/ miércoles 28 de octubre de 2020

Diálogo | El ejemplo de Chile

Mientras Chile pone el ejemplo en América Latina de cómo con un plebiscito ciudadano participativo y organizado están cambiando la historia de su país, en México ni siquiera se logra entender en qué consistirá la consulta pública fechada para el 1ro de agosto de 2021; es más no se entiende ni el fundamento jurídico ni la pregunta que se hará a los mexicanos.

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Punto y aparte, son verdaderamente envidiables y prometedoras las imágenes que le han dado la vuelta al mundo de los chilenos festejando en las calles, plazas y espacios públicos el haber terminado por la vía democrática con la herencia de Augusto Pinochet: una constitución política tan agotada como el sistema militar.

Fue y lo sigue siendo un muy arriesgado cambio de fondo pues a través del plebiscito casi el 80% de los votantes decidió que debe abolirse por completo la constitución y construir otra totalmente nueva que responda a las necesidades y retos actuales de Chile. Y de ese tamaño precisamente es el reto, habrá qué estar atentos y ver cómo termina lo que comenzó con la voluntad ciudadana.

El material en video y fotografías que ha circulado a nivel internacional escribe claramente la historia de un país con un nivel de madurez que no todos los países de América Latina pueden presumir, participación cívica decidida y ordenada pero también resistente a los embates del sistema

Hoy son los chilenos quienes ponen el ejemplo en esta zona del globo terráqueo y aunque no son movimientos que fructificaron de la noche a la mañana y tampoco se dieron fácil ni gratis, el mensaje es claro y contundente: es posible.

Es posible que una sociedad civil organizada y participativa logre cambiar la historia de su país de manera, hasta cierto punto pacífica en cuanto a que no estalló una revolución, golpe de Estado o guerra civil. Lo lograron por la vía democrática que no es otra cosa que el ¡voto libre y secreto!

Sin embargo, es justo para quienes resultaron afectados de una u otra forma por la represión del sistema en este largo camino en Chile, reconocer que en no pocos enfrentamientos sí hubo violencia, golpes, heridos, presos y también vidas perdidas durante años de protestas, marchas, manifestaciones, resistencia pública y demás.

Es decir, es posible pero no es fácil y tampoco se logra sólo acudiendo a votar un buen día; hay un camino por andar.

Guardando las proporciones debidas, no podemos dejar de pensar que en México el próximo año el Gobierno realizará una consulta popular en un ejercicio similar al de Chile para legitimar una decisión tomada incluso desde campaña: enjuiciar a los ex presidentes que antecedieron al actual Gobierno federal.

Las diferencias son abismales:

1. En México la consulta es propuesta del Presidente y no por los ciudadanos

2. El tema no es de fondo como en el caso de la constitución de Chile, ni de beneficio directo en alguna medida para la sociedad civil, sino meramente político porque ni siquiera se puede decir que de justicia. (Si de justicia se tratara no habría razón para consulta alguna, bastaría con aplicar la ley que es clara en nuestro sistema judicial).

3. No se persigue un progreso como país, se persigue popularidad de unos y desprestigio de otros políticamente hablando.

Luego entonces, sigue siendo envidiable la alegría desbordada de los chilenos al lograr vencer al sistema vía participación social, pero es más envidiable la capacidad de reconocer en las acciones de sus gobernantes aquello que no conviene al país; aquello que lo tiene en cuenta regresiva en todos los sectores, económico, educativo, de salud, inversión, laboral, etcétera.

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Lo que sí atrapa la atención del mundo indudablemente es ese hecho fundamental confirmado una y otra vez a lo largo de la historia: la importancia de la participación ciudadana. Eso es lo que México necesita para superar divisiones de clases o ideologías y luego, sólo entonces todo lo demás.

Mientras Chile pone el ejemplo en América Latina de cómo con un plebiscito ciudadano participativo y organizado están cambiando la historia de su país, en México ni siquiera se logra entender en qué consistirá la consulta pública fechada para el 1ro de agosto de 2021; es más no se entiende ni el fundamento jurídico ni la pregunta que se hará a los mexicanos.

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Fue y lo sigue siendo un muy arriesgado cambio de fondo pues a través del plebiscito casi el 80% de los votantes decidió que debe abolirse por completo la constitución y construir otra totalmente nueva que responda a las necesidades y retos actuales de Chile. Y de ese tamaño precisamente es el reto, habrá qué estar atentos y ver cómo termina lo que comenzó con la voluntad ciudadana.

El material en video y fotografías que ha circulado a nivel internacional escribe claramente la historia de un país con un nivel de madurez que no todos los países de América Latina pueden presumir, participación cívica decidida y ordenada pero también resistente a los embates del sistema

Hoy son los chilenos quienes ponen el ejemplo en esta zona del globo terráqueo y aunque no son movimientos que fructificaron de la noche a la mañana y tampoco se dieron fácil ni gratis, el mensaje es claro y contundente: es posible.

Es posible que una sociedad civil organizada y participativa logre cambiar la historia de su país de manera, hasta cierto punto pacífica en cuanto a que no estalló una revolución, golpe de Estado o guerra civil. Lo lograron por la vía democrática que no es otra cosa que el ¡voto libre y secreto!

Sin embargo, es justo para quienes resultaron afectados de una u otra forma por la represión del sistema en este largo camino en Chile, reconocer que en no pocos enfrentamientos sí hubo violencia, golpes, heridos, presos y también vidas perdidas durante años de protestas, marchas, manifestaciones, resistencia pública y demás.

Es decir, es posible pero no es fácil y tampoco se logra sólo acudiendo a votar un buen día; hay un camino por andar.

Guardando las proporciones debidas, no podemos dejar de pensar que en México el próximo año el Gobierno realizará una consulta popular en un ejercicio similar al de Chile para legitimar una decisión tomada incluso desde campaña: enjuiciar a los ex presidentes que antecedieron al actual Gobierno federal.

Las diferencias son abismales:

1. En México la consulta es propuesta del Presidente y no por los ciudadanos

2. El tema no es de fondo como en el caso de la constitución de Chile, ni de beneficio directo en alguna medida para la sociedad civil, sino meramente político porque ni siquiera se puede decir que de justicia. (Si de justicia se tratara no habría razón para consulta alguna, bastaría con aplicar la ley que es clara en nuestro sistema judicial).

3. No se persigue un progreso como país, se persigue popularidad de unos y desprestigio de otros políticamente hablando.

Luego entonces, sigue siendo envidiable la alegría desbordada de los chilenos al lograr vencer al sistema vía participación social, pero es más envidiable la capacidad de reconocer en las acciones de sus gobernantes aquello que no conviene al país; aquello que lo tiene en cuenta regresiva en todos los sectores, económico, educativo, de salud, inversión, laboral, etcétera.

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