/ jueves 6 de agosto de 2020

Lo digo como es | Yo nunca abortaría

Tengo muy claras las condiciones y circunstancias bajo las cuales yo podría quitarle la vida a alguien.

También tengo absoluta certeza en que yo nunca abortaría.

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Estoy todavía en edad de embarazarme. Sí, a mis 52 años y pese al riesgo que pudiera significar un embarazo, nunca abortaría.

Y no lo haría porque no sería capaz de definir el momento en que una vida indefensa deje de existir.

No lo haría porque creo en el potencial del ser humano para lidiar con una situación que no tenía contemplada, me refiero a un embarazo no planeado por ejemplo y en su capacidad para salir adelante en circunstancias adversas.

Y muy probablemente no pudiera yo lidiar con la culpa que me cargaría de por vida al interrumpir mi embarazo.

Sin embargo, mi convicción no me da derecho a juzgar a las parejas que deciden hacerlo. Mucho menos a las mujeres que en la mayoría de los casos son las que se quedan solas con sus hijos para resolver su situación, y gracias a Dios hay miles de ejemplos en que lo hacen bien.

Para mí, la vida empieza en el momento de la concepción. La ciencia sostiene que es en la duodécima semana y es el argumento que ha dado peso a las decisiones donde se ha despenalizado el aborto. Despenalizar no es permitir. Despenalizar no es promover.

Bajo mi punto de vista y para temas como éste, las leyes deben regirse por la ciencia, y en ese sentido no debieran ser criminalizadas decisiones sin duda complejas, difíciles y crueles.

Desde donde yo veo las cosas, las mujeres que abortan llevan consigo una sentencia de dolor perpetuo. No digo que eso sea poco o mucho. No juzgo, no me corresponde.

En torno al aborto no deben olvidarse algunos aspectos.

— En materias de políticas públicas es un verdadero fracaso el tema de la educación sexual que mantiene en altos niveles el número de embarazos no deseados y especialmente en adolescentes, y de ahí al aborto no hay mucha distancia. Es más, podría decir que la distancia es más corta que lo que podemos imaginar.


— Las mujeres y las niñas víctimas de violencia que, como resultado de la misma, tienen derecho a acceder a un aborto legal en México, se encuentran con barreras que persisten en muchas regiones del país para tener acceso a los servicios que el Estado debería garantizar.

— Según ha documentado GIRE, (Grupo de Información en Reproducción Elegida) el aborto en condiciones inseguras representa la cuarta causa de muerte materna en México. Muere la criatura y muere la madre, y en la pobreza, como la nuestra, como la de México, a la tragedia se le suma la indignidad.

Si usted piensa que la pobreza es de los pobres solamente, déjeme sugerirle que piense de nuevo. La pobreza es de todos, agravia a todos. Y más cuando la pobreza está en la cabeza, en el corazón y en el alma.

www.soledaddurazo.com

@SoledadDurazo


Tengo muy claras las condiciones y circunstancias bajo las cuales yo podría quitarle la vida a alguien.

También tengo absoluta certeza en que yo nunca abortaría.

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Estoy todavía en edad de embarazarme. Sí, a mis 52 años y pese al riesgo que pudiera significar un embarazo, nunca abortaría.

Y no lo haría porque no sería capaz de definir el momento en que una vida indefensa deje de existir.

No lo haría porque creo en el potencial del ser humano para lidiar con una situación que no tenía contemplada, me refiero a un embarazo no planeado por ejemplo y en su capacidad para salir adelante en circunstancias adversas.

Y muy probablemente no pudiera yo lidiar con la culpa que me cargaría de por vida al interrumpir mi embarazo.

Sin embargo, mi convicción no me da derecho a juzgar a las parejas que deciden hacerlo. Mucho menos a las mujeres que en la mayoría de los casos son las que se quedan solas con sus hijos para resolver su situación, y gracias a Dios hay miles de ejemplos en que lo hacen bien.

Para mí, la vida empieza en el momento de la concepción. La ciencia sostiene que es en la duodécima semana y es el argumento que ha dado peso a las decisiones donde se ha despenalizado el aborto. Despenalizar no es permitir. Despenalizar no es promover.

Bajo mi punto de vista y para temas como éste, las leyes deben regirse por la ciencia, y en ese sentido no debieran ser criminalizadas decisiones sin duda complejas, difíciles y crueles.

Desde donde yo veo las cosas, las mujeres que abortan llevan consigo una sentencia de dolor perpetuo. No digo que eso sea poco o mucho. No juzgo, no me corresponde.

En torno al aborto no deben olvidarse algunos aspectos.

— En materias de políticas públicas es un verdadero fracaso el tema de la educación sexual que mantiene en altos niveles el número de embarazos no deseados y especialmente en adolescentes, y de ahí al aborto no hay mucha distancia. Es más, podría decir que la distancia es más corta que lo que podemos imaginar.


— Las mujeres y las niñas víctimas de violencia que, como resultado de la misma, tienen derecho a acceder a un aborto legal en México, se encuentran con barreras que persisten en muchas regiones del país para tener acceso a los servicios que el Estado debería garantizar.

— Según ha documentado GIRE, (Grupo de Información en Reproducción Elegida) el aborto en condiciones inseguras representa la cuarta causa de muerte materna en México. Muere la criatura y muere la madre, y en la pobreza, como la nuestra, como la de México, a la tragedia se le suma la indignidad.

Si usted piensa que la pobreza es de los pobres solamente, déjeme sugerirle que piense de nuevo. La pobreza es de todos, agravia a todos. Y más cuando la pobreza está en la cabeza, en el corazón y en el alma.

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