/ jueves 22 de julio de 2021

El faro | Lo fácil también cuesta

Los humanos somos la especie más inteligente del planeta, o si no la más inteligente, sí los que hemos desarrollado aquellas habilidades para seguir aquí y continuar causando la extinción de las demás especies. Sin embargo, hay ciertas conductas que muchos seres humanos practican, mantienen y no se ve para cuándo quieran sustituirlas. Lo relevante es que son hábitos que ni abonan o contribuyen al crecimiento y desarrollo como individuos. Por el contrario, aquellas personas exitosas son los que no postergan, ni evitan tener las conversaciones difíciles, tampoco guardan rencor, o eluden sus responsabilidades ni ponen excusas, al evitar todos estos comportamientos se convierten en extraordinarios líderes que a su vez no prolongan el dolor, no empoderan al estrés o a la ansiedad. Sus acciones y decisiones, así como sus comportamientos son los que más contribuyen a sus comunidades y no se alejan de su poder ni se marginan, al contrario aumentan su eficacia y por consecuencia su credibilidad, las relaciones saludables y el nivel de sus negocios.

Los líderes inteligentes han aprendido que retrasar una decisión difícil, aquella conversación incómoda o evitar a determinada persona sólo empeora las cosas. Lo que hacen es transitar por el camino poco conocido.

Todos tenemos que lidiar con cosas que están fuera de nuestro control. Las leyes y los reglamentos no “aplican” igual para todos siempre, más que se encuentran en constante evolución y cambio. Podemos ver esto en todos los ámbitos de la vida humana, desde las relaciones personales hasta el mercado, incluso la ciencia. La gente cambia de opinión. Cómo respondemos a estos desafíos es el problema.

Ver un obstáculo como un desafío crea propiedad, empoderamiento y responsabilidad, y nos coloca en una posición de poder: podemos elegir nuestra respuesta. Creer que un obstáculo es algo que se nos está haciendo nos pone en posición de culpar a los demás y evitar la responsabilidad. Terminamos siendo infructuosos porque pensamos que no podemos hacer nada al respecto.

Podemos concentrarnos en factores externos fuera de nuestra competencia o podemos enfocarnos en las áreas que podemos atender e influir.

La perspectiva a evitar es aquella que se centra en lo que hizo la otra persona y por ende no podemos controlar directamente. El otro punto de vista es el que se centra en lo que uno hace, en donde ponemos nuestra atención o falta de atención, es decir, sobre lo que sí tenemos control. Al reconocer nuestra contribución a la situación, aprendemos y vemos qué podemos hacer para producir un mejor resultado en el futuro. Es reconocer nuestro poder. Elegir nuestra respuesta. Somos dueños solo de lo que podemos controlar.

Las preguntas que uno debe hacerse cuando se enfrenta a una situación inesperada son:

¿A qué desafío me enfrento?

¿Cómo pude haber contribuido (a través de mi acción o inacción) a esta situación?

¿Qué puedo hacer para responder de manera eficaz y lograr lo que quiero?

¿Cómo puedo responder con mis valores?

Es importante cambiar nuestra mentalidad y eliminar de nuestro vocabulario los siguientes razonamientos:

¿Qué me están haciendo?

“No quiero lidiar con esto.”

“No deberían haber hecho esto.”\u0009

“Están equivocados y deberían de cambiar y corregir”

“No hay nada que pueda hacer ahora.”

Cuando enfrentes tu próximo desafío, haz un alto y elige que mentalidad te va a acompañar en el torbellino. Estarás orgulloso de ti mismo.

Los humanos somos la especie más inteligente del planeta, o si no la más inteligente, sí los que hemos desarrollado aquellas habilidades para seguir aquí y continuar causando la extinción de las demás especies. Sin embargo, hay ciertas conductas que muchos seres humanos practican, mantienen y no se ve para cuándo quieran sustituirlas. Lo relevante es que son hábitos que ni abonan o contribuyen al crecimiento y desarrollo como individuos. Por el contrario, aquellas personas exitosas son los que no postergan, ni evitan tener las conversaciones difíciles, tampoco guardan rencor, o eluden sus responsabilidades ni ponen excusas, al evitar todos estos comportamientos se convierten en extraordinarios líderes que a su vez no prolongan el dolor, no empoderan al estrés o a la ansiedad. Sus acciones y decisiones, así como sus comportamientos son los que más contribuyen a sus comunidades y no se alejan de su poder ni se marginan, al contrario aumentan su eficacia y por consecuencia su credibilidad, las relaciones saludables y el nivel de sus negocios.

Los líderes inteligentes han aprendido que retrasar una decisión difícil, aquella conversación incómoda o evitar a determinada persona sólo empeora las cosas. Lo que hacen es transitar por el camino poco conocido.

Todos tenemos que lidiar con cosas que están fuera de nuestro control. Las leyes y los reglamentos no “aplican” igual para todos siempre, más que se encuentran en constante evolución y cambio. Podemos ver esto en todos los ámbitos de la vida humana, desde las relaciones personales hasta el mercado, incluso la ciencia. La gente cambia de opinión. Cómo respondemos a estos desafíos es el problema.

Ver un obstáculo como un desafío crea propiedad, empoderamiento y responsabilidad, y nos coloca en una posición de poder: podemos elegir nuestra respuesta. Creer que un obstáculo es algo que se nos está haciendo nos pone en posición de culpar a los demás y evitar la responsabilidad. Terminamos siendo infructuosos porque pensamos que no podemos hacer nada al respecto.

Podemos concentrarnos en factores externos fuera de nuestra competencia o podemos enfocarnos en las áreas que podemos atender e influir.

La perspectiva a evitar es aquella que se centra en lo que hizo la otra persona y por ende no podemos controlar directamente. El otro punto de vista es el que se centra en lo que uno hace, en donde ponemos nuestra atención o falta de atención, es decir, sobre lo que sí tenemos control. Al reconocer nuestra contribución a la situación, aprendemos y vemos qué podemos hacer para producir un mejor resultado en el futuro. Es reconocer nuestro poder. Elegir nuestra respuesta. Somos dueños solo de lo que podemos controlar.

Las preguntas que uno debe hacerse cuando se enfrenta a una situación inesperada son:

¿A qué desafío me enfrento?

¿Cómo pude haber contribuido (a través de mi acción o inacción) a esta situación?

¿Qué puedo hacer para responder de manera eficaz y lograr lo que quiero?

¿Cómo puedo responder con mis valores?

Es importante cambiar nuestra mentalidad y eliminar de nuestro vocabulario los siguientes razonamientos:

¿Qué me están haciendo?

“No quiero lidiar con esto.”

“No deberían haber hecho esto.”\u0009

“Están equivocados y deberían de cambiar y corregir”

“No hay nada que pueda hacer ahora.”

Cuando enfrentes tu próximo desafío, haz un alto y elige que mentalidad te va a acompañar en el torbellino. Estarás orgulloso de ti mismo.