/ jueves 4 de febrero de 2021

Diálogo | Golpe de realidad

Flojo, flácido, relajado, distendido. Que no tiene la tensión que debe tener; poco estricto moralmente. Es el significado de laxo y que aplica perfectamente a la realidad en México antes, pero especialmente durante la pandemia, momentos de crisis que ponen a prueba al más rico y al más pobre en el mundo, que saca a flote capacidades e incapacidades.

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Imagínese la gravedad del problema en que estamos metidos si ya otros países están restringiendo a sus habitantes los viajes a México.

Como parte de las acciones para combatir la pandemia por Covid-19, el Gobierno de Canadá informó a partir del 31 de enero se suspenderán los viajes hacia destinos turísticos tradicionales de sol y playa como México y el Caribe.

Inmediatamente Cancillería mexicana respondió solicitando a ese país quitar esas restricciones de vuelo para evitar la caída económica, pero no hace nada más al respecto para garantizar medidas mínimas sanitarias a los visitantes. Por supuesto no ha habido respuesta positiva.

El país no va bien. Cada mañana nos enfrenta con el desastre que ha representado el manejo de la pandemia que está fuera de control en nuestro país. El programa de vacunación contra Covid-19 es confuso y carente de resultados hasta el momento. La economía cayó 8.5% según datos del Inegi respecto al año anterior, una caída similar no vista en casi 90 años.

Ya no podemos engañarnos, vivimos la mayor tragedia sanitaria y económica del siglo.

Una errática estrategia que ya ha costado más de 161,240 vidas y si seguimos pensando que la curva de contagios está domada y que ya vemos la luz al final del túnel. ¡Estamos en problemas!

Aquí, cada quien hace lo que mejor le parece, se utiliza el criterio propio tanto a nivel federal, como estatal y municipal. Las fronteras abiertas, los vuelos y aeropuertos sin garantías reales para evitar contagios, las calles en las ciudades con un aforo normal hasta antes de la pandemia y así podemos seguirnos de largo.

Sí, el Gobierno no es el único responsable y ha quedado claro que los ciudadanos tampoco hemos puesto nuestra parte en esta conciencia sobre lo que significa el impacto no sólo inmediato, sino a mediano y largo plazo de la pandemia. Pero cierto es que el actuar de las autoridades ha sido totalmente laxo.

La crisis, por supuesto, no es exclusiva de México e impacta al mundo entero, pero con la obstinada visión del Gobierno federal de no querer corregir su estrategia para enfrentar la pandemia, ya colocó a México como el tercer País de mayor muerte por Covid-19 en el mundo, sólo detrás de EUA y Brasil por cierto donde sus presidentes igualmente ignoraron la seriedad de la pandemia. ( Trump y Bolsonaro )

Escuchar a diario las conferencias vespertinas donde el doctor Hugo Lopez-Gatell da a conocer las cifras que rebasaron en enero las mil muertes diarias y que cerraron el mes con más de 32 mil personas muertas a causa del Covid-19 está a punto de convertirse en la normalidad en México. Si estos datos no nos gritan que vamos mal, estamos en problemas.

La compleja estrategia para enfrentar la pandemia, no está funcionando.

La vacunación ha sido hasta el momento otro fracaso. La meta planteada por la propia administración era vacunar a 1.1 millones de personas —personal de salud— al 31 de enero. Hasta ese día se habían aplicado poco más de 673 mil dosis, es decir apenas el 60% de la meta.

En el caso de la vacunación para personas mayores de 60 años, debió iniciarse este mes, pero no hay vacunas ni claridad sobre su disponibilidad en el futuro cercano; el registro en Internet de la población para recibir la vacuna en los próximos meses según el programa establecido, tampoco está funcionando. Las páginas inhabilitadas para realizar el proceso.

Por otro lado, las cifras económicas muestran la otra cara de la pandemia. La caída de 8.5% en la producción no sólo es un número, dejó sin trabajo formal a más 647 mil personas en el 2020. Sin dejar de mencionar los cientos de miles de empresas que desaparecieron por esta crisis.

Más de diez millones de personas se habrán sumado a la pobreza en un solo año, en un país cuyas cifras en este tema ya eran alarmantes.

La desigualdad se agudiza no sólo en el tema de ingresos se agudizará por la diferencia educativa que hoy enfrenta la niñez que no puede acceder a ella adecuadamente por no tener acceso a internet.

Nos alegró saber que el Presidente se encuentra en franca recuperación y esperemos que, en la soledad de su recuperación, reflexione y escuche otras voces que le hagan ver que no puede seguir en una sola línea de pensamiento.

Que estos días en retiro lo hagan ver el sufrimiento que ha representado esta pandemia para los más de 126 millones de mexicanos que observamos cómo la pandemia nos arrebata la vida a diario, la economía se desmorona y la desigualdad se profundiza. No todos han corrido su suerte ni han tenido la atención médica garantizada como él.

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Llegó la hora de cambiar para salir adelante de esta pesadilla que ha significado muerte y sufrimiento para nuestro País.

Flojo, flácido, relajado, distendido. Que no tiene la tensión que debe tener; poco estricto moralmente. Es el significado de laxo y que aplica perfectamente a la realidad en México antes, pero especialmente durante la pandemia, momentos de crisis que ponen a prueba al más rico y al más pobre en el mundo, que saca a flote capacidades e incapacidades.

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Imagínese la gravedad del problema en que estamos metidos si ya otros países están restringiendo a sus habitantes los viajes a México.

Como parte de las acciones para combatir la pandemia por Covid-19, el Gobierno de Canadá informó a partir del 31 de enero se suspenderán los viajes hacia destinos turísticos tradicionales de sol y playa como México y el Caribe.

Inmediatamente Cancillería mexicana respondió solicitando a ese país quitar esas restricciones de vuelo para evitar la caída económica, pero no hace nada más al respecto para garantizar medidas mínimas sanitarias a los visitantes. Por supuesto no ha habido respuesta positiva.

El país no va bien. Cada mañana nos enfrenta con el desastre que ha representado el manejo de la pandemia que está fuera de control en nuestro país. El programa de vacunación contra Covid-19 es confuso y carente de resultados hasta el momento. La economía cayó 8.5% según datos del Inegi respecto al año anterior, una caída similar no vista en casi 90 años.

Ya no podemos engañarnos, vivimos la mayor tragedia sanitaria y económica del siglo.

Una errática estrategia que ya ha costado más de 161,240 vidas y si seguimos pensando que la curva de contagios está domada y que ya vemos la luz al final del túnel. ¡Estamos en problemas!

Aquí, cada quien hace lo que mejor le parece, se utiliza el criterio propio tanto a nivel federal, como estatal y municipal. Las fronteras abiertas, los vuelos y aeropuertos sin garantías reales para evitar contagios, las calles en las ciudades con un aforo normal hasta antes de la pandemia y así podemos seguirnos de largo.

Sí, el Gobierno no es el único responsable y ha quedado claro que los ciudadanos tampoco hemos puesto nuestra parte en esta conciencia sobre lo que significa el impacto no sólo inmediato, sino a mediano y largo plazo de la pandemia. Pero cierto es que el actuar de las autoridades ha sido totalmente laxo.

La crisis, por supuesto, no es exclusiva de México e impacta al mundo entero, pero con la obstinada visión del Gobierno federal de no querer corregir su estrategia para enfrentar la pandemia, ya colocó a México como el tercer País de mayor muerte por Covid-19 en el mundo, sólo detrás de EUA y Brasil por cierto donde sus presidentes igualmente ignoraron la seriedad de la pandemia. ( Trump y Bolsonaro )

Escuchar a diario las conferencias vespertinas donde el doctor Hugo Lopez-Gatell da a conocer las cifras que rebasaron en enero las mil muertes diarias y que cerraron el mes con más de 32 mil personas muertas a causa del Covid-19 está a punto de convertirse en la normalidad en México. Si estos datos no nos gritan que vamos mal, estamos en problemas.

La compleja estrategia para enfrentar la pandemia, no está funcionando.

La vacunación ha sido hasta el momento otro fracaso. La meta planteada por la propia administración era vacunar a 1.1 millones de personas —personal de salud— al 31 de enero. Hasta ese día se habían aplicado poco más de 673 mil dosis, es decir apenas el 60% de la meta.

En el caso de la vacunación para personas mayores de 60 años, debió iniciarse este mes, pero no hay vacunas ni claridad sobre su disponibilidad en el futuro cercano; el registro en Internet de la población para recibir la vacuna en los próximos meses según el programa establecido, tampoco está funcionando. Las páginas inhabilitadas para realizar el proceso.

Por otro lado, las cifras económicas muestran la otra cara de la pandemia. La caída de 8.5% en la producción no sólo es un número, dejó sin trabajo formal a más 647 mil personas en el 2020. Sin dejar de mencionar los cientos de miles de empresas que desaparecieron por esta crisis.

Más de diez millones de personas se habrán sumado a la pobreza en un solo año, en un país cuyas cifras en este tema ya eran alarmantes.

La desigualdad se agudiza no sólo en el tema de ingresos se agudizará por la diferencia educativa que hoy enfrenta la niñez que no puede acceder a ella adecuadamente por no tener acceso a internet.

Nos alegró saber que el Presidente se encuentra en franca recuperación y esperemos que, en la soledad de su recuperación, reflexione y escuche otras voces que le hagan ver que no puede seguir en una sola línea de pensamiento.

Que estos días en retiro lo hagan ver el sufrimiento que ha representado esta pandemia para los más de 126 millones de mexicanos que observamos cómo la pandemia nos arrebata la vida a diario, la economía se desmorona y la desigualdad se profundiza. No todos han corrido su suerte ni han tenido la atención médica garantizada como él.

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