/ miércoles 6 de octubre de 2021

Democracia y debate | Un día sin redes

El 4 de noviembre pasado, fue el cumpleaños de un amigo muy querido, como es costumbre desde hace ya algunos años, escribí un mensaje de felicitación, como lo hago con todas mis amigas, amigos, familiares y personas que deseo felicitar. Una vez redactado el mensaje, lo pretendo enviar como desde hace años por la red social WhatsApp, observo que no se va el mensaje, no le doy importancia y busco en la página de este diario las noticias del día, voy hacia mi columna y copio los enlaces para poder compartirla por Instagram y por Facebook, y pasa lo mismo, no se pueden hacer los procesos para compartir información, de pronto escucho la voz de mi esposa preguntando si teníamos conexión a Internet, claro que la teníamos y la tenemos, la acabamos de pagar y Max se encontraba en ese preciso momento en clases en línea. Así que nos dimos cuenta que era un problema de redes.

Lo que más me preocupaba era el mensaje de felicitación a mi amigo que no partía a su destino, que era el dispositivo móvil de Francisco, (que así se llama el del cumpleaños), así que decidí hacer algo “temerario”, algo “fuera de lo común”, algo bastante “inusual”, pero debido a las circunstancias no tenía otra opción. Le marqué por teléfono (porque se nos ha olvidado que los celulares primero fueron teléfonos y luego todo lo demás, y que sirven para hablar por ellos), y sí, me contestó, del otro lado de la “línea”, como se decía antes, y estaba de pronto con la voz de mi querido amigo, “Muchas felicidades”, inicio la conversación que duró varios minutos y fue mucho más enriquecedora que un intercambio de mensajes por el Whats, así que por unas horas nos dimos cuenta de que todavía estamos ahí.

Tuvimos este martes pasado unas horas sin redes y el mundo no colapsó, nos pudimos dar cuenta todos, los más jóvenes incluidos, que podemos vivir sin redes, que desconectarnos de vez en cuando puede ser bueno e incluso saludable, estoy seguro de que muchos, miles, quizá millones se dieron cuenta de que podemos establecer conversaciones cara a cara, incluso por la vía del móvil, escuchando voces y sonidos, conversando como antes, conversando como es necesario hacerlo para seguir conectados con la realidad y desconectarnos de cuando en cuando de esa red que no siempre es real.

Horas de angustia seguramente en muchas oficinas, horas de desconcierto en los jóvenes que no podían intercambiar sus momentos, sus fotos, sus actividades, pero también momentos, que sí nos pusimos atentos descubrimos, por ejemplo, vimos caras levantadas, cruzamos miradas y nos vimos a los ojos, no todo está en los dispositivos móviles, también estamos fuera de ellos y es posible que cosas más interesantes e importantes pasen en este mundo que es el real y se nos está olvidando.

Date el gusto de desconectarte por horas, date la oportunidad de hablar con los demás, deja tu teléfono de lado y observa, charla, busca y conecta con el mundo físico y no con el virtual, seguramente ganaremos en salud mental, concentración y recuperaremos muchas cosas que todavía están ahí, pero quizá al paso del tiempo ya no. Hagamos costumbre unas horas al día sin redes y lograremos cosas interesantes.

Por cierto, me comprometo a hablar para felicitar a mis afectos y no sólo enviarles un mensaje por redes que colapsan.


El 4 de noviembre pasado, fue el cumpleaños de un amigo muy querido, como es costumbre desde hace ya algunos años, escribí un mensaje de felicitación, como lo hago con todas mis amigas, amigos, familiares y personas que deseo felicitar. Una vez redactado el mensaje, lo pretendo enviar como desde hace años por la red social WhatsApp, observo que no se va el mensaje, no le doy importancia y busco en la página de este diario las noticias del día, voy hacia mi columna y copio los enlaces para poder compartirla por Instagram y por Facebook, y pasa lo mismo, no se pueden hacer los procesos para compartir información, de pronto escucho la voz de mi esposa preguntando si teníamos conexión a Internet, claro que la teníamos y la tenemos, la acabamos de pagar y Max se encontraba en ese preciso momento en clases en línea. Así que nos dimos cuenta que era un problema de redes.

Lo que más me preocupaba era el mensaje de felicitación a mi amigo que no partía a su destino, que era el dispositivo móvil de Francisco, (que así se llama el del cumpleaños), así que decidí hacer algo “temerario”, algo “fuera de lo común”, algo bastante “inusual”, pero debido a las circunstancias no tenía otra opción. Le marqué por teléfono (porque se nos ha olvidado que los celulares primero fueron teléfonos y luego todo lo demás, y que sirven para hablar por ellos), y sí, me contestó, del otro lado de la “línea”, como se decía antes, y estaba de pronto con la voz de mi querido amigo, “Muchas felicidades”, inicio la conversación que duró varios minutos y fue mucho más enriquecedora que un intercambio de mensajes por el Whats, así que por unas horas nos dimos cuenta de que todavía estamos ahí.

Tuvimos este martes pasado unas horas sin redes y el mundo no colapsó, nos pudimos dar cuenta todos, los más jóvenes incluidos, que podemos vivir sin redes, que desconectarnos de vez en cuando puede ser bueno e incluso saludable, estoy seguro de que muchos, miles, quizá millones se dieron cuenta de que podemos establecer conversaciones cara a cara, incluso por la vía del móvil, escuchando voces y sonidos, conversando como antes, conversando como es necesario hacerlo para seguir conectados con la realidad y desconectarnos de cuando en cuando de esa red que no siempre es real.

Horas de angustia seguramente en muchas oficinas, horas de desconcierto en los jóvenes que no podían intercambiar sus momentos, sus fotos, sus actividades, pero también momentos, que sí nos pusimos atentos descubrimos, por ejemplo, vimos caras levantadas, cruzamos miradas y nos vimos a los ojos, no todo está en los dispositivos móviles, también estamos fuera de ellos y es posible que cosas más interesantes e importantes pasen en este mundo que es el real y se nos está olvidando.

Date el gusto de desconectarte por horas, date la oportunidad de hablar con los demás, deja tu teléfono de lado y observa, charla, busca y conecta con el mundo físico y no con el virtual, seguramente ganaremos en salud mental, concentración y recuperaremos muchas cosas que todavía están ahí, pero quizá al paso del tiempo ya no. Hagamos costumbre unas horas al día sin redes y lograremos cosas interesantes.

Por cierto, me comprometo a hablar para felicitar a mis afectos y no sólo enviarles un mensaje por redes que colapsan.