/ sábado 21 de noviembre de 2020

El columnario | Desarrollo del trabajo iconográfico y la línea estética I

En lo que respecta a este tema, debo comentar que ciertamente el desarrollar lo anterior, no es producto de algo inmediato o que se dé con facilidad, indudablemente es el resultado de años de trabajo, de encontrar un estilo con el que uno como artista se identifica, una escuela o tendencia, por lo que la iconografía parte de ello, es decir del reconocimiento estético en relación a la imagen.

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Las formas y la figura como elementos esenciales de la madurez tanto creativa como intelectual en el trabajo mismo, es el despliegue de trabajar una línea estética, del autorreconocimiento en el trabajo diario, de pisar uno y otro taller y seguir siendo el mismo, con una propuesta fácilmente identificable, desde la parte en donde uno como artista discurre y se enfrenta con los personajes, seres que nos hablan, que dialogan y llegamos a entablar algo así como un encuentro íntimo en lo privado, ya que ahí solamente tiene invitación el creador y el que resulta de ello (la creación), creo que es la mejor manera de describir el “hecho artístico”.

La experiencia estética que tiene el artista durante el desarrollo de una pieza en particular, es por ello la importancia de tomar en consideración aspectos tan personales, así como característicos en cuanto al trabajo mismo y de cómo éste se ve afectado durante su ejecución, (aunque cuando se dice “afectado” radica hacia un aspecto positivo), aclaro.

Cada creación me llena de emoción cuando los resultados considero satisfacen mis más absolutas exigencias, mismas que yo me planteo desde el inicio, a pesar de ello, cuando éstas se manifiestan, voy explorando posibilidades tanto de la imagen, como de contenido, entre otros; tales como el dibujo mismo en cuanto a la incorporación de los elementos gráfico-plásticos, la distribución, al igual que la incorporación del color como una atmósfera, etc. Lo que me lleva a pensar que el crítico más severo de la obra producida es uno mismo, a lo que no es de extrañarse que la mayoría de las veces me tenga sin el menor cuidado la opinión de la crítica en torno a mi trabajo, recogiendo obviamente aquellas que me resultan por demás interesantes, o que siento aportan un contenido sustancial en su forma de relacionarse con la obra de manera ya sea directa o indirecta.

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Es por ello, la importancia de partir de bases y elementos que puedan servir hacia la construcción de un texto en donde quien escribe pueda desarrollar un mecanismo de comunicación literario, con argumentos y contenido visual, describiendo el contexto y partiendo de elementos tangibles, así como de un absoluto profesionalismo intelectual y no nada más producto de la inmediatez, la banalidad y la superficialidad o modita del momento y las circunstancias que a esto refiere. Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…

En lo que respecta a este tema, debo comentar que ciertamente el desarrollar lo anterior, no es producto de algo inmediato o que se dé con facilidad, indudablemente es el resultado de años de trabajo, de encontrar un estilo con el que uno como artista se identifica, una escuela o tendencia, por lo que la iconografía parte de ello, es decir del reconocimiento estético en relación a la imagen.

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Las formas y la figura como elementos esenciales de la madurez tanto creativa como intelectual en el trabajo mismo, es el despliegue de trabajar una línea estética, del autorreconocimiento en el trabajo diario, de pisar uno y otro taller y seguir siendo el mismo, con una propuesta fácilmente identificable, desde la parte en donde uno como artista discurre y se enfrenta con los personajes, seres que nos hablan, que dialogan y llegamos a entablar algo así como un encuentro íntimo en lo privado, ya que ahí solamente tiene invitación el creador y el que resulta de ello (la creación), creo que es la mejor manera de describir el “hecho artístico”.

La experiencia estética que tiene el artista durante el desarrollo de una pieza en particular, es por ello la importancia de tomar en consideración aspectos tan personales, así como característicos en cuanto al trabajo mismo y de cómo éste se ve afectado durante su ejecución, (aunque cuando se dice “afectado” radica hacia un aspecto positivo), aclaro.

Cada creación me llena de emoción cuando los resultados considero satisfacen mis más absolutas exigencias, mismas que yo me planteo desde el inicio, a pesar de ello, cuando éstas se manifiestan, voy explorando posibilidades tanto de la imagen, como de contenido, entre otros; tales como el dibujo mismo en cuanto a la incorporación de los elementos gráfico-plásticos, la distribución, al igual que la incorporación del color como una atmósfera, etc. Lo que me lleva a pensar que el crítico más severo de la obra producida es uno mismo, a lo que no es de extrañarse que la mayoría de las veces me tenga sin el menor cuidado la opinión de la crítica en torno a mi trabajo, recogiendo obviamente aquellas que me resultan por demás interesantes, o que siento aportan un contenido sustancial en su forma de relacionarse con la obra de manera ya sea directa o indirecta.

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