/ jueves 15 de julio de 2021

Fuera de agenda | Desestabilizar la frontera sur

Dos asesinatos en menos de una semana encendieron las alertas que confirmaron la activación de un nuevo escenario de desestabilización en un punto neurálgico del país: la frontera Sur.

La mañana del 5 de julio en Simojovel fue asesinado Simón Pedro Pérez López, activista pro derechos humanos que encabezó hasta el año pasado la organización Las Abejas de Acteal. El asesinato de quien fuera catequista, fue relacionado con su labor de acompañamiento de docenas de familias tzoziles desplazadas por la violencia de grupos criminales que se han asentado en complcidad con autoridades locales en esta zona de los Altos de Chiapas.

El crimen vino acompañado de una movilización de un grupo armado identificado como “Los Ciriles”, vinculados al tráfico de armas y migrantes por la frontera, y con el asesinato de por lo menos 13 personas durante el último año en la región.

El miércoles 7 luego de cortar la luz eléctrica tomaron la cabecera municipal de Pantelhó bloqueando los accesos, horas más tarde emboscaron a tropas del 13 Batallón de Infantería y de la Policía Estatal que se dirigían a la comunidad, con saldo de nueve heridos de bala entre ellos tres militares. Al día siguiente 13 efectivos de la Guardia Nacional que iban al sitio fueron interceptados en el camino por al menos 30 personas de las comunidades de Acteal, Pantelhó, Chenalhó y Majomut, quienes los acusaron de estar coludidos con la delincuencia organizada.

El bloqueo creció hasta llegar a las 300 personas quienes retuvieron a los integrantes de la Guardia Nacional. Durante varias horas el oficial al mando tuvo que dialogar con representantes de las comunidades para que le permitieran continuar pero un grupo armado irrumpió y los despojó de nueve fusiles, una ametralladora, cartuchos y equipo táctico. Horas después se presentarían como autodefensas del lugar con el nombre de “El Machete”. Los uniformados fueron liberados más tarde sin sus equipos.

En Tuxtla Gutiérrez el jueves 8 de julio un comando interceptó dos vehículos y mató a tiros a cuatro personas en calles del fraccionamiento La Gloria, las víctimas eran los escoltas que acompañaban a Ramón Gilberto Rivera Estrada, conocido como “el Junior Gil”. El video del ataque difundido en redes aquella tarde, se viralizó de inmediato junto a los comentarios de que la tranquilidad de la capital chiapaneca había llegado a su fin.

Rivera Estrada estaba identificado como socio de José Olivas Cháidez, identificado en agosto de 2016 por el Departamento del Tesoro como integrante de la organización de tráfico de drogas que encabeza Ismael “el Mayo” Zambada.

“El Junior Gil” era hijo de Gilberto Rivera Amarillas alias “tío Gil” o “el señor de la frontera sur”, un hombre nacido en Sinaloa considerado pieza clave de la organización hasta 2016 cuando fue detenido en Guatemala y extraditado a Estados Unidos.

El ataque fue atribuido a integrantes del autodenominado Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes buscarían ampliar su zona de control hacia la zona norte de la frontera chiapaneca con Guatemala, que por décadas ha estado bajo dominio de los clanes sinaloenses. Distintas versiones señalan que su punta de lanza en Los Altos serían “los Ciriles”.

Dos asesinatos en menos de una semana encendieron las alertas que confirmaron la activación de un nuevo escenario de desestabilización en un punto neurálgico del país: la frontera Sur.

La mañana del 5 de julio en Simojovel fue asesinado Simón Pedro Pérez López, activista pro derechos humanos que encabezó hasta el año pasado la organización Las Abejas de Acteal. El asesinato de quien fuera catequista, fue relacionado con su labor de acompañamiento de docenas de familias tzoziles desplazadas por la violencia de grupos criminales que se han asentado en complcidad con autoridades locales en esta zona de los Altos de Chiapas.

El crimen vino acompañado de una movilización de un grupo armado identificado como “Los Ciriles”, vinculados al tráfico de armas y migrantes por la frontera, y con el asesinato de por lo menos 13 personas durante el último año en la región.

El miércoles 7 luego de cortar la luz eléctrica tomaron la cabecera municipal de Pantelhó bloqueando los accesos, horas más tarde emboscaron a tropas del 13 Batallón de Infantería y de la Policía Estatal que se dirigían a la comunidad, con saldo de nueve heridos de bala entre ellos tres militares. Al día siguiente 13 efectivos de la Guardia Nacional que iban al sitio fueron interceptados en el camino por al menos 30 personas de las comunidades de Acteal, Pantelhó, Chenalhó y Majomut, quienes los acusaron de estar coludidos con la delincuencia organizada.

El bloqueo creció hasta llegar a las 300 personas quienes retuvieron a los integrantes de la Guardia Nacional. Durante varias horas el oficial al mando tuvo que dialogar con representantes de las comunidades para que le permitieran continuar pero un grupo armado irrumpió y los despojó de nueve fusiles, una ametralladora, cartuchos y equipo táctico. Horas después se presentarían como autodefensas del lugar con el nombre de “El Machete”. Los uniformados fueron liberados más tarde sin sus equipos.

En Tuxtla Gutiérrez el jueves 8 de julio un comando interceptó dos vehículos y mató a tiros a cuatro personas en calles del fraccionamiento La Gloria, las víctimas eran los escoltas que acompañaban a Ramón Gilberto Rivera Estrada, conocido como “el Junior Gil”. El video del ataque difundido en redes aquella tarde, se viralizó de inmediato junto a los comentarios de que la tranquilidad de la capital chiapaneca había llegado a su fin.

Rivera Estrada estaba identificado como socio de José Olivas Cháidez, identificado en agosto de 2016 por el Departamento del Tesoro como integrante de la organización de tráfico de drogas que encabeza Ismael “el Mayo” Zambada.

“El Junior Gil” era hijo de Gilberto Rivera Amarillas alias “tío Gil” o “el señor de la frontera sur”, un hombre nacido en Sinaloa considerado pieza clave de la organización hasta 2016 cuando fue detenido en Guatemala y extraditado a Estados Unidos.

El ataque fue atribuido a integrantes del autodenominado Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), quienes buscarían ampliar su zona de control hacia la zona norte de la frontera chiapaneca con Guatemala, que por décadas ha estado bajo dominio de los clanes sinaloenses. Distintas versiones señalan que su punta de lanza en Los Altos serían “los Ciriles”.