/ domingo 25 de julio de 2021

Domingo de reflexión | Domingo 17 del tiempo ordinario

A partir de este domingo, y los cuatro siguientes, interrumpimos la lectura continua del evangelio de san Marcos para leer el capítulo seis del evangelio de san Juan. Cada uno de estos cinco domingos tendremos la oportunidad de reflexionar algún aspecto significativo de la persona de Jesús. Nos fijaremos, ante todo, en sus palabras y en sus acciones.

El evangelista san Juan, cuando presenta algún hecho prodigioso realizado por nuestro Señor, utiliza la palabra “signo”, en vez de “milagro” como lo hacen los evangelistas sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas). La palabra “milagro” expresa simplemente un hecho prodigioso llevado a cabo por Jesús; en cambio la palabra “signo” denota no sólo un hecho extraordinario, sino, ante todo, un hecho que encierra un significado más profundo que el simple “prodigio o milagro”.

La primera lectura y el evangelio coinciden en varios aspectos: Eliseo y Jesús son profetas cuyas acciones y palabras poseen una fuerza impactante para los discípulos; ambos son seguidos por una buena cantidad de personas; el alimento disponible es poco para tanta gente; tanto Eliseo como Jesús tienen la certeza que Dios provee de alimento para su pueblo; el milagro sucede en uno y otro caso; todos comen, se sacian y sobra una buena cantidad de comida.

Nos preguntamos ahora, ¿Cuál es el mensaje que Dios nos ofrece en estas lecturas bíblicas? ¿Qué está detrás de este “signo” realizado por Jesús? Son varias las enseñanzas que nos presenta el evangelio de este domingo: en primer lugar destacamos el hecho de que Jesús es seguido por mucha gente que disfruta de sus palabras y de sus acciones; todos ven en Jesús al profeta prometido en el Antiguo Testamento.

El signo narrado tiene relación con la Pascua, así lo indica el evangelista. La “multiplicación de los panes”, en san Juan, expresa que debemos unir las palabras que pronunciará Jesús después de este relato; en tales palabras encontraremos el significado profundo de este hecho prodigioso. Por hoy, basta decir que Jesús nos ofrece un alimento que sacia nuestra hambre de manera “abundante”: “con los pedazos que sobraron de los cinco panes, llenaron doce canastos”.

Imposible pasar por alto la segunda lectura de este domingo. San Pablo nos invita a practicar varias virtudes que ayudan a edificar sólidamente la comunidad eclesial: “Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz”. En realidad la segunda lectura nos presenta, en su conjunto, una buena cantidad de virtudes para practicar, destacando las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor: “una sola es la esperanza…una sola fe…”.

Contemplemos, como discípulos, el signo realizado por Jesús en el evangelio de este domingo. Pidamos por quienes padecen hambre en su cuerpo, y comprometámonos a compartir lo que tenemos con aquellos hermanos nuestros que carecen de lo necesario para vivir. Así sea.

¡Que tengan un excelente domingo!


A partir de este domingo, y los cuatro siguientes, interrumpimos la lectura continua del evangelio de san Marcos para leer el capítulo seis del evangelio de san Juan. Cada uno de estos cinco domingos tendremos la oportunidad de reflexionar algún aspecto significativo de la persona de Jesús. Nos fijaremos, ante todo, en sus palabras y en sus acciones.

El evangelista san Juan, cuando presenta algún hecho prodigioso realizado por nuestro Señor, utiliza la palabra “signo”, en vez de “milagro” como lo hacen los evangelistas sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas). La palabra “milagro” expresa simplemente un hecho prodigioso llevado a cabo por Jesús; en cambio la palabra “signo” denota no sólo un hecho extraordinario, sino, ante todo, un hecho que encierra un significado más profundo que el simple “prodigio o milagro”.

La primera lectura y el evangelio coinciden en varios aspectos: Eliseo y Jesús son profetas cuyas acciones y palabras poseen una fuerza impactante para los discípulos; ambos son seguidos por una buena cantidad de personas; el alimento disponible es poco para tanta gente; tanto Eliseo como Jesús tienen la certeza que Dios provee de alimento para su pueblo; el milagro sucede en uno y otro caso; todos comen, se sacian y sobra una buena cantidad de comida.

Nos preguntamos ahora, ¿Cuál es el mensaje que Dios nos ofrece en estas lecturas bíblicas? ¿Qué está detrás de este “signo” realizado por Jesús? Son varias las enseñanzas que nos presenta el evangelio de este domingo: en primer lugar destacamos el hecho de que Jesús es seguido por mucha gente que disfruta de sus palabras y de sus acciones; todos ven en Jesús al profeta prometido en el Antiguo Testamento.

El signo narrado tiene relación con la Pascua, así lo indica el evangelista. La “multiplicación de los panes”, en san Juan, expresa que debemos unir las palabras que pronunciará Jesús después de este relato; en tales palabras encontraremos el significado profundo de este hecho prodigioso. Por hoy, basta decir que Jesús nos ofrece un alimento que sacia nuestra hambre de manera “abundante”: “con los pedazos que sobraron de los cinco panes, llenaron doce canastos”.

Imposible pasar por alto la segunda lectura de este domingo. San Pablo nos invita a practicar varias virtudes que ayudan a edificar sólidamente la comunidad eclesial: “Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz”. En realidad la segunda lectura nos presenta, en su conjunto, una buena cantidad de virtudes para practicar, destacando las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor: “una sola es la esperanza…una sola fe…”.

Contemplemos, como discípulos, el signo realizado por Jesús en el evangelio de este domingo. Pidamos por quienes padecen hambre en su cuerpo, y comprometámonos a compartir lo que tenemos con aquellos hermanos nuestros que carecen de lo necesario para vivir. Así sea.

¡Que tengan un excelente domingo!


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