/ viernes 12 de agosto de 2022

Democracia y debate | Negro carbón

“El abuelo fue picador allá en la mina / arrancando negro carbón quemó su vida” canta Víctor Manuel.

La muerte es parte de la vida, con tremenda y fatal resignación los mineros en Sabinas, Coahuila, definen así su trabajo.

No les queda de otra, son años, generaciones de ver morir a otros, años de vivir y sobrevivir arrancando carbón, años de promesas que saben que no se van a cumplir, años de pobreza, años de entender que la fatalidad es parte de una realidad que no debería ser así.

Esto que ha pasado, en la mina de Sabinas, pone de nuevo la atención de la opinión pública en el sector, en las condiciones de trabajo de los mineros, en las injusticias que suman generaciones, en la aceptación de lo trágico como inevitable ante la necesidad de mal vivir. Saben los trabajadores que toda esta atención pasara y todos volverán a hacer lo que hacen por años y que es parte de su vida y de su muerte.

Diez mineros quedaron atrapados, y parece que nadie es responsable de nada, ni los dueños, ni las autoridades locales, ni las federales, todo el mundo observa la resignación de los mineros ante lo inevitable y todo indica que será como generalmente pasa “Fuenteovejuna”, el responsable de la muerte del comendador.

“La mirada clavada en la montaña / Es su amiga más fiel nunca le engaña” continúa la canción, sabe el minero que la mina, que la montaña, le matará cuando ella lo considere, la complicidad es entre ellos dos, nadie más se va a hacer responsable de este arreglo de cuentas entre el pico y el carbón, entre la mina y el minero.

El abuelo Víctor, multiplicado por 10, asume su tragedia, su realidad y la indiferencia de todos.

Miles de mineros seguirán picando, clavando y esperando que la montaña, que la mina, no los mate, si eso pasa, asumirán lo inevitable ante la necesidad, sin embargo esto no debe ser así, esto debe de dejar de ser así.


“El abuelo fue picador allá en la mina / arrancando negro carbón quemó su vida” canta Víctor Manuel.

La muerte es parte de la vida, con tremenda y fatal resignación los mineros en Sabinas, Coahuila, definen así su trabajo.

No les queda de otra, son años, generaciones de ver morir a otros, años de vivir y sobrevivir arrancando carbón, años de promesas que saben que no se van a cumplir, años de pobreza, años de entender que la fatalidad es parte de una realidad que no debería ser así.

Esto que ha pasado, en la mina de Sabinas, pone de nuevo la atención de la opinión pública en el sector, en las condiciones de trabajo de los mineros, en las injusticias que suman generaciones, en la aceptación de lo trágico como inevitable ante la necesidad de mal vivir. Saben los trabajadores que toda esta atención pasara y todos volverán a hacer lo que hacen por años y que es parte de su vida y de su muerte.

Diez mineros quedaron atrapados, y parece que nadie es responsable de nada, ni los dueños, ni las autoridades locales, ni las federales, todo el mundo observa la resignación de los mineros ante lo inevitable y todo indica que será como generalmente pasa “Fuenteovejuna”, el responsable de la muerte del comendador.

“La mirada clavada en la montaña / Es su amiga más fiel nunca le engaña” continúa la canción, sabe el minero que la mina, que la montaña, le matará cuando ella lo considere, la complicidad es entre ellos dos, nadie más se va a hacer responsable de este arreglo de cuentas entre el pico y el carbón, entre la mina y el minero.

El abuelo Víctor, multiplicado por 10, asume su tragedia, su realidad y la indiferencia de todos.

Miles de mineros seguirán picando, clavando y esperando que la montaña, que la mina, no los mate, si eso pasa, asumirán lo inevitable ante la necesidad, sin embargo esto no debe ser así, esto debe de dejar de ser así.