/ jueves 5 de mayo de 2022

Democracia y debate | Remesas

El sueño americano sí existe, a pesar de los riesgos, a pesar de las amenazas, a pesar de las políticas cada día más duras para cruzar de forma ilegal la frontera, a pesar de los pesares, de la muerte que espera escondida en cada rincón de la frontera, del rechazo, del racismo, del desprecio, el sueño se cumple.

En los diferentes pueblos de México, en sus ciudades, existen personas que no tienen opciones para poder vivir, para poder comer, para poder sobrevivir, pero saben que, si cruzan la frontera y consiguen trabajo, de esos trabajos de que dicen que a los ciudadanos norteamericanos no les gusta hacer, es posible que logren vivir, que logren comer y que logren incluso ganar lo suficiente para mandar a sus familiares en México algo de dinero.

Tomar la decisión de dejarlo todo y enfrentar a la muerte con cara de crimen, con cara de autoridad migratoria, con cara de accidente, con una de esas múltiples caras que la muerte toma para encontrarnos en cualquier momento. Con todo y lo anterior, los que se van y dejan todo saben que el sueño es posible, saben que si logran vencer los obstáculos pueden seguir soñando, saben que si no perecen en el intento pueden incluso asegurar a su descendencia, incluso pueden tener hijos con doble nacionalidad y multiplicar sus oportunidades.

¿Por qué no arriesgarse, si no hay nada que perder y sí mucho que ganar?

Trece mil 911 millones de dólares, es la cantidad que México ha recibido por concepto de remesas en este primer trimestre del año, lo que representa 18.4% más que el mismo periodo del año pasado.

Lo anterior significa por un lado el fracaso del país de origen, que no brinda las oportunidades de empleo, salud, seguridad, etc., para vivir el sueño mexicano, o el sueño latinoamericano. Por otro lado, y también lo digo con cuidado, representa que el sueño existe y se cumple. El costo es elevado, es posible que por un soñador que lo logra, cientos perecieran en el camino. El drama del migrante es indescriptible, no solo en la frontera de México con su norte y sur, en prácticamente todas las fronteras del mundo.

Con los millones de dólares que llegan a México gracias al valor, esfuerzo y sacrificio, es posible que los que se quedaron tenga un día más de comida, un día más de techo, un día más de sueños en territorio nacional, pero seguramente tendrán la mente y la vista puesta en cruzar el mismo camino del que ya se fue y logró hacer realidad su sueño, venciendo a la muerte de ambos lados de la frontera.


El sueño americano sí existe, a pesar de los riesgos, a pesar de las amenazas, a pesar de las políticas cada día más duras para cruzar de forma ilegal la frontera, a pesar de los pesares, de la muerte que espera escondida en cada rincón de la frontera, del rechazo, del racismo, del desprecio, el sueño se cumple.

En los diferentes pueblos de México, en sus ciudades, existen personas que no tienen opciones para poder vivir, para poder comer, para poder sobrevivir, pero saben que, si cruzan la frontera y consiguen trabajo, de esos trabajos de que dicen que a los ciudadanos norteamericanos no les gusta hacer, es posible que logren vivir, que logren comer y que logren incluso ganar lo suficiente para mandar a sus familiares en México algo de dinero.

Tomar la decisión de dejarlo todo y enfrentar a la muerte con cara de crimen, con cara de autoridad migratoria, con cara de accidente, con una de esas múltiples caras que la muerte toma para encontrarnos en cualquier momento. Con todo y lo anterior, los que se van y dejan todo saben que el sueño es posible, saben que si logran vencer los obstáculos pueden seguir soñando, saben que si no perecen en el intento pueden incluso asegurar a su descendencia, incluso pueden tener hijos con doble nacionalidad y multiplicar sus oportunidades.

¿Por qué no arriesgarse, si no hay nada que perder y sí mucho que ganar?

Trece mil 911 millones de dólares, es la cantidad que México ha recibido por concepto de remesas en este primer trimestre del año, lo que representa 18.4% más que el mismo periodo del año pasado.

Lo anterior significa por un lado el fracaso del país de origen, que no brinda las oportunidades de empleo, salud, seguridad, etc., para vivir el sueño mexicano, o el sueño latinoamericano. Por otro lado, y también lo digo con cuidado, representa que el sueño existe y se cumple. El costo es elevado, es posible que por un soñador que lo logra, cientos perecieran en el camino. El drama del migrante es indescriptible, no solo en la frontera de México con su norte y sur, en prácticamente todas las fronteras del mundo.

Con los millones de dólares que llegan a México gracias al valor, esfuerzo y sacrificio, es posible que los que se quedaron tenga un día más de comida, un día más de techo, un día más de sueños en territorio nacional, pero seguramente tendrán la mente y la vista puesta en cruzar el mismo camino del que ya se fue y logró hacer realidad su sueño, venciendo a la muerte de ambos lados de la frontera.