/ jueves 24 de junio de 2021

El faro | Dieta de atención

No eres torpe, sólo estás sobreestimulado.

Es común que conozcamos el fenómeno de la sobreestimulación, sin embargo y con demasiada frecuencia, ignoramos sus efectos y consecuencias. Aprende a evitar el exceso de estímulos y desencadenarás una laboriosidad que siempre te ha acompañado.

Muchos de ustedes ya conocen el peligro de las redes sociales y las pantallas digitales. Se ha dicho bastante de la relación e impacto de los constantes destellos de luz y nuestra salud. Por ejemplo, cuando ratones de laboratorio se exponen a pantallas que se asemejan a teléfonos móviles y televisores, su rendimiento es significativamente peor en las pruebas cognitivas: laberintos, memoria y diversas formas de resolución de problemas. Cuando están menos ocupados con las pantallas, se mueven a través de laberintos con natural eficiencia. Se ignoran las distracciones.

Practica el ayuno de la dopamina digital

Ahora todo tipo de navegación en Internet se convierte en placer. Los científicos de datos (programadores) no están contratados para hacer lo mejor para nuestra salud. Se contratan para aumentar el “engagement” (interacción-compromiso), lo que a menudo implica que activemos las notificaciones de nuestras aplicaciones.

Es por eso que el ayuno digital de dopamina es tan efectivo. Estaríamos desencadenando nuestro instinto de estimular nuestros receptores de placer. Cuando nos desconectamos activamente de este bucle, nos preparamos para participar y hacer las cosas sin esas distracciones.

La gran idea aquí es la conciencia cognitiva, también llamada metacognición. Las personas de más alto rendimiento lo hacen muy bien. En lugar de vivir como un animal salvaje, cediendo a cada capricho, salen de sí mismos y observan su desempeño. Adoptan una visión crítica en tercera persona. Ven el caos y lo detienen.

Para dar un paso más, observemos qué situaciones y objetos desencadenan malos hábitos. Por ejemplo, si cierta tienda nos invita a pararnos y comprar un café, perdiendo tiempo valioso, podemos ajustar la ruta para evitar dicha tienda.

Ahora bien, cuando nos sintamos improductivos, intentemos no hacer nada. Es correcto, no sucumbir a nuestro smartphone ni a cualquier otra fuente de estímulo. Permitámonos no hacer nada. Esto significa ni un dispositivo de entretenimiento, ni libros, ni nada. Es realmente aburrido. Pero si se establece esta regla y se practica, vendrá con el tiempo la claridad y la paz mental, antesala de la productividad y alcanzar acciones asertivas y de alto impacto.

La meditación también es extremadamente eficaz si no podemos concentrarnos derivado de una sobreestimulación. En esos momentos cuando el silencio mental es más difícil alcanzar. La cabeza está llena de energía caótica y pensamientos que dan vuelta y agitan todo. Pero al final, con un poco de meditación se conquista el caos y se ordenan las energías.

Y, por último, los objetivos y metas nos ayudan a vencer la sobreestimulación.

Tener metas agiliza nuestros esfuerzos en cualquier escenario, especialmente los saturados. No es necesario que exista una gran lista de verificación.

Diluye la sobresaturación de información, mantén tus metas identificadas y simples. Esto aumentará nuestra conexión con nuestros objetivos, nos brindará claridad y disipará las distracciones inútiles.

Demasiadas personas están encadenadas a hábitos repetitivos e improductivos que están diseñados para mantenerlos en un circuito de retroalimentación vicioso. Concéntrate en ralentizar tu mente. Haz esto practicando la meditación y forzando períodos de desconexión de la tecnología.

La productividad no se trata de hacer todo, se trata de hacer las cosas correctas. Ten metas claras. Oblígate a no hacer nada. Elimina la postergación. Sobre todo, sé selectivo sobre lo que permites que entre a tu mente y filtra tanto ruido como sea posible.

Robert A. Heinlein dijo una vez: “En ausencia de objetivos claramente definidos, nos volvemos extrañamente leales a la realización de trivialidades diarias hasta que finalmente nos convertimos en esclavos".

No eres torpe, sólo estás sobreestimulado.

Es común que conozcamos el fenómeno de la sobreestimulación, sin embargo y con demasiada frecuencia, ignoramos sus efectos y consecuencias. Aprende a evitar el exceso de estímulos y desencadenarás una laboriosidad que siempre te ha acompañado.

Muchos de ustedes ya conocen el peligro de las redes sociales y las pantallas digitales. Se ha dicho bastante de la relación e impacto de los constantes destellos de luz y nuestra salud. Por ejemplo, cuando ratones de laboratorio se exponen a pantallas que se asemejan a teléfonos móviles y televisores, su rendimiento es significativamente peor en las pruebas cognitivas: laberintos, memoria y diversas formas de resolución de problemas. Cuando están menos ocupados con las pantallas, se mueven a través de laberintos con natural eficiencia. Se ignoran las distracciones.

Practica el ayuno de la dopamina digital

Ahora todo tipo de navegación en Internet se convierte en placer. Los científicos de datos (programadores) no están contratados para hacer lo mejor para nuestra salud. Se contratan para aumentar el “engagement” (interacción-compromiso), lo que a menudo implica que activemos las notificaciones de nuestras aplicaciones.

Es por eso que el ayuno digital de dopamina es tan efectivo. Estaríamos desencadenando nuestro instinto de estimular nuestros receptores de placer. Cuando nos desconectamos activamente de este bucle, nos preparamos para participar y hacer las cosas sin esas distracciones.

La gran idea aquí es la conciencia cognitiva, también llamada metacognición. Las personas de más alto rendimiento lo hacen muy bien. En lugar de vivir como un animal salvaje, cediendo a cada capricho, salen de sí mismos y observan su desempeño. Adoptan una visión crítica en tercera persona. Ven el caos y lo detienen.

Para dar un paso más, observemos qué situaciones y objetos desencadenan malos hábitos. Por ejemplo, si cierta tienda nos invita a pararnos y comprar un café, perdiendo tiempo valioso, podemos ajustar la ruta para evitar dicha tienda.

Ahora bien, cuando nos sintamos improductivos, intentemos no hacer nada. Es correcto, no sucumbir a nuestro smartphone ni a cualquier otra fuente de estímulo. Permitámonos no hacer nada. Esto significa ni un dispositivo de entretenimiento, ni libros, ni nada. Es realmente aburrido. Pero si se establece esta regla y se practica, vendrá con el tiempo la claridad y la paz mental, antesala de la productividad y alcanzar acciones asertivas y de alto impacto.

La meditación también es extremadamente eficaz si no podemos concentrarnos derivado de una sobreestimulación. En esos momentos cuando el silencio mental es más difícil alcanzar. La cabeza está llena de energía caótica y pensamientos que dan vuelta y agitan todo. Pero al final, con un poco de meditación se conquista el caos y se ordenan las energías.

Y, por último, los objetivos y metas nos ayudan a vencer la sobreestimulación.

Tener metas agiliza nuestros esfuerzos en cualquier escenario, especialmente los saturados. No es necesario que exista una gran lista de verificación.

Diluye la sobresaturación de información, mantén tus metas identificadas y simples. Esto aumentará nuestra conexión con nuestros objetivos, nos brindará claridad y disipará las distracciones inútiles.

Demasiadas personas están encadenadas a hábitos repetitivos e improductivos que están diseñados para mantenerlos en un circuito de retroalimentación vicioso. Concéntrate en ralentizar tu mente. Haz esto practicando la meditación y forzando períodos de desconexión de la tecnología.

La productividad no se trata de hacer todo, se trata de hacer las cosas correctas. Ten metas claras. Oblígate a no hacer nada. Elimina la postergación. Sobre todo, sé selectivo sobre lo que permites que entre a tu mente y filtra tanto ruido como sea posible.

Robert A. Heinlein dijo una vez: “En ausencia de objetivos claramente definidos, nos volvemos extrañamente leales a la realización de trivialidades diarias hasta que finalmente nos convertimos en esclavos".