/ domingo 9 de agosto de 2020

Lo digo como es | Mensajes desde una combi

Hace unos días las redes sociales dieron cuenta, y de forma abundante, de un asalto frustrado. Ocurrió en la carretera México-Texcoco. Al detenerse una combi para trasladar pasajeros, un hombre ingresa y otro no logra subir. Ya arriba el asaltante pide a los pasajeros que se caigan con lo que traen; al verse sin compañero y dado que la unidad había reanudado la marcha, intenta bajar, pero uno de los pasajeros lo impide y de ahí pasan aproximadamente 4 minutos en los que el asaltante recibe la golpiza de su vida por los pasajeros enfurecidos.

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¿Qué pensó usted cuando vio el video? Yo la verdad dije: ”¡Qué bueno!”. Claro, ya pasado el calor de la primera impresión y reflexionando sobre el tema, ¿Qué es lo que tenemos en ese video?

Tenemos un hecho que lamentablemente es frecuente. No hay rincón que se libre de las expresiones de inseguridad en todas sus modalidades; las autoridades han reportado, por ejemplo, en el Estado de México, donde fueron los hechos en referencia, que al terminar la Jornada Nacional de Sana Distancia, hubo un repunte en el índice delictivo, como asaltos en el transporte público y robo de vehículos; y de acuerdo a lo que consignó Fuerza Informativa Azteca, de enero a junio se han reportado 3 mil 204 robos a usuarios del transporte público en el Estado de México.

El video muestra también el comportamiento arriesgado en el que muchas veces cae el ciudadano, de tomar la justicia por su propia mano. En esos golpes propinados al ladrón los ocupantes de la combi manifiestan mucho coraje contenido; pareciera que, con cada golpe, en cada patada liberaban parte de la frustración social a la que la delincuencia poco a poco ha ido sometiendo al ciudadano que quiere conducirse bien.

Por aproximadamente 4 minutos, más de lo que aguanta un buen boxeador sin anhelar que suene la campana, el hombre pedía clemencia y por respuesta tenía otra tanda de golpes y la sentencia: “Para que sientas lo que sentimos”. Lo sacaron luego del vehículo y según las crónicas, lo dejaron en la banqueta, desnudo.

¿Qué pasó después? El transporte público retomó su camino, supongo que los pasajeros celebraron la hazaña, por lo menos terminaron todos juntos y sin ningún herido ni muerto. Ésta, por fortuna la libraron. Posteriormente no se ha presentado denuncia del hecho. La estadística lo agradece porque se infla menos. Es uno de tantos casos en los que por temor o simplemente por sacarle la vuelta a la burocracia jurídica la ciudadanía opta por no denunciar, porque casi es un hecho que sólo perderá el tiempo, porque no hay certeza en una eficiente persecución del delito.

Con gran sentido de oportunidad el músico cajemense compuso “La cumbia de la combi” que se viralizó en pocas horas y otra empresa ya comercializa piñatas del ladrón de la combi.

Hace unos días las redes sociales dieron cuenta, y de forma abundante, de un asalto frustrado. Ocurrió en la carretera México-Texcoco. Al detenerse una combi para trasladar pasajeros, un hombre ingresa y otro no logra subir. Ya arriba el asaltante pide a los pasajeros que se caigan con lo que traen; al verse sin compañero y dado que la unidad había reanudado la marcha, intenta bajar, pero uno de los pasajeros lo impide y de ahí pasan aproximadamente 4 minutos en los que el asaltante recibe la golpiza de su vida por los pasajeros enfurecidos.

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Tenemos un hecho que lamentablemente es frecuente. No hay rincón que se libre de las expresiones de inseguridad en todas sus modalidades; las autoridades han reportado, por ejemplo, en el Estado de México, donde fueron los hechos en referencia, que al terminar la Jornada Nacional de Sana Distancia, hubo un repunte en el índice delictivo, como asaltos en el transporte público y robo de vehículos; y de acuerdo a lo que consignó Fuerza Informativa Azteca, de enero a junio se han reportado 3 mil 204 robos a usuarios del transporte público en el Estado de México.

El video muestra también el comportamiento arriesgado en el que muchas veces cae el ciudadano, de tomar la justicia por su propia mano. En esos golpes propinados al ladrón los ocupantes de la combi manifiestan mucho coraje contenido; pareciera que, con cada golpe, en cada patada liberaban parte de la frustración social a la que la delincuencia poco a poco ha ido sometiendo al ciudadano que quiere conducirse bien.

Por aproximadamente 4 minutos, más de lo que aguanta un buen boxeador sin anhelar que suene la campana, el hombre pedía clemencia y por respuesta tenía otra tanda de golpes y la sentencia: “Para que sientas lo que sentimos”. Lo sacaron luego del vehículo y según las crónicas, lo dejaron en la banqueta, desnudo.

¿Qué pasó después? El transporte público retomó su camino, supongo que los pasajeros celebraron la hazaña, por lo menos terminaron todos juntos y sin ningún herido ni muerto. Ésta, por fortuna la libraron. Posteriormente no se ha presentado denuncia del hecho. La estadística lo agradece porque se infla menos. Es uno de tantos casos en los que por temor o simplemente por sacarle la vuelta a la burocracia jurídica la ciudadanía opta por no denunciar, porque casi es un hecho que sólo perderá el tiempo, porque no hay certeza en una eficiente persecución del delito.

Con gran sentido de oportunidad el músico cajemense compuso “La cumbia de la combi” que se viralizó en pocas horas y otra empresa ya comercializa piñatas del ladrón de la combi.