/ jueves 24 de septiembre de 2020

El columnario | Motel El Paraíso

Cercano a los años en los que de alguna manera u otra el tema del erotismo cobró más fuerza y notoriedad en mi obra, siendo estos en relación a los años 2003-2009 respectivamente; aunque lo anterior no significó que lo dejara de lado, ya que en la actualidad considero se puede apreciar en algunos grabados al aguafuerte, tales como (autorretrato con mujer acostada, grabado al aguafuerte), siendo estos de reciente producción; sin embargo, de los años antes mencionados, fue evidente el desarrollo de este tema en lo particular, al igual de mi especial interés y buen gusto por las mujeres se hizo más evidente, siguiendo la tradición Picassiana y correspondiendo a mi férreo compromiso de mantener en el absoluto anonimato a las mujeres con las que de alguna manera tuve que ver en la intimidad, así como en algún momento de mi vida; lo anterior cabe destacar como una muestra de mi total y absoluto respeto hacia ellas, manteniendo así mi memoria de caballero.

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El siguiente relato va directamente relacionado con una de esas tantas visitas a reuniones de café que sosteníamos amistades que generacionalmente habíamos coincidido durante nuestros estudios de licenciatura, aunque no necesariamente fuese la misma profesión, lo anterior cabe mencionar era para mantener charlas y desarrollar temas de nuestro particular interés.

Para ese tiempo yo portaba una especie de abrigo azul con solapas de pana, sin faltar mis botas de piel café oscuro. No tengo el dato preciso, pero en una de esas ocasiones invernales, llegamos a entablar una conversación con unas mujeres relativamente jóvenes, con las cuales me tope al entrar al lugar antes mencionado, ya que una de ellas me sonrió, haciendo evidente su coqueteo, lo cual ciertamente llamó mi atención, ya que ella poseía una mirada un tanto atractiva, así como seductora, recuerdo que en esa ocasión ella me preguntó mi nombre y a qué me dedicaba, a lo que respondí: me llamo Benjamín Rosales y soy artista plástico; teniendo como resultado y consecuencia natural una invitación a acompañarlas un momento, ciertamente mostraron un gran interés por mi profesión, por lo que esa invitación se prolongó por varios minutos, provocando cierta molestia de mis amistades, esto debido a mi ausencia en la mesa donde inicialmente me encontraba, lo que ciertamente me llevó a ofrecer una disculpa, regresando de nueva cuenta con las señoritas en cuestión para efectos de continuar con tan agradable compañía.

Ya al concluir, ellas se retiraron del lugar, no sin antes pedirme mi número telefónico, días después recibiría una llamada de la que ciertamente me había llamado la atención arreglando una cita en otro conocido café de la localidad, para posteriormente de ahí deambular en mi automóvil por la ciudad hasta caer la noche, después nos vimos un par de veces, antes de conocernos un poco más… Sin embargo, debo confesar, que el hecho de no mostrar un aparente interés de mi parte en cuanto a llevar la relación un poco más allá y sobre todo desde la parte inicial, creo pudo haber provocado que ella tomara la iniciativa, así como las riendas por acelerar las cosas entre ambos, cosa que así sucedió.

Cierta noche fuimos a uno de esos llamados “antros” del momento, con el fin de pasar un rato agradable, bailamos un rato, ahí le compré una rosa, la guardó celosamente, ella había ingerido algunos tragos, mientras yo me encontraba totalmente sobrio, ya que solamente había tomado uno o dos vasos de coca-cola, acompañado de unos cuantos hielos; más tarde me pidió la llevara al motel más cercano, ya que hizo evidente su deseo de estar conmigo en la intimidad y mantenernos lejos del bullicio que imperaba en la ciudad, a lo cual no me negué.

Ese primer encuentro fue sumamente apasionado, repitiéndose en varias ocasiones a lo largo de unos tres años, ella era de estatura promedio, piel blanca, ojos verdes, güerilla y de figura un tanto esbelta, en pocas palabras era bellísima; creo tenía especial afición por lo religioso, ya que en la mayoría de la veces portaba una especie de atuendo-disfraz de monja o algo parecido, creando una especie de mística en su conjunto aunado a los ligueros negros que yo le había proporcionado, cosa que en lo particular me excitaba en demasía. Recuerdo que en cada faena hacía uso de su rosario (siendo éste muy particular), por lo que al concluir se mostraba arrepentida de sus pecados, volteando a verme como si fuese yo una figura casi sacerdotal. creo que fue ahí donde mostré cierto interés por los temas religiosos. De alguna manera esta relación representaba en sí una experiencia sumamente excitante, así como lo suficientemente infartante, llegando a elevar la temperatura de nuestros cuerpos; esto ante las atmósferas que de cierta manera me estaba enfrentando. El poder apreciar y sentir su tersa piel bajo el oscuro manto que la cubría, era algo sumamente apasionante, ya que, al descubrir y despojarlo de dicho atuendo, mis ojos se veían impactados por la sublime figura de su hermosura y la sombría desnudez de su escultural cuerpo. Tiempo después me llegaría a enterar de que mostró aptitudes y un gran talento para el teatro y las artes escénicas. Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…

Cercano a los años en los que de alguna manera u otra el tema del erotismo cobró más fuerza y notoriedad en mi obra, siendo estos en relación a los años 2003-2009 respectivamente; aunque lo anterior no significó que lo dejara de lado, ya que en la actualidad considero se puede apreciar en algunos grabados al aguafuerte, tales como (autorretrato con mujer acostada, grabado al aguafuerte), siendo estos de reciente producción; sin embargo, de los años antes mencionados, fue evidente el desarrollo de este tema en lo particular, al igual de mi especial interés y buen gusto por las mujeres se hizo más evidente, siguiendo la tradición Picassiana y correspondiendo a mi férreo compromiso de mantener en el absoluto anonimato a las mujeres con las que de alguna manera tuve que ver en la intimidad, así como en algún momento de mi vida; lo anterior cabe destacar como una muestra de mi total y absoluto respeto hacia ellas, manteniendo así mi memoria de caballero.

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El siguiente relato va directamente relacionado con una de esas tantas visitas a reuniones de café que sosteníamos amistades que generacionalmente habíamos coincidido durante nuestros estudios de licenciatura, aunque no necesariamente fuese la misma profesión, lo anterior cabe mencionar era para mantener charlas y desarrollar temas de nuestro particular interés.

Para ese tiempo yo portaba una especie de abrigo azul con solapas de pana, sin faltar mis botas de piel café oscuro. No tengo el dato preciso, pero en una de esas ocasiones invernales, llegamos a entablar una conversación con unas mujeres relativamente jóvenes, con las cuales me tope al entrar al lugar antes mencionado, ya que una de ellas me sonrió, haciendo evidente su coqueteo, lo cual ciertamente llamó mi atención, ya que ella poseía una mirada un tanto atractiva, así como seductora, recuerdo que en esa ocasión ella me preguntó mi nombre y a qué me dedicaba, a lo que respondí: me llamo Benjamín Rosales y soy artista plástico; teniendo como resultado y consecuencia natural una invitación a acompañarlas un momento, ciertamente mostraron un gran interés por mi profesión, por lo que esa invitación se prolongó por varios minutos, provocando cierta molestia de mis amistades, esto debido a mi ausencia en la mesa donde inicialmente me encontraba, lo que ciertamente me llevó a ofrecer una disculpa, regresando de nueva cuenta con las señoritas en cuestión para efectos de continuar con tan agradable compañía.

Ya al concluir, ellas se retiraron del lugar, no sin antes pedirme mi número telefónico, días después recibiría una llamada de la que ciertamente me había llamado la atención arreglando una cita en otro conocido café de la localidad, para posteriormente de ahí deambular en mi automóvil por la ciudad hasta caer la noche, después nos vimos un par de veces, antes de conocernos un poco más… Sin embargo, debo confesar, que el hecho de no mostrar un aparente interés de mi parte en cuanto a llevar la relación un poco más allá y sobre todo desde la parte inicial, creo pudo haber provocado que ella tomara la iniciativa, así como las riendas por acelerar las cosas entre ambos, cosa que así sucedió.

Cierta noche fuimos a uno de esos llamados “antros” del momento, con el fin de pasar un rato agradable, bailamos un rato, ahí le compré una rosa, la guardó celosamente, ella había ingerido algunos tragos, mientras yo me encontraba totalmente sobrio, ya que solamente había tomado uno o dos vasos de coca-cola, acompañado de unos cuantos hielos; más tarde me pidió la llevara al motel más cercano, ya que hizo evidente su deseo de estar conmigo en la intimidad y mantenernos lejos del bullicio que imperaba en la ciudad, a lo cual no me negué.

Ese primer encuentro fue sumamente apasionado, repitiéndose en varias ocasiones a lo largo de unos tres años, ella era de estatura promedio, piel blanca, ojos verdes, güerilla y de figura un tanto esbelta, en pocas palabras era bellísima; creo tenía especial afición por lo religioso, ya que en la mayoría de la veces portaba una especie de atuendo-disfraz de monja o algo parecido, creando una especie de mística en su conjunto aunado a los ligueros negros que yo le había proporcionado, cosa que en lo particular me excitaba en demasía. Recuerdo que en cada faena hacía uso de su rosario (siendo éste muy particular), por lo que al concluir se mostraba arrepentida de sus pecados, volteando a verme como si fuese yo una figura casi sacerdotal. creo que fue ahí donde mostré cierto interés por los temas religiosos. De alguna manera esta relación representaba en sí una experiencia sumamente excitante, así como lo suficientemente infartante, llegando a elevar la temperatura de nuestros cuerpos; esto ante las atmósferas que de cierta manera me estaba enfrentando. El poder apreciar y sentir su tersa piel bajo el oscuro manto que la cubría, era algo sumamente apasionante, ya que, al descubrir y despojarlo de dicho atuendo, mis ojos se veían impactados por la sublime figura de su hermosura y la sombría desnudez de su escultural cuerpo. Tiempo después me llegaría a enterar de que mostró aptitudes y un gran talento para el teatro y las artes escénicas. Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…