/ miércoles 18 de noviembre de 2020

 Diálogo | ¡Con los niños no!

Es doloroso lo que sucede en Sonora en el tema de desapariciones y ejecuciones, ya no se puede generalizar mencionando que hay ‘inseguridad’ pues va mucho más allá; otra vez el luto y la indignación cubre el Estado de punta a punta ante el asesinato de un menor en Caborca y no, no podemos hacernos de la vista gorda.

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El nivel de barbarie está cruzando todos los límites, o quizá es que ya no los hay.

El único motivo por el que un padre de 23 años y su pequeño hijo de tan sólo cuatro años fueron acribillados la madrugada de este lunes en Caborca, fue haberse cruzado con un vehículo tripulado por desconocidos quienes presumiblemente huían de algo o de alguien.

No podemos voltear a otro lado cuando se trata de inocentes; la herida por el asesinato y la quema de los niños y niñas LeBarón aún está fresca, son sucesos sencillamente insuperables no sólo para sus seres queridos, sino para una sociedad en descomposición.

Si alguien cree que estos hechos pasan como pasan las hojas del calendario están muy equivocados; como tampoco pasa la angustia eterna de los padres y madres de familia que viven sin saber el paradero de sus hijos.

El alcalde de Caborca reaccionó con empatía ofreciendo su más sentido pésame a los deudos y enviando un mensaje de indignación a la población, reconociendo que no se ha respondido como se debe por parte de los tres niveles de Gobierno.

“Es completamente fuera de orden, es increíble lo que está pasando, es indignante. Vamos a ir a donde sea necesario para pedir el apoyo decisivo de las autoridades mencionadas”, externó en su mensaje público.

Y tiene toda la razón el presidente municipal cuando acepta además que sus palabras no solucionan nada, no lo soluciona ni siquiera si se aplicara justicia lo cual está tan lejos de los ciudadanos, pero al menos evitaría que otras familias pasen en el futuro por este mismo dolor.

Otro tema muy puntual de dolor e impunidad es el de las desapariciones; casi 5 mil denuncias de personas desaparecidas a nivel nacional en lo que va del año y cerca de 14 mil en los primeros dos años de gobierno de la actual administración federal —77 mil desde 1964— según informe de la propia Secretaría de Gobernación el mes pasado.

Eso es en cuanto a las denuncias presentadas pero la realidad es mucho más cruda y difícil de imaginar siquiera; las redes sociales están inundadas de avisos de desapariciones día con día.

En Sonora según organizaciones de la sociedad civil organizada reportan que sólo en Facebook han contabilizado al menos 2 mil 300 fichas de búsqueda, pero no hay cifra exacta y ni siquiera la Fiscalía estatal tiene el informe debido a que no todas las desapariciones se hacen oficial o se denuncian a las autoridades.

La agrupación de ‘Madres Buscadoras’ ha realizado una labor incansable y encomiable, duele sólo pensar en ellas, en sus vidas y su día a día pensando dónde y cómo estarán sus hijos e hijas; qué les pasaría y porqué no regresaron.

Pero es sólo una de decenas de organizaciones de ciudadanos que cansados de esperar a que las autoridades den con el paradero de sus familiares se han dado a la tarea de buscar por sí mismos en cada despoblado, en las orillas de las carreteras, en los caminos vecinales, en el monte, en los cerros, en propiedades abandonadas.

Con pala y pico en mano no pierden la esperanza de dar con algún indicio que al menos les otorgue algo de certidumbre en medio de tanta angustia.

¿Cuántos inocentes más morirán o cuántos hombres y mujeres deberán desaparecer hasta que la indignación de la sociedad ante la incompetencia de las autoridades traiga consecuencias mayores? Esto es una olla de presión, un reloj de arena si no se toman medidas.

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La sociedad puede aguantar muchas cosas: crisis económicas; decepciones políticas; robos materiales; falta de empleos… pero no que el crimen se meta con lo más valioso para cualquier hogar. ¡Con los niños no!

Es doloroso lo que sucede en Sonora en el tema de desapariciones y ejecuciones, ya no se puede generalizar mencionando que hay ‘inseguridad’ pues va mucho más allá; otra vez el luto y la indignación cubre el Estado de punta a punta ante el asesinato de un menor en Caborca y no, no podemos hacernos de la vista gorda.

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El nivel de barbarie está cruzando todos los límites, o quizá es que ya no los hay.

El único motivo por el que un padre de 23 años y su pequeño hijo de tan sólo cuatro años fueron acribillados la madrugada de este lunes en Caborca, fue haberse cruzado con un vehículo tripulado por desconocidos quienes presumiblemente huían de algo o de alguien.

No podemos voltear a otro lado cuando se trata de inocentes; la herida por el asesinato y la quema de los niños y niñas LeBarón aún está fresca, son sucesos sencillamente insuperables no sólo para sus seres queridos, sino para una sociedad en descomposición.

Si alguien cree que estos hechos pasan como pasan las hojas del calendario están muy equivocados; como tampoco pasa la angustia eterna de los padres y madres de familia que viven sin saber el paradero de sus hijos.

El alcalde de Caborca reaccionó con empatía ofreciendo su más sentido pésame a los deudos y enviando un mensaje de indignación a la población, reconociendo que no se ha respondido como se debe por parte de los tres niveles de Gobierno.

“Es completamente fuera de orden, es increíble lo que está pasando, es indignante. Vamos a ir a donde sea necesario para pedir el apoyo decisivo de las autoridades mencionadas”, externó en su mensaje público.

Y tiene toda la razón el presidente municipal cuando acepta además que sus palabras no solucionan nada, no lo soluciona ni siquiera si se aplicara justicia lo cual está tan lejos de los ciudadanos, pero al menos evitaría que otras familias pasen en el futuro por este mismo dolor.

Otro tema muy puntual de dolor e impunidad es el de las desapariciones; casi 5 mil denuncias de personas desaparecidas a nivel nacional en lo que va del año y cerca de 14 mil en los primeros dos años de gobierno de la actual administración federal —77 mil desde 1964— según informe de la propia Secretaría de Gobernación el mes pasado.

Eso es en cuanto a las denuncias presentadas pero la realidad es mucho más cruda y difícil de imaginar siquiera; las redes sociales están inundadas de avisos de desapariciones día con día.

En Sonora según organizaciones de la sociedad civil organizada reportan que sólo en Facebook han contabilizado al menos 2 mil 300 fichas de búsqueda, pero no hay cifra exacta y ni siquiera la Fiscalía estatal tiene el informe debido a que no todas las desapariciones se hacen oficial o se denuncian a las autoridades.

La agrupación de ‘Madres Buscadoras’ ha realizado una labor incansable y encomiable, duele sólo pensar en ellas, en sus vidas y su día a día pensando dónde y cómo estarán sus hijos e hijas; qué les pasaría y porqué no regresaron.

Pero es sólo una de decenas de organizaciones de ciudadanos que cansados de esperar a que las autoridades den con el paradero de sus familiares se han dado a la tarea de buscar por sí mismos en cada despoblado, en las orillas de las carreteras, en los caminos vecinales, en el monte, en los cerros, en propiedades abandonadas.

Con pala y pico en mano no pierden la esperanza de dar con algún indicio que al menos les otorgue algo de certidumbre en medio de tanta angustia.

¿Cuántos inocentes más morirán o cuántos hombres y mujeres deberán desaparecer hasta que la indignación de la sociedad ante la incompetencia de las autoridades traiga consecuencias mayores? Esto es una olla de presión, un reloj de arena si no se toman medidas.

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La sociedad puede aguantar muchas cosas: crisis económicas; decepciones políticas; robos materiales; falta de empleos… pero no que el crimen se meta con lo más valioso para cualquier hogar. ¡Con los niños no!