“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” es una frase que aparece en El Hombre Araña ( Sam Riami, 2002 ) y, aunque el adagio es en realidad milenario – se refiere a la espada de Damocles -, sólo por estar en pantalla ahora se le atribuye al Tío Ben ( Cliff Robertson ).
Y esa es muestra de la influencia de la cultura cómic en el planeta, al menos en su concepción occidental. Las aventuras de estos superhéroes son reflejo del mundo en que vivimos y el impacto que aún tienen es notable.
Además, el carácter contestatario e irreverente del Universo Marvel forma uno de los pilares de su analogía histórica. Así, aunque sus mejores personajes nos hablan sobre identidad, emociones, ética, justicia y responsabilidad social, en Marvel siempre habrá lugar para la crítica, el sarcasmo y la burla.
Es así como Deadpool & Wolverine ( Shawn Levy, 2024 ), es una película esperada, con grandes expectativas, por las audiencias. El ensamble de dos héroes – o antihéroes – emblemáticos de esta casa creativa sin duda complacerá a los fanáticos del género.
Aunque, hay que decirlo, Deadpool & Wolverine es excesiva y por lo tanto, resulta agotadora, irreverente, políticamente incorrecta, grosera, vulgar, violenta y sangrienta.
Es todo lo que se espera de una buena farsa
En esta, la tercera entrega del tipo con traje rojo a quien no se le ve la cara, hay golpes de ácido humor para todos. Contra Disney y Marvel, muerde la mano que le da de comer, contra el enemigo: DC Comics, por supuesto, y hay bromas contra los fans que deberán de soportar spoiler tras spoiler.
Por cierto, la inefable costumbre de Deadpool ( Ryan Reynolds ) por romper la cuarta pared, le permite reírse incluso del género de superhéroes y de los actores que los interpretan. Todo un maestro del stand up.
En este episodio, Deadpool y Wolverine ( Hugh Jackman ), deberán unirse para evitar el fin del universo conocido. La causa de esta catástrofe nos remite a las ideas sobre temporalidad surgidas en la serie de tv Loki ( Disney+ ). Tal vez sea necesario echar un vistazo a esa producción para entender, a la primera, toda la jerga que se desenvuelve ante nosotros.
La presencia de Wolverine y Deadpool puede llegar a ser, en sus recursos histriónicos antes y después de la acción, algo redundante. El uso de cámara lenta para lucir su arrogancia, los combates cuerpo a cuerpo llenos de sangre y las batallas aderezadas por una playlist atemporal y dinámica, pierden su efecto muy pronto.
Cameos, tal vez innecesarios, bullying constante arrojado con precisión y una trama laberíntica dispuesta a dar saltos y acrobacias en el tiempo con más de dos horas y media de proyección hacen de Deadpool & Wolverine, un espectáculo divertido donde las segundas oportunidades y la redención se abren camino entre las majaderías y los improperios que resultarían en una cancelación inmediata en redes sociales.
Pero como todo lo dice Deadpool, resulta simpático. Viva la comedia.
Qué hacer antes y después de la función
Apocalípticos e integrados, de Umberto Eco. Este ensayo, publicado por vez primera en 1964, anticipa el enfrentamiento de quienes con optimismo ven en la cultura popular la oportunidad para llegar a todos los rincones del planeta y su contraparte, una visión “apocalíptica” que advierte sobre la pérdida de la identidad y la libertad a consecuencia de una enajenación a través del entretenimiento con rumbo al consumo.