/ jueves 12 de noviembre de 2020

El faro | 4 cosas que las personas autodisciplinadas no hacen

Admiramos con razón a las personas autodisciplinadas. Porque cualquiera que sea su objetivo, desde llegar al campeonato en una competencia, iniciar un negocio hasta escribir una novela o seguir su nueva dieta, la autodisciplina suele ser el ingrediente clave.

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Sin embargo, la autodisciplina es un concepto mal entendido, principalmente porque lo consideramos un rasgo fijo de una personalidad. Pero la autodisciplina se trata más de hábitos que de genética.

La razón por la que batallamos por ser más disciplinados no es una falla moral o genes defectuosos, es que algunos malos hábitos se interponen en el camino.

Si quieres convertirte en una persona más disciplinada y en control, aprende a identificar estos hábitos y elimínalos.

1. Confiar en la fuerza de voluntad

Las personas con mucha autodisciplina comprenden que la fuerza de voluntad es el último recurso.

La fuerza de voluntad nunca debe ser una estrategia principal para lograr cosas difíciles.

Las personas autodisciplinadas comprenden que existen estrategias mucho más efectivas para mantenerse comprometidos con objetivos y tareas desafiantes. Por ejemplo, un "arma secreta" que muchas personas de alta disciplina aprovechan es el diseño ambiental.

La idea básica es que, en lugar de esforzarte por alcanzar una meta, es mejor diseñar tu entorno para que sea propicio para la meta y te ayude a superarlo.

“Es mejor evitar las tentaciones en primer lugar que tratar de resistirlas.”

Las personas autodisciplinadas comprenden que no tienen tanta fuerza de voluntad como otras personas creen que tienen. Y entienden que la fuerza de voluntad es algo frágil que a menudo nos falla. Como resultado, no confían en ella y se vuelven creativos sobre otras formas de mantenerse enfocados y comprometidos.

2. Esperar la motivación

Las personas autodisciplinadas ven la motivación como un plus; es bueno tenerla cuando aparece, pero no se puede esperar que siempre este ahí.

Sentirse inspirado y motivado para ir al gimnasio, estudiar para un examen o trabajar en ese proyecto alterno es ideal. A todos nos encanta ese sentimiento porque hace que sea relativamente fácil hacer las cosas difíciles.

La mayoría de la gente asume que se requiere sentirse motivado para hacer las cosas.

La gente piensa que "si no lo siento" realmente no puedo hacerlo o ni siquiera vale la pena intentarlo. Seguimos nuestras vidas esperando que nos llegue la inspiración, pero mientras tanto nuestros sueños, metas y aspiraciones se desvanecen cada vez más y la vida nos pasa de largo.

Las personas autodisciplinadas no caen en esta trampa porque comprenden la verdadera naturaleza de la relación entre sentimiento y acción. Es una calle de dos vías: claro, sentirse bien te ayuda a hacer cosas difíciles; pero hacer cosas difíciles te hace sentir bien; en particular, te motiva más para hacer cosas difíciles en el futuro.

Las personas autodisciplinadas tienen un sesgo de acción. Entienden que la única manera de sentirse constantemente motivado es desarrollar el hábito de tomar acciones consistentemente, incluso si son acciones muy pequeñas.

Las personas disciplinadas están más motivadas que el resto de nosotros. Pero no es suerte ni buenos genes. Simplemente entienden cómo crear su propio flujo constante de motivación al actuar a pesar de cómo se sienten en lugar de esperar el sentimiento.

3. Depender de tus sentimientos

Las personas autodisciplinadas saben que no se debe confiar en los sentimientos.

Esto no significa que no debas escuchar tus sentimientos y ser consciente de ellos. De hecho, las personas muy disciplinadas suelen estar muy en contacto con sus estados de ánimo y emociones. Pero ellos no los gobiernan.

La autodisciplina requiere un sano escepticismo de sus propias emociones.

La idea clave es que, si bien las emociones a menudo comunican información importante, con la misma frecuencia pueden llevarnos por un mal camino.

Las emociones son heurísticas del comportamiento: las conjeturas de tu mente sobre cómo debes actuar. Vale la pena prestarle atención, pero no debe seguirse a ciegas.

Si deseas volverte más autodisciplinado, cultiva una relación escéptica con tus emociones. Escucha tus emociones, pero evite recibir órdenes de ellas.

4. Preocuparte por los resultados

Las personas autodisciplinadas tienen la habilidad de mantenerse enfocadas en el esfuerzo e ignorar los resultados.

Una de las mayores ironías de las personas autodisciplinadas es que parecen estar muy orientadas a objetivos. Tienen muchas metas, trabajan constantemente para lograrlas y, a menudo, las alcanzan, a veces hasta un grado casi sorprendente.

Las personas autodisciplinadas pueden lograr un progreso constante hacia sus metas precisamente porque no pasan mucho tiempo pensando en ellas. En cambio, se concentran en sus acciones, cosas que realmente pueden hacer y controlar. Cosas que, si se hacen de manera constante a lo largo del tiempo, probablemente conducirán al objetivo o resultado deseado.

Dicho de otra manera, las personas autodisciplinadas tienen una relación sana con el control. Entienden que en realidad no pueden controlar las metas y los resultados. Todo lo que pueden controlar son sus esfuerzos.

Pasar demasiado tiempo pensando en tus objetivos es una distracción de las cosas sobre las que realmente si tienes control: tus acciones.

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La mejor actitud hacia los resultados y las metas es "establecerlo y olvidarlo". No gastes tu energía en cosas que no puedes controlar.


Admiramos con razón a las personas autodisciplinadas. Porque cualquiera que sea su objetivo, desde llegar al campeonato en una competencia, iniciar un negocio hasta escribir una novela o seguir su nueva dieta, la autodisciplina suele ser el ingrediente clave.

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Sin embargo, la autodisciplina es un concepto mal entendido, principalmente porque lo consideramos un rasgo fijo de una personalidad. Pero la autodisciplina se trata más de hábitos que de genética.

La razón por la que batallamos por ser más disciplinados no es una falla moral o genes defectuosos, es que algunos malos hábitos se interponen en el camino.

Si quieres convertirte en una persona más disciplinada y en control, aprende a identificar estos hábitos y elimínalos.

1. Confiar en la fuerza de voluntad

Las personas con mucha autodisciplina comprenden que la fuerza de voluntad es el último recurso.

La fuerza de voluntad nunca debe ser una estrategia principal para lograr cosas difíciles.

Las personas autodisciplinadas comprenden que existen estrategias mucho más efectivas para mantenerse comprometidos con objetivos y tareas desafiantes. Por ejemplo, un "arma secreta" que muchas personas de alta disciplina aprovechan es el diseño ambiental.

La idea básica es que, en lugar de esforzarte por alcanzar una meta, es mejor diseñar tu entorno para que sea propicio para la meta y te ayude a superarlo.

“Es mejor evitar las tentaciones en primer lugar que tratar de resistirlas.”

Las personas autodisciplinadas comprenden que no tienen tanta fuerza de voluntad como otras personas creen que tienen. Y entienden que la fuerza de voluntad es algo frágil que a menudo nos falla. Como resultado, no confían en ella y se vuelven creativos sobre otras formas de mantenerse enfocados y comprometidos.

2. Esperar la motivación

Las personas autodisciplinadas ven la motivación como un plus; es bueno tenerla cuando aparece, pero no se puede esperar que siempre este ahí.

Sentirse inspirado y motivado para ir al gimnasio, estudiar para un examen o trabajar en ese proyecto alterno es ideal. A todos nos encanta ese sentimiento porque hace que sea relativamente fácil hacer las cosas difíciles.

La mayoría de la gente asume que se requiere sentirse motivado para hacer las cosas.

La gente piensa que "si no lo siento" realmente no puedo hacerlo o ni siquiera vale la pena intentarlo. Seguimos nuestras vidas esperando que nos llegue la inspiración, pero mientras tanto nuestros sueños, metas y aspiraciones se desvanecen cada vez más y la vida nos pasa de largo.

Las personas autodisciplinadas no caen en esta trampa porque comprenden la verdadera naturaleza de la relación entre sentimiento y acción. Es una calle de dos vías: claro, sentirse bien te ayuda a hacer cosas difíciles; pero hacer cosas difíciles te hace sentir bien; en particular, te motiva más para hacer cosas difíciles en el futuro.

Las personas autodisciplinadas tienen un sesgo de acción. Entienden que la única manera de sentirse constantemente motivado es desarrollar el hábito de tomar acciones consistentemente, incluso si son acciones muy pequeñas.

Las personas disciplinadas están más motivadas que el resto de nosotros. Pero no es suerte ni buenos genes. Simplemente entienden cómo crear su propio flujo constante de motivación al actuar a pesar de cómo se sienten en lugar de esperar el sentimiento.

3. Depender de tus sentimientos

Las personas autodisciplinadas saben que no se debe confiar en los sentimientos.

Esto no significa que no debas escuchar tus sentimientos y ser consciente de ellos. De hecho, las personas muy disciplinadas suelen estar muy en contacto con sus estados de ánimo y emociones. Pero ellos no los gobiernan.

La autodisciplina requiere un sano escepticismo de sus propias emociones.

La idea clave es que, si bien las emociones a menudo comunican información importante, con la misma frecuencia pueden llevarnos por un mal camino.

Las emociones son heurísticas del comportamiento: las conjeturas de tu mente sobre cómo debes actuar. Vale la pena prestarle atención, pero no debe seguirse a ciegas.

Si deseas volverte más autodisciplinado, cultiva una relación escéptica con tus emociones. Escucha tus emociones, pero evite recibir órdenes de ellas.

4. Preocuparte por los resultados

Las personas autodisciplinadas tienen la habilidad de mantenerse enfocadas en el esfuerzo e ignorar los resultados.

Una de las mayores ironías de las personas autodisciplinadas es que parecen estar muy orientadas a objetivos. Tienen muchas metas, trabajan constantemente para lograrlas y, a menudo, las alcanzan, a veces hasta un grado casi sorprendente.

Las personas autodisciplinadas pueden lograr un progreso constante hacia sus metas precisamente porque no pasan mucho tiempo pensando en ellas. En cambio, se concentran en sus acciones, cosas que realmente pueden hacer y controlar. Cosas que, si se hacen de manera constante a lo largo del tiempo, probablemente conducirán al objetivo o resultado deseado.

Dicho de otra manera, las personas autodisciplinadas tienen una relación sana con el control. Entienden que en realidad no pueden controlar las metas y los resultados. Todo lo que pueden controlar son sus esfuerzos.

Pasar demasiado tiempo pensando en tus objetivos es una distracción de las cosas sobre las que realmente si tienes control: tus acciones.

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