/ jueves 27 de mayo de 2021

El faro | Toma mejores decisiones

Para mejorar tus decisiones, debes analizar el proceso que usas para tomar una decisión. La mayoría de la gente asume que una buena toma de decisiones es cuestión de elegir un curso de acción que conduzca a un resultado deseado.

Eso es un error. La toma de decisiones se refiere a un proceso cognitivo. Se trata de cómo terminas con tu decisión, no a qué conduce la decisión.

Una buena toma de decisiones puede conducir a malos resultados. Lo opuesto también es cierto. La mala toma de decisiones no significa que siempre obtengas malos resultados. Para cada decisión, existen factores externos que influyen en sus resultados.

Entonces, ¿cómo podemos mejorar nuestras decisiones?

Centrándose en el proceso, no en el resultado. El mejor método para mejorar el proceso de toma de cualquier decisión es hacerse preguntas críticas. No es suficiente hacer preguntas obvias como, ¿Cuáles son mis alternativas? ¿Qué ha funcionado para otros? ¿Cuáles son las consecuencias?

Si bien es bueno hacerse esas preguntas, no cambiará el proceso de toma de decisiones. Esas preguntas sólo rascan la superficie de lo que ya sabes.

Debemos de transitar hacia preguntas de mayor reflexión y envergadura. Considera la diferencia.

¿Por qué mi creencia no podría ser cierta?

¿Qué otra evidencia podría haber sobre mi creencia?

¿Hay áreas similares en las que pueda apoyarme que compartan valores similares a los míos?

¿Qué fuentes de información pude haber perdido o minimizado en el camino para alcanzar mi visión?

¿Cuáles son algunas razones por las que otra persona pudiera tener una creencia diferente, cuál es su soporte y por qué podrían tener razón?

¿Qué otras perspectivas existen sobre por qué las cosas resultaron como lo hicieron?

Piensa en lo que no puedes saber

La razón por la que debemos de hacernos estas preguntas es porque nos obligan a pensar en lo que no sabemos. Con hacernos estas nuevas preguntas, estamos dando un gran paso hacia una nueva calibración. Hay mucho valor en responder a estas preguntas por nuestra cuenta.

Debemos de dejar la costumbre de tomar decisiones sólo con la información a la que hemos estado expuestos, sólo a través de las experiencias que hemos vivido y sólo pensando en las hipótesis que podemos concebir.

Esta es la razón por la que a menudo es bueno e inteligente recurrir a amigos, mentores, comunidades, libros, cursos y podcasts, siempre en busca de ideas que vengan fuera de uno. Aspiremos a aprender cosas que no podríamos saber. Es imposible saber y ver todo. No hemos tenido las experiencias de otras personas. La mayoría de nosotros seguimos tomando las mismas decisiones porque nunca obtenemos un punto de vista externo. No nos esforzamos por mejorar nuestras decisiones.

Abierto a nuevas creencias

Para mejorar nuestras decisiones, hagamos preguntas que desafíen nuestro cableado interno. A medida que nos abrimos a otras creencias y perspectivas, adoptamos una nueva y más amplia mentalidad.

Siempre debemos de buscar evidencia y otras perspectivas antes de tomar cualquier decisión. Sin embargo, a veces la gente asume que tienes que escuchar todo lo que los “expertos” tienen que decir. Esto solo nos hará perder tiempo. Hoy más que nunca estamos en la era de la información y de las especializaciones, es bueno ponerse límites.

Y no olvidar que al final siempre debemos nosotros tomar nuestras propias decisiones no apostar a que otros o sus opiniones las tomen por nosotros.

Ahora bien, también hay hábitos muy comunes y arraigados en la mayoría de las personas y debemos de conocerlos, identificarlos y evitarlos a toda costa.

Parálisis de análisis

En algún momento te quedas estancado y patinando en el proceso y no puedes tomar una decisión. Repasas el proceso una y otra vez y no logras tomar a cabo una decisión. Este es un gran riesgo. No vas a tener el 100% de la información que necesitas. Y recuerda que muchas de tus decisiones no tienen que ver con los resultados. No permitas que tu miedo a tomar la decisión “correcta” te paralice. No hay un resultado correcto o incorrecto. Solo resultados.

Extinción por instinto

Lo contrario de lo anterior. Es la creencia de que los instintos son una herramienta útil en la toma de decisiones. No siempre es así. Esto conduce a decisiones apresuradas.

Sobrecarga de información

Esto ocurre cuando le pides a demasiadas personas su opinión y conocimientos. Enfócate a fuentes confiables y mantenlas al mínimo. Más información no es necesariamente mejor. La información confiable si lo es.

Cuando te enfrentas a un problema, simplemente mira tus opciones, recopila información, piensa en lo que no puedes saber y no saber, evalúa todo y fija una postura. Hecho, listo. Luego, pasa a la siguiente.

Para mejorar tus decisiones, debes analizar el proceso que usas para tomar una decisión. La mayoría de la gente asume que una buena toma de decisiones es cuestión de elegir un curso de acción que conduzca a un resultado deseado.

Eso es un error. La toma de decisiones se refiere a un proceso cognitivo. Se trata de cómo terminas con tu decisión, no a qué conduce la decisión.

Una buena toma de decisiones puede conducir a malos resultados. Lo opuesto también es cierto. La mala toma de decisiones no significa que siempre obtengas malos resultados. Para cada decisión, existen factores externos que influyen en sus resultados.

Entonces, ¿cómo podemos mejorar nuestras decisiones?

Centrándose en el proceso, no en el resultado. El mejor método para mejorar el proceso de toma de cualquier decisión es hacerse preguntas críticas. No es suficiente hacer preguntas obvias como, ¿Cuáles son mis alternativas? ¿Qué ha funcionado para otros? ¿Cuáles son las consecuencias?

Si bien es bueno hacerse esas preguntas, no cambiará el proceso de toma de decisiones. Esas preguntas sólo rascan la superficie de lo que ya sabes.

Debemos de transitar hacia preguntas de mayor reflexión y envergadura. Considera la diferencia.

¿Por qué mi creencia no podría ser cierta?

¿Qué otra evidencia podría haber sobre mi creencia?

¿Hay áreas similares en las que pueda apoyarme que compartan valores similares a los míos?

¿Qué fuentes de información pude haber perdido o minimizado en el camino para alcanzar mi visión?

¿Cuáles son algunas razones por las que otra persona pudiera tener una creencia diferente, cuál es su soporte y por qué podrían tener razón?

¿Qué otras perspectivas existen sobre por qué las cosas resultaron como lo hicieron?

Piensa en lo que no puedes saber

La razón por la que debemos de hacernos estas preguntas es porque nos obligan a pensar en lo que no sabemos. Con hacernos estas nuevas preguntas, estamos dando un gran paso hacia una nueva calibración. Hay mucho valor en responder a estas preguntas por nuestra cuenta.

Debemos de dejar la costumbre de tomar decisiones sólo con la información a la que hemos estado expuestos, sólo a través de las experiencias que hemos vivido y sólo pensando en las hipótesis que podemos concebir.

Esta es la razón por la que a menudo es bueno e inteligente recurrir a amigos, mentores, comunidades, libros, cursos y podcasts, siempre en busca de ideas que vengan fuera de uno. Aspiremos a aprender cosas que no podríamos saber. Es imposible saber y ver todo. No hemos tenido las experiencias de otras personas. La mayoría de nosotros seguimos tomando las mismas decisiones porque nunca obtenemos un punto de vista externo. No nos esforzamos por mejorar nuestras decisiones.

Abierto a nuevas creencias

Para mejorar nuestras decisiones, hagamos preguntas que desafíen nuestro cableado interno. A medida que nos abrimos a otras creencias y perspectivas, adoptamos una nueva y más amplia mentalidad.

Siempre debemos de buscar evidencia y otras perspectivas antes de tomar cualquier decisión. Sin embargo, a veces la gente asume que tienes que escuchar todo lo que los “expertos” tienen que decir. Esto solo nos hará perder tiempo. Hoy más que nunca estamos en la era de la información y de las especializaciones, es bueno ponerse límites.

Y no olvidar que al final siempre debemos nosotros tomar nuestras propias decisiones no apostar a que otros o sus opiniones las tomen por nosotros.

Ahora bien, también hay hábitos muy comunes y arraigados en la mayoría de las personas y debemos de conocerlos, identificarlos y evitarlos a toda costa.

Parálisis de análisis

En algún momento te quedas estancado y patinando en el proceso y no puedes tomar una decisión. Repasas el proceso una y otra vez y no logras tomar a cabo una decisión. Este es un gran riesgo. No vas a tener el 100% de la información que necesitas. Y recuerda que muchas de tus decisiones no tienen que ver con los resultados. No permitas que tu miedo a tomar la decisión “correcta” te paralice. No hay un resultado correcto o incorrecto. Solo resultados.

Extinción por instinto

Lo contrario de lo anterior. Es la creencia de que los instintos son una herramienta útil en la toma de decisiones. No siempre es así. Esto conduce a decisiones apresuradas.

Sobrecarga de información

Esto ocurre cuando le pides a demasiadas personas su opinión y conocimientos. Enfócate a fuentes confiables y mantenlas al mínimo. Más información no es necesariamente mejor. La información confiable si lo es.

Cuando te enfrentas a un problema, simplemente mira tus opciones, recopila información, piensa en lo que no puedes saber y no saber, evalúa todo y fija una postura. Hecho, listo. Luego, pasa a la siguiente.