/ domingo 19 de enero de 2020

Domingo de reflexión | Domingo II del tiempo ordinario

“Jesús es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Con la fiesta del bautismo del Señor, celebrada hace ocho días, iniciamos nuestro seguimiento de la persona de Jesús, el Hijo amado del Padre. La vida pública de nuestro Señor ha comenzado de nuevo, y nosotros, sus discípulos, lo vamos a ir acompañando durante el año, contemplando sus palabras, sus obras, sus actitudes, a fin de transformar nuestra vida al estilo del Maestro de Nazaret.

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Este domingo se nos presentan, para nuestra reflexión, dos aspectos importantes que tienen relación con Jesús y con nosotros sus seguidores: En primer lugar, la respuesta a la pregunta: ¿Quién es Jesús?; y, en segundo lugar, el tema acerca del “dar testimonio de Jesús”.

En las tres lecturas encontramos, con claridad, la respuesta a la pregunta ¿quién es Jesús? ya que, tanto el profeta, como san Pablo y Juan el Bautista, cada uno en su propio tiempo y en sus circunstancias particulares nos ofrecen elementos esenciales de la persona de nuestro Señor. Así por ejemplo, en la primera lectura, destacamos: el ser Siervo de Dios, el tener una misión a favor del pueblo de Israel, el ser luz para todas las naciones llevando la salvación de Dios a todos los rincones de la tierra: “Te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.

San Pablo, en la segunda lectura, da testimonio de Cristo señalando dos aspectos importantes de él: Jesús es Santificador y es Señor: “A todos ustedes, a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y que son su pueblo santo… les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor”.

Juan el Bautista, a quien “conocimos” el domingo pasado bautizando a Jesús, da testimonio de él, otorgándole dos magníficos títulos: Cordero de Dios e Hijo de Dios: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo… Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Además, también señala parte de su misión: borrar el pecado en el mundo y bautizar con el Espíritu Santo: “Aquél sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo…”.

Hoy, pues, tenemos en la palabra de Dios una magnífica síntesis de la cristología (la teología acerca de la persona de Jesucristo). En efecto, tanto los títulos que se le dan a Jesús, como los rasgos de su misión, nos hablan del ser y del quehacer de nuestro Salvador, del Maestro a quien nosotros como discípulos seguimos, paso a paso, identificándonos cada vez más con él.

Pidamos a Dios en la eucaristía de este domingo, que el testimonio que san Pablo y Juan Bautista nos dan, a partir de la experiencia vivida por cada uno de ellos, nos sirva ahora a nosotros para también dar testimonio de nuestra fe en la persona de Jesús, el Señor. Amén.

¡Que tengan un excelente domingo!

Monseñor Ruy Rendón Leal. Arzobispo de Hermosillo.

Isaías 49,3.5-6

1 Corintios 1,1-3

Juan 1,29-34

“Jesús es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Con la fiesta del bautismo del Señor, celebrada hace ocho días, iniciamos nuestro seguimiento de la persona de Jesús, el Hijo amado del Padre. La vida pública de nuestro Señor ha comenzado de nuevo, y nosotros, sus discípulos, lo vamos a ir acompañando durante el año, contemplando sus palabras, sus obras, sus actitudes, a fin de transformar nuestra vida al estilo del Maestro de Nazaret.

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Este domingo se nos presentan, para nuestra reflexión, dos aspectos importantes que tienen relación con Jesús y con nosotros sus seguidores: En primer lugar, la respuesta a la pregunta: ¿Quién es Jesús?; y, en segundo lugar, el tema acerca del “dar testimonio de Jesús”.

En las tres lecturas encontramos, con claridad, la respuesta a la pregunta ¿quién es Jesús? ya que, tanto el profeta, como san Pablo y Juan el Bautista, cada uno en su propio tiempo y en sus circunstancias particulares nos ofrecen elementos esenciales de la persona de nuestro Señor. Así por ejemplo, en la primera lectura, destacamos: el ser Siervo de Dios, el tener una misión a favor del pueblo de Israel, el ser luz para todas las naciones llevando la salvación de Dios a todos los rincones de la tierra: “Te voy a convertir en luz de las naciones, para que mi salvación llegue hasta los últimos rincones de la tierra”.

San Pablo, en la segunda lectura, da testimonio de Cristo señalando dos aspectos importantes de él: Jesús es Santificador y es Señor: “A todos ustedes, a quienes Dios santificó en Cristo Jesús y que son su pueblo santo… les deseo la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor”.

Juan el Bautista, a quien “conocimos” el domingo pasado bautizando a Jesús, da testimonio de él, otorgándole dos magníficos títulos: Cordero de Dios e Hijo de Dios: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo… Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios”. Además, también señala parte de su misión: borrar el pecado en el mundo y bautizar con el Espíritu Santo: “Aquél sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo…”.

Hoy, pues, tenemos en la palabra de Dios una magnífica síntesis de la cristología (la teología acerca de la persona de Jesucristo). En efecto, tanto los títulos que se le dan a Jesús, como los rasgos de su misión, nos hablan del ser y del quehacer de nuestro Salvador, del Maestro a quien nosotros como discípulos seguimos, paso a paso, identificándonos cada vez más con él.

Pidamos a Dios en la eucaristía de este domingo, que el testimonio que san Pablo y Juan Bautista nos dan, a partir de la experiencia vivida por cada uno de ellos, nos sirva ahora a nosotros para también dar testimonio de nuestra fe en la persona de Jesús, el Señor. Amén.

¡Que tengan un excelente domingo!

Monseñor Ruy Rendón Leal. Arzobispo de Hermosillo.

Isaías 49,3.5-6

1 Corintios 1,1-3

Juan 1,29-34

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