Raquel
Se iban a cumplir apenas las 24 horas que había platicado contigo y nos habíamos reído, a través de estas redes, de esto y de aquello, como otras veces.
Te sugería dónde encontrar las hojas de plátano que buscabas y te “reprochaba” que no me hayas invitado a comer esa lengua de res que presumías contenta y orgullosa en tu muro como lo hiciste con otros platillos, con tus fotos, con tus charlas, con lo que investigabas, con tus viajes, con tus hijas, con el general, con tu música, con tu Loretana, con tu compromiso con las nobles causas y en particular con la Tribu Yaqui.
También, qué paradójico, qué inconcebible, orgullosa te mostrabas de quién ayer, para sorpresa de tod@s y de la peor manera te quita la vida.
No hay muerte que no me duela pero más cuando esta es de una amiga, de una mujer, de una mamá, de una amiga, de una ciudadana, de tu voz entera, fuerte y crítica, de una profesionista, de tu estatura y de tu valía como lo fuiste y como lo que serás eternamente porque no habrá nadie que pueda olvidarte.
No, querida amiga, ahora te friegas, quién te manda haber sido lo que fuiste pues los seres humanos como tú se vuelven trascendencia y no se van del todo, acaso nomás te volverás invisible pero aquí te quedas con nosotr@s para siempre.