/ martes 25 de agosto de 2020

El columnario | Me autorretrato, luego existo

Las experiencias artísticas y culturales que he tenido en las últimas semanas, así como en estos meses, no han mermado en lo absoluto ni afectado el proceso natural de las cosas, ya que debido a las circunstancias actuales en las que la mayoría de la sociedad se ha tenido que adecuar, no han representado en si una molestia a mi persona.

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Cabe señalar, me he mantenido fiel a mi trabajo primario que son las artes, tanto plásticas, como visuales, además de mi oficio como escritor, práctica que, por cierto, descubrí hace ya algunos años y que se dio gracias a factores y circunstancias que me pusieron en el plano y la escena literaria, respectivamente.

Sin embargo, como se puede apreciar en algunos de mis “Columnarios” anteriores, la práctica estética me resulta por demás muy interesante en relación a nuevas formas, así como a distintos tipos de contenidos en lo que al tema de las artes visuales se refiere; en el que de alguna manera u otra dejo entre ver mis obsesiones más recurrentes, algo así como una especie de “Confabulario”, ¿sexo, erotismo y perversión? por lo que ciertamente, no es de extrañarse cierto recelo y molestia por parte de algunos literatos de la localidad con respecto a mi oficio de escritor, a lo que ciertamente no le doy importancia alguna, ya que para mi caso particular debo confesar.

Los llamados “Columnarios”, representan en sí una especie de pasajes, hechos y acontecimientos en los que de alguna manera voy retratando mi camino por las artes, así como las experiencias recogidas a lo largo de los años, incluyendo en estos algunos recuerdos ya sea tanto de la infancia, así como algunos hechos recientes.

Por lo que considero en mi caso particular, la escritura y artes visuales se complementan de manera natural, es decir tienen correspondencia y una relación directa.

Refiriéndome con lo anterior a una porción muy concreta de la parte tanto narrativa como de crónica, ya que generalmente plasmo a detalle cada uno de los pasajes por los que voy transcurriendo dentro de mi propia historia.

Todo es como un gran “autorretrato” en el que las líneas acontecen entre una historia enmarcada de atmósferas un tanto diluidas, ciertamente tal y como lo dictan las contracturas literarias de una razón aunada a una reflexión que discurre y transita entre una adyacente estética provocada desde la conciencia absolutista y personal, emanada de circunstancias un tanto etéreas y cargadas de un inexorable temperamento, por lo que este texto está considerado un autorretrato en sí.

Es cuánto. Nos vemos la próxima entrega…


Las experiencias artísticas y culturales que he tenido en las últimas semanas, así como en estos meses, no han mermado en lo absoluto ni afectado el proceso natural de las cosas, ya que debido a las circunstancias actuales en las que la mayoría de la sociedad se ha tenido que adecuar, no han representado en si una molestia a mi persona.

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Cabe señalar, me he mantenido fiel a mi trabajo primario que son las artes, tanto plásticas, como visuales, además de mi oficio como escritor, práctica que, por cierto, descubrí hace ya algunos años y que se dio gracias a factores y circunstancias que me pusieron en el plano y la escena literaria, respectivamente.

Sin embargo, como se puede apreciar en algunos de mis “Columnarios” anteriores, la práctica estética me resulta por demás muy interesante en relación a nuevas formas, así como a distintos tipos de contenidos en lo que al tema de las artes visuales se refiere; en el que de alguna manera u otra dejo entre ver mis obsesiones más recurrentes, algo así como una especie de “Confabulario”, ¿sexo, erotismo y perversión? por lo que ciertamente, no es de extrañarse cierto recelo y molestia por parte de algunos literatos de la localidad con respecto a mi oficio de escritor, a lo que ciertamente no le doy importancia alguna, ya que para mi caso particular debo confesar.

Los llamados “Columnarios”, representan en sí una especie de pasajes, hechos y acontecimientos en los que de alguna manera voy retratando mi camino por las artes, así como las experiencias recogidas a lo largo de los años, incluyendo en estos algunos recuerdos ya sea tanto de la infancia, así como algunos hechos recientes.

Por lo que considero en mi caso particular, la escritura y artes visuales se complementan de manera natural, es decir tienen correspondencia y una relación directa.

Refiriéndome con lo anterior a una porción muy concreta de la parte tanto narrativa como de crónica, ya que generalmente plasmo a detalle cada uno de los pasajes por los que voy transcurriendo dentro de mi propia historia.

Todo es como un gran “autorretrato” en el que las líneas acontecen entre una historia enmarcada de atmósferas un tanto diluidas, ciertamente tal y como lo dictan las contracturas literarias de una razón aunada a una reflexión que discurre y transita entre una adyacente estética provocada desde la conciencia absolutista y personal, emanada de circunstancias un tanto etéreas y cargadas de un inexorable temperamento, por lo que este texto está considerado un autorretrato en sí.

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