal de La Sauceda, donde pudimos ver patos, una garza, algunos pescadores (fallidos) y varias familias disfrutando el buen clima y la belleza natural del lugar, a pesar del gran abandono y deterioro.

Van por lo que se varios intentos de rescate del lugar, pero de momento todos fallidos, por lo pronto el monstruo que es un monstruo bueno y amable, sigue a la mitad de la habitación, esperando que nuevamente alguien quiera hablar de él y ocuparse de él.

Estoy convencido de que nada agradeceríamos más los que vivimos en Hermosillo que tener a nuestro querido monstruo de pie, alegre y jugando con nosotros, deseo que esos recuerdos de miles de personas se hagan reales en las nuevas generaciones de Hermosillenses, de sonorenses.

Seguramente no es fácil hablar monstruoso, que es el lenguaje de nuestro querido monstruo a la mitad de la habitación, pero estoy seguro que tanto él, como nosotros queremos entendernos, ahora sólo falta que de nuevo lo volvamos a intentar, todos juntos para lograrlo y juntos disfrutarlo.

Que vuelva La Sauceda.

En medio de la habitación hay un gigante, así es, pero es uno bueno, un gigante que no te va a hacer daño, ocupa casi todo el espacio, es difícil entrar al cuarto, lo es también salir, o intentar acomodarse para dormir, el gigante ocupa casi todo el espacio, como es un gigante es muy grande, tiene buena cara, se nota que tuvo tiempos mejores, incluso se podría decir que pudo ser bien parecido, su pelaje está enredado y entre los nudos se pegan pedazos de basura y mucho polvo que se va acumulando, pero también se advierte que ese pelaje entre verde y café, fue suave y hermoso en algún momento de su existencia, los dientes son todavía fuertes, se puede adivinar que todavía es capaz de morder con fuerza a quien intente molestarlo, al parecer ya lo ha hecho un par de ocasiones a quienes han pretendido sacarlo de la habitación, sus ojos son muy grandes, de un verde profundo y transparente que deja ver gran ternura y melancolía en su mirada, cejas pobladas oscuras, y un par de cuernos como todo buen gigante de ostentar.

Pero lo más interesante, lo más extraño también, lo más raro, por decirlo de alguna manera es que el gigante está en medio de la habitación y casi nadie se atreve a hablar de él, parece que todo el mundo intenta no verlo, pasar sin mirarlo y mucho menos no hacer ningún comentario al respecto. El gigante se llama La Sauceda y la habitación es Hermosillo.

Se cuentan por cientos las historias en este parque, que todavía lleva por nombre “La Sauceda”, conciertos, fiestas, eventos, tardes enteras de diversión y entretenimiento en un espacio que resultó ser de todos y para todos, incluso un museo interactivo para los más pequeños, para despertar la curiosidad en los hechos científicos, un lugar de convivencia, de encuentro y en algún momento un lugar que llenaba de alegría a todos.

Hace dos días, visité con mis pequeños hijos el humedal de La Sauceda, donde pudimos ver patos, una garza, algunos pescadores (fallidos) y varias familias disfrutando el buen clima y la belleza natural del lugar, a pesar del gran abandono y deterioro.

Van por lo que se varios intentos de rescate del lugar, pero de momento todos fallidos, por lo pronto el monstruo que es un monstruo bueno y amable, sigue a la mitad de la habitación, esperando que nuevamente alguien quiera hablar de él y ocuparse de él.

Estoy convencido de que nada agradeceríamos más los que vivimos en Hermosillo que tener a nuestro querido monstruo de pie, alegre y jugando con nosotros, deseo que esos recuerdos de miles de personas se hagan reales en las nuevas generaciones de Hermosillenses, de sonorenses.

Seguramente no es fácil hablar monstruoso, que es el lenguaje de nuestro querido monstruo a la mitad de la habitación, pero estoy seguro que tanto él, como nosotros queremos entendernos, ahora sólo falta que de nuevo lo volvamos a intentar, todos juntos para lograrlo y juntos disfrutarlo.

Que vuelva La Sauceda.