/ lunes 14 de diciembre de 2020

El columnario | Rosales entre la transfiguración estética y la representatividad de la imagen

Si bien es cierto, la mayoría de las veces el artista parte de una idea definida para el desarrollo de la misma, aun tomando en cuenta que en ocasiones pudiese tener algunos cambios en su planteamiento inicial, no significa que ello represente un método, por el contrario hay que mantenerse abierto a otras posibilidades, considerando que de esta manera se enriquece el discurso-recurso del artista, aunque lo anterior no significa que éste deba regirse por parámetros un tanto rigurosos en la manera y la forma en la que se desarrollara dicha pieza, sin embargo, en mi caso particular siempre le apuesto al trabajo espontáneo, es decir aquella propuesta artística de índole natural, que ciertamente lleva implícita una reflexión en cuanto al contenido de la pieza, obviamente, sin dejar de lado la parte estética, el estilo y otros elementos de igual importancia.

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Por lo que el estudio constante mi quehacer pictórico, me ha llevado a ser un tanto crítico de mi trabajo, obligándome a estar desarrollando nuevas formas de expresión en torno la propuesta misma en relación a la práctica del dibujo, la iconografía, las atmósferas contenidas, el discurso en la expresión, sólo por mencionar algunos ejemplos, conceptos que han cobrado mayor notoriedad en los últimos años, a diferencia de la obra producida hace ya algún tiempo. Debo confesar que aspectos como la representatividad en la imagen ocupan un lugar preponderante en mi trabajo como dibujante, ya que considero es la parte esencial en el desarrollo, tanto creativo, como discursivo.

Es lamentable que en la actualidad la mayoría de los incipientes “hartistas” no cuenten siquiera con una propuesta concreta, ni qué decir definida, se encuentran entre lo objetual y lo conceptual, como deambulando entre el limbo, como a ver qué resulta o qué les resulta, cayendo incluso en la más absoluta ridiculez, sin dejar de lado la ingenuidad implícita de sus propuestas, quedándose únicamente en la experimentación y la formulación de simples ocurrencias, sin tener un significado que lo avale o peor aún lo consolide, ya que éstas se deshacen inmediatamente, debido a que no se encuentran lo suficientemente sustentadas.

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Recuerdo que años atrás una personalidad en materia de crítica de arte, visitaría tierra sonorense, haciendo fuertes señalamientos y comentarios en relación a lo anterior, debo reconocer que no se equivocó en lo absoluto, dichas situaciones son evidentes en la actualidad; ya que desde un aspecto práctico representa la manera de estar en una parte y otra, sin aportar nada, peor aún no expresar nada… sin embargo, una de sus declaraciones llamaría la atención del público asistente a la conferencia impartida durante dicho Coloquio sobre Artes Visuales, por lo que considero ciertamente, que el tiempo le dio la razón…

Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…

Si bien es cierto, la mayoría de las veces el artista parte de una idea definida para el desarrollo de la misma, aun tomando en cuenta que en ocasiones pudiese tener algunos cambios en su planteamiento inicial, no significa que ello represente un método, por el contrario hay que mantenerse abierto a otras posibilidades, considerando que de esta manera se enriquece el discurso-recurso del artista, aunque lo anterior no significa que éste deba regirse por parámetros un tanto rigurosos en la manera y la forma en la que se desarrollara dicha pieza, sin embargo, en mi caso particular siempre le apuesto al trabajo espontáneo, es decir aquella propuesta artística de índole natural, que ciertamente lleva implícita una reflexión en cuanto al contenido de la pieza, obviamente, sin dejar de lado la parte estética, el estilo y otros elementos de igual importancia.

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Por lo que el estudio constante mi quehacer pictórico, me ha llevado a ser un tanto crítico de mi trabajo, obligándome a estar desarrollando nuevas formas de expresión en torno la propuesta misma en relación a la práctica del dibujo, la iconografía, las atmósferas contenidas, el discurso en la expresión, sólo por mencionar algunos ejemplos, conceptos que han cobrado mayor notoriedad en los últimos años, a diferencia de la obra producida hace ya algún tiempo. Debo confesar que aspectos como la representatividad en la imagen ocupan un lugar preponderante en mi trabajo como dibujante, ya que considero es la parte esencial en el desarrollo, tanto creativo, como discursivo.

Es lamentable que en la actualidad la mayoría de los incipientes “hartistas” no cuenten siquiera con una propuesta concreta, ni qué decir definida, se encuentran entre lo objetual y lo conceptual, como deambulando entre el limbo, como a ver qué resulta o qué les resulta, cayendo incluso en la más absoluta ridiculez, sin dejar de lado la ingenuidad implícita de sus propuestas, quedándose únicamente en la experimentación y la formulación de simples ocurrencias, sin tener un significado que lo avale o peor aún lo consolide, ya que éstas se deshacen inmediatamente, debido a que no se encuentran lo suficientemente sustentadas.

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Recuerdo que años atrás una personalidad en materia de crítica de arte, visitaría tierra sonorense, haciendo fuertes señalamientos y comentarios en relación a lo anterior, debo reconocer que no se equivocó en lo absoluto, dichas situaciones son evidentes en la actualidad; ya que desde un aspecto práctico representa la manera de estar en una parte y otra, sin aportar nada, peor aún no expresar nada… sin embargo, una de sus declaraciones llamaría la atención del público asistente a la conferencia impartida durante dicho Coloquio sobre Artes Visuales, por lo que considero ciertamente, que el tiempo le dio la razón…

Es cuanto. Nos vemos la próxima entrega…