/ jueves 15 de agosto de 2019

El faro | Lo que realmente importa

La información errónea se encuentra en todas partes.

¿Podemos encontrar información que tenga evidencia y que demuestre lo que afirmamos?

La realidad es que, independientemente del área en que nos desempeñemos, todos consultamos fuentes o bien, compartimos información que resulta ser de nuestro interés, y está bien, siempre y cuando la información difundida sea real, oportuna y de valor.

Se aprecian aquellos usuarios de las redes sociales e Internet que comparten información basada en evidencia para demostrar su punto; después de todo, no es tarea sencilla gestionar “correctamente” la cantidad de información con la cual somos sometidos día a día.

Sin embargo, es poco probable que todos aquellos que publican algo en sus cuentas o comparten información en sus grupos de mensajería instantánea sean conscientes de la importancia de validar la información. Probablemente su interés sea sólo crear algún tipo de contenido sin cuestionar el origen del mismo y medir las consecuencias.

Ya vivimos la era de las “fake news” (noticias falsas), y lamentablemente continuamos, ya que los hechos no son necesariamente la información relevante y trascendental. Si no que la mayoría de las “noticias” que se encuentran en circulación carecen de fuentes fidedignas y oficiales, están integradas dentro de un amplio espectro político y cultural, donde resulta que los sesgos de los mensajes que recibimos es más poderoso que comprender los hechos.

Si bien es cierto que auge de las “fake news” se consolidó en el periodo previo a las elecciones de 2016 en EEUU, amplificado por una proliferación de artículos falsos directamente difundidos en Facebook y un Presidente que se negó a aceptar historias poco favorecedoras como algo más que una fantasía.

Para combatir esta tendencia, American Libraries, la revista insignia de la American Library Association, publicó “Fighting Fake News: How libraries can lead the way on media literacy” para demostrar el papel de las bibliotecas en enseñar a las personas cómo encontrar información fidedigna. La idea que debemos de retomar hoy y transmitir a nuestras generaciones venideras. Debemos de comprender cuan delicado es que cualquier persona tenga la oportunidad de realizar publicaciones y manifestaciones sin mayor preocupación, y si bien es cierto que se encuentran en su respectivo derecho de libertad de expresión, es apremiante ayudar a las personas de todas las edades y estratos sociales a encontrar información precisa, usar fuentes confiables y convertirse en consumidores críticos de contenido.

A veces necesitamos profundizar más para determinar que contenido impulsar o consumir, sin embargo, es común que nos centremos mayormente en lo practico en lugar de esforzarnos y enseñar las maneras de legitimar la información.

Cuando nos esforzamos, podemos llegar a la raíz de los problemas. Antes de llegar a conclusiones necesitamos hacer preguntas significativas con empatía y dar un paso hacia atrás para descubrir patrones que se acumulan en lo que percibimos como problema.

Los detalles importan. Ir más allá y examinar las fuentes es absolutamente maravilloso. Resulta reconfortante cuando las personas buscan entender por qué algo es confiable y, aún más, cuando desafían lo que comúnmente se considera confiable al desempacar sus prejuicios invisibles.

La grandeza no es una función de circunstancias. Resulta que la grandeza es en gran medida una cuestión de elección consciente. ¿Qué eliges hoy?

David Martínez. RMR Innovación Disruptiva.

david@rmr.mx

La información errónea se encuentra en todas partes.

¿Podemos encontrar información que tenga evidencia y que demuestre lo que afirmamos?

La realidad es que, independientemente del área en que nos desempeñemos, todos consultamos fuentes o bien, compartimos información que resulta ser de nuestro interés, y está bien, siempre y cuando la información difundida sea real, oportuna y de valor.

Se aprecian aquellos usuarios de las redes sociales e Internet que comparten información basada en evidencia para demostrar su punto; después de todo, no es tarea sencilla gestionar “correctamente” la cantidad de información con la cual somos sometidos día a día.

Sin embargo, es poco probable que todos aquellos que publican algo en sus cuentas o comparten información en sus grupos de mensajería instantánea sean conscientes de la importancia de validar la información. Probablemente su interés sea sólo crear algún tipo de contenido sin cuestionar el origen del mismo y medir las consecuencias.

Ya vivimos la era de las “fake news” (noticias falsas), y lamentablemente continuamos, ya que los hechos no son necesariamente la información relevante y trascendental. Si no que la mayoría de las “noticias” que se encuentran en circulación carecen de fuentes fidedignas y oficiales, están integradas dentro de un amplio espectro político y cultural, donde resulta que los sesgos de los mensajes que recibimos es más poderoso que comprender los hechos.

Si bien es cierto que auge de las “fake news” se consolidó en el periodo previo a las elecciones de 2016 en EEUU, amplificado por una proliferación de artículos falsos directamente difundidos en Facebook y un Presidente que se negó a aceptar historias poco favorecedoras como algo más que una fantasía.

Para combatir esta tendencia, American Libraries, la revista insignia de la American Library Association, publicó “Fighting Fake News: How libraries can lead the way on media literacy” para demostrar el papel de las bibliotecas en enseñar a las personas cómo encontrar información fidedigna. La idea que debemos de retomar hoy y transmitir a nuestras generaciones venideras. Debemos de comprender cuan delicado es que cualquier persona tenga la oportunidad de realizar publicaciones y manifestaciones sin mayor preocupación, y si bien es cierto que se encuentran en su respectivo derecho de libertad de expresión, es apremiante ayudar a las personas de todas las edades y estratos sociales a encontrar información precisa, usar fuentes confiables y convertirse en consumidores críticos de contenido.

A veces necesitamos profundizar más para determinar que contenido impulsar o consumir, sin embargo, es común que nos centremos mayormente en lo practico en lugar de esforzarnos y enseñar las maneras de legitimar la información.

Cuando nos esforzamos, podemos llegar a la raíz de los problemas. Antes de llegar a conclusiones necesitamos hacer preguntas significativas con empatía y dar un paso hacia atrás para descubrir patrones que se acumulan en lo que percibimos como problema.

Los detalles importan. Ir más allá y examinar las fuentes es absolutamente maravilloso. Resulta reconfortante cuando las personas buscan entender por qué algo es confiable y, aún más, cuando desafían lo que comúnmente se considera confiable al desempacar sus prejuicios invisibles.

La grandeza no es una función de circunstancias. Resulta que la grandeza es en gran medida una cuestión de elección consciente. ¿Qué eliges hoy?

David Martínez. RMR Innovación Disruptiva.

david@rmr.mx