/ martes 22 de octubre de 2019

Lo digo como es | Dilema ético

Nos han dicho que el fin de los días de cada persona está marcado desde que nace.

El postulado se asume, creo, independientemente de creencias religiosas o de la interpretación que se dé al espacio de tiempo que transcurre entre que la persona nace y muere.

Probablemente esté marcada también la forma en que una persona cerrará su ciclo en esta dimensión y trascenderá a la siguiente.

La muerte de don Julio Manuel Rodríguez Castro, se confirmó ayer.

Desde que se supo que una persona habría caído en un socavón en la colonia Sonacer en la capital sonorense y luego se reportó la desaparición de un hombre, creo que empezamos a buscar las lecciones de la tragedia a la par que alineábamos los deseos de que fuera localizado el esposo, padre, abuelo, hermano, amigo, ciudadano que habría protagonizado el infortunio.

Conforme las horas se comían el día, se esperaba el final que ayer quedó confirmado.

Para hablar del accidente se recurrió frecuentemente a la especulación y se hicieron las infaltables lecturas políticas; tantas que a veces amenazaban con perder de vista lo más importante: localizarlo.

La ya de por sí triste noticia para su familia, podía haber sido aún más dolorosa sin un sitio al cual ir a llorarle.

Hay muchas lecciones en esta tragedia. De entrada la necesidad urgente de cambiar esa forma tan rústica que tenemos de señalizar las obras. En general la señalización en este país es para dar pena. Si se trata de nomenclatura en la ciudad, los anuncios en la carretera y de obras, más que protección y orientación muchas veces parecen trampas y otras provocan confusión.

Se supone que los contratos de obra que se otorgan, deben destinar un porcentaje del monto para señalización. Eso muy pocas veces se observa.

Pero es un vicio muy arraigado que viene de la cultura del “No pasa nada y si pasa, pues tampoco pasa porque se llega a algún arreglo con alguien”.

Pues ya pasó. Ya nos dimos cuenta de esta tragedia lo cual no significa que sea el único caso desgraciadamente.

Por el bulevar Navarrete casi esquina con Solidaridad, se edifica lo que serán las instalaciones del Consulado en Hermosillo. La obra es ejemplo de señalización; desde que empezaron y así se mantiene hasta hoy. ¿Será muy difícil tratar de imitarlos?

Volviendo al tema del socavón y hasta anoche, no se había dado la renuncia sugerida por la alcaldesa Celida López que invitó a quien se sienta responsable a presentarla o bien se esperen a la determinación de la Contraloría Municipal que habrá de deslindar responsabilidades.

Creo que hay una entidad responsable y esa es Agua de Hermosillo. Su titular Alfredo Gómez Sarabia debe estar ante un dilema ético probablemente de los más serios que ha enfrentado como servidor público.

Y ¿A partir de ahora, qué? ¿Aprenderíamos la lección?

Nos han dicho que el fin de los días de cada persona está marcado desde que nace.

El postulado se asume, creo, independientemente de creencias religiosas o de la interpretación que se dé al espacio de tiempo que transcurre entre que la persona nace y muere.

Probablemente esté marcada también la forma en que una persona cerrará su ciclo en esta dimensión y trascenderá a la siguiente.

La muerte de don Julio Manuel Rodríguez Castro, se confirmó ayer.

Desde que se supo que una persona habría caído en un socavón en la colonia Sonacer en la capital sonorense y luego se reportó la desaparición de un hombre, creo que empezamos a buscar las lecciones de la tragedia a la par que alineábamos los deseos de que fuera localizado el esposo, padre, abuelo, hermano, amigo, ciudadano que habría protagonizado el infortunio.

Conforme las horas se comían el día, se esperaba el final que ayer quedó confirmado.

Para hablar del accidente se recurrió frecuentemente a la especulación y se hicieron las infaltables lecturas políticas; tantas que a veces amenazaban con perder de vista lo más importante: localizarlo.

La ya de por sí triste noticia para su familia, podía haber sido aún más dolorosa sin un sitio al cual ir a llorarle.

Hay muchas lecciones en esta tragedia. De entrada la necesidad urgente de cambiar esa forma tan rústica que tenemos de señalizar las obras. En general la señalización en este país es para dar pena. Si se trata de nomenclatura en la ciudad, los anuncios en la carretera y de obras, más que protección y orientación muchas veces parecen trampas y otras provocan confusión.

Se supone que los contratos de obra que se otorgan, deben destinar un porcentaje del monto para señalización. Eso muy pocas veces se observa.

Pero es un vicio muy arraigado que viene de la cultura del “No pasa nada y si pasa, pues tampoco pasa porque se llega a algún arreglo con alguien”.

Pues ya pasó. Ya nos dimos cuenta de esta tragedia lo cual no significa que sea el único caso desgraciadamente.

Por el bulevar Navarrete casi esquina con Solidaridad, se edifica lo que serán las instalaciones del Consulado en Hermosillo. La obra es ejemplo de señalización; desde que empezaron y así se mantiene hasta hoy. ¿Será muy difícil tratar de imitarlos?

Volviendo al tema del socavón y hasta anoche, no se había dado la renuncia sugerida por la alcaldesa Celida López que invitó a quien se sienta responsable a presentarla o bien se esperen a la determinación de la Contraloría Municipal que habrá de deslindar responsabilidades.

Creo que hay una entidad responsable y esa es Agua de Hermosillo. Su titular Alfredo Gómez Sarabia debe estar ante un dilema ético probablemente de los más serios que ha enfrentado como servidor público.

Y ¿A partir de ahora, qué? ¿Aprenderíamos la lección?