/ lunes 6 de diciembre de 2021

El columnario | Apuntes sobre el estado del arte por Rosales

Al trabajar en mi estudio, generalmente entro en una especie de introspección y meditación, trabajo la forma, el dibujo, reflexiono sobre la composición (a veces de manera inconsciente), otras no. Sin embargo, repaso las obras que se encuentran a mi alrededor, observo las de mis primeros años, las de ciertas etapas y otras más recientes, generando una autoevaluación de lo producido, ya sea desde los aspectos técnicos e iconográficos, razono sobre algunas temáticas abordadas de manera previa, regreso a la construcción-deconstrucción de los conceptos y los recreo desde lo actual y lo vivencial para obtener un resultado satisfactorio; (luego dicen que el artista no es complejo).

Dejo correr algunas mezclas sobre lo ya delineado, por lo que me nutro de representaciones más sublimes, desde la perspectiva un tanto poética, ya que las figuras me resultan un tanto sutiles, sin embargo, lo que resalta con mayor fuerza es la expresión desde un punto de vista estético, (mis personajes me empiezan a observar, me identifican como su creador), continúo trabajando, por lo que la calidad dibujística siempre está cargada de un valor plástico un tanto disruptivo en relación con otras expresiones creativas, ya que estas toman mayor importancia conforme se van desarrollando en una serie o conjunto específico; ya que considero adquiere gran relevancia dentro del mismo lenguaje visual, ya sea estéticamente, como desde el aspecto de la iconografía misma. Por lo que el artista debe saber expresar dichos valores en la obra misma, saberse y reconocerse como un transmisor de sentimientos y emociones descarnadas, tomándolas fríamente y sin obstáculo o impedimento para abordarlas desde la expresión visual.

Es ahí donde viene un análisis crítico formal de la imagen realizada y de cómo ésta impacta algunos aspectos en el contenido y lenguaje pictórico desarrollado, incluyendo sus más diversos matices y argumentaciones tanto conscientes como inconscientes.

El compromiso es personal, por lo que entrenar y educar el ojo corresponde desde el enfoque de la crítica, un cumulo de experiencias estéticas y visuales enriquecedoras para el individuo y no un simple evento, ya que lo anterior se da por registro tanto mental, como visual, aunque no necesariamente va a significar un resguardo estético, sino más bien una emoción, lo que de por sí ya resulta más complejo al momento de discriminar o excluir conceptos para obtener un resultado directo en relación a un análisis más consciente y más específico. Ahora imaginemos a un ignorante… el encargo está por demás difícil, no se diga complejo.

Es importante hacer una pausa para depurar, meditar y razonar varios aspectos, analizar el conjunto y enfocar hacia lo que sigue, estando consciente de lo anterior, el trazo, el dibujo y las atmósferas se autorreconocen con más claridad hacia lo que dicta la figura y la forma. Por lo que nunca es conveniente dejar una idea deliberada sin afirmar su origen, es decir quién la creó o quién es su dueño… razón espiritual de la conciencia del arte. “Bienaventurados los pobres de espíritu, ya que de ellos será el reino de los cielos…” (Mateo 5:3)

Al trabajar en mi estudio, generalmente entro en una especie de introspección y meditación, trabajo la forma, el dibujo, reflexiono sobre la composición (a veces de manera inconsciente), otras no. Sin embargo, repaso las obras que se encuentran a mi alrededor, observo las de mis primeros años, las de ciertas etapas y otras más recientes, generando una autoevaluación de lo producido, ya sea desde los aspectos técnicos e iconográficos, razono sobre algunas temáticas abordadas de manera previa, regreso a la construcción-deconstrucción de los conceptos y los recreo desde lo actual y lo vivencial para obtener un resultado satisfactorio; (luego dicen que el artista no es complejo).

Dejo correr algunas mezclas sobre lo ya delineado, por lo que me nutro de representaciones más sublimes, desde la perspectiva un tanto poética, ya que las figuras me resultan un tanto sutiles, sin embargo, lo que resalta con mayor fuerza es la expresión desde un punto de vista estético, (mis personajes me empiezan a observar, me identifican como su creador), continúo trabajando, por lo que la calidad dibujística siempre está cargada de un valor plástico un tanto disruptivo en relación con otras expresiones creativas, ya que estas toman mayor importancia conforme se van desarrollando en una serie o conjunto específico; ya que considero adquiere gran relevancia dentro del mismo lenguaje visual, ya sea estéticamente, como desde el aspecto de la iconografía misma. Por lo que el artista debe saber expresar dichos valores en la obra misma, saberse y reconocerse como un transmisor de sentimientos y emociones descarnadas, tomándolas fríamente y sin obstáculo o impedimento para abordarlas desde la expresión visual.

Es ahí donde viene un análisis crítico formal de la imagen realizada y de cómo ésta impacta algunos aspectos en el contenido y lenguaje pictórico desarrollado, incluyendo sus más diversos matices y argumentaciones tanto conscientes como inconscientes.

El compromiso es personal, por lo que entrenar y educar el ojo corresponde desde el enfoque de la crítica, un cumulo de experiencias estéticas y visuales enriquecedoras para el individuo y no un simple evento, ya que lo anterior se da por registro tanto mental, como visual, aunque no necesariamente va a significar un resguardo estético, sino más bien una emoción, lo que de por sí ya resulta más complejo al momento de discriminar o excluir conceptos para obtener un resultado directo en relación a un análisis más consciente y más específico. Ahora imaginemos a un ignorante… el encargo está por demás difícil, no se diga complejo.

Es importante hacer una pausa para depurar, meditar y razonar varios aspectos, analizar el conjunto y enfocar hacia lo que sigue, estando consciente de lo anterior, el trazo, el dibujo y las atmósferas se autorreconocen con más claridad hacia lo que dicta la figura y la forma. Por lo que nunca es conveniente dejar una idea deliberada sin afirmar su origen, es decir quién la creó o quién es su dueño… razón espiritual de la conciencia del arte. “Bienaventurados los pobres de espíritu, ya que de ellos será el reino de los cielos…” (Mateo 5:3)