/ domingo 5 de diciembre de 2021

Domingo de reflexión | Segundo domingo de Adviento

“Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador”.

Baruc 5,1-9
Filipenses 1,4-6.8-11
Lucas 3,1-6

El Adviento es un camino que nos conduce a la celebración del nacimiento del Hijo de Dios. En este camino que recorremos, Dios nos acompaña con su palabra viva y amorosa, la cual va iluminando nuestros pasos a fin de que, bien dispuestos, recibamos, en su momento, al Salvador que nace en el portal de Belén.

Este domingo la palabra de Dios nos propone meditar acerca del tema del camino que el pueblo de Israel recorrió en tiempos antiguos al volver del exilio en Babilonia. Este regreso da pie para que los profetas no sólo hablen de él como un acontecimiento histórico, sino le den, además, un sentido espiritual más profundo. En efecto, Baruc, en la primera lectura, expresa que Dios acompaña a los exiliados que vuelven, llenos de alegría, a su tierra; el retorno no tiene obstáculo alguno: “Dios ha ordenado que se bajen todas las montañas y todas las colinas, que se rellenen todos los valles hasta aplanar la tierra para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios”. El salmista concluye poniendo en boca de los paganos una bella frase: “¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!”.

San Lucas, en el evangelio, nos presenta a un gran personaje del tiempo de la espera: Juan el Bautista. A él, san Lucas le aplica el texto del profeta Isaías que es muy semejante al de Baruc (primera lectura). Juan el Bautista predica en el desierto e invita a varias cosas: preparar el camino del Señor, rectificar los senderos, rellenar los valles, rebajar las montañas y colinas, enderezar lo que esté tortuoso, allanar los caminos ásperos.

Al preguntarnos: y todo esto ¿para qué?, el evangelio nos da la respuesta: “y todos los hombres verán la salvación de Dios”. Así es, en efecto, sólo si cada uno de nosotros en este Adviento busca sinceramente preparar la llegada de Jesús en la Navidad, y se esfuerza en rectificar su vida, quitar obstáculos, tener ánimo, practicar la humildad, podrá contemplar la salvación de Dios en el recién nacido.

San Pablo, por último, al hablar a los filipenses, señala que es Dios quien va perfeccionando la vida del creyente hasta la venida de Cristo. Asimismo, el Apóstol ora por la comunidad pidiéndole a Dios que su amor siga creciendo en ellos, más y más, a fin de que puedan llegar limpios e irreprochables al día de la venida de Cristo, llenos de frutos de justicia. Nosotros, durante este Adviento, con la ayuda del Señor y con nuestro mejor empeño, podremos ir perfeccionando nuestra vida cristiana, experimentando el amor inefable de Dios y llevando una conducta limpia e irreprochable.

Pidamos a Dios nuestro Señor, en la eucaristía de este domingo, que nuestras preocupaciones terrenas no nos impidan prepararnos debidamente, con un corazón en gracia, para recibir y poder contemplar la salvación que Jesús nos trae con su nacimiento. Así sea.

¡Que tengan un excelente domingo!

“Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador”.

Baruc 5,1-9
Filipenses 1,4-6.8-11
Lucas 3,1-6

El Adviento es un camino que nos conduce a la celebración del nacimiento del Hijo de Dios. En este camino que recorremos, Dios nos acompaña con su palabra viva y amorosa, la cual va iluminando nuestros pasos a fin de que, bien dispuestos, recibamos, en su momento, al Salvador que nace en el portal de Belén.

Este domingo la palabra de Dios nos propone meditar acerca del tema del camino que el pueblo de Israel recorrió en tiempos antiguos al volver del exilio en Babilonia. Este regreso da pie para que los profetas no sólo hablen de él como un acontecimiento histórico, sino le den, además, un sentido espiritual más profundo. En efecto, Baruc, en la primera lectura, expresa que Dios acompaña a los exiliados que vuelven, llenos de alegría, a su tierra; el retorno no tiene obstáculo alguno: “Dios ha ordenado que se bajen todas las montañas y todas las colinas, que se rellenen todos los valles hasta aplanar la tierra para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios”. El salmista concluye poniendo en boca de los paganos una bella frase: “¡Grandes cosas ha hecho por ellos el Señor!”.

San Lucas, en el evangelio, nos presenta a un gran personaje del tiempo de la espera: Juan el Bautista. A él, san Lucas le aplica el texto del profeta Isaías que es muy semejante al de Baruc (primera lectura). Juan el Bautista predica en el desierto e invita a varias cosas: preparar el camino del Señor, rectificar los senderos, rellenar los valles, rebajar las montañas y colinas, enderezar lo que esté tortuoso, allanar los caminos ásperos.

Al preguntarnos: y todo esto ¿para qué?, el evangelio nos da la respuesta: “y todos los hombres verán la salvación de Dios”. Así es, en efecto, sólo si cada uno de nosotros en este Adviento busca sinceramente preparar la llegada de Jesús en la Navidad, y se esfuerza en rectificar su vida, quitar obstáculos, tener ánimo, practicar la humildad, podrá contemplar la salvación de Dios en el recién nacido.

San Pablo, por último, al hablar a los filipenses, señala que es Dios quien va perfeccionando la vida del creyente hasta la venida de Cristo. Asimismo, el Apóstol ora por la comunidad pidiéndole a Dios que su amor siga creciendo en ellos, más y más, a fin de que puedan llegar limpios e irreprochables al día de la venida de Cristo, llenos de frutos de justicia. Nosotros, durante este Adviento, con la ayuda del Señor y con nuestro mejor empeño, podremos ir perfeccionando nuestra vida cristiana, experimentando el amor inefable de Dios y llevando una conducta limpia e irreprochable.

Pidamos a Dios nuestro Señor, en la eucaristía de este domingo, que nuestras preocupaciones terrenas no nos impidan prepararnos debidamente, con un corazón en gracia, para recibir y poder contemplar la salvación que Jesús nos trae con su nacimiento. Así sea.

¡Que tengan un excelente domingo!

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