/ viernes 3 de septiembre de 2021

Millennials: ni tan chicos ni tan grandes | A mis amigas, amigos y amigues

Mucho se ha cuestionado en los últimos días sobre la utilización del lenguaje inclusivo, principalmente del que hace énfasis en la población no binaria a raíz de un caso que se viralizó donde una persona con esta identidad de género se molesta porque le llaman compañera y pide que se le nombre compañere, lo que ocasiono grandes debates entre los usuarios de redes sociales, tal como en el 2020 cuando la RAE incluyo en su observatorio de palabras a "elle" como parte del lenguaje inclusivo y unos días después termino por retirarla debido a los grandes conflictos que generó en la sociedad el poder utilizarla.

Lo cierto es que este lenguaje cada vez cobra más fuerza entre los millennials pero aun más en la generación centennial, es decir, los menores a 21 años y que son nativos digitales, que con gran facilidad integran a sus palabras una terminación en x, @ o e, para evitar excluir a algún género.

Debemos entender que el lenguaje inclusivo más que una moda o una tendencia, es una herramienta de comunicación que representa el reemplazo de determinadas palabras por otras neutras que no impliquen usar el género masculino cuando se está hablando en lo general, así como también darnos cuenta que es parte de una evolución, donde poco a poco fueron ganando visibilidad las mujeres y grupos vulnerables discriminados como la población LGBTTTIQ+, que ahora estamos en espacios visibles y de toma de decisiones tanto en lo privado como en lo público.

Es por eso que se llama lenguaje inclusivo, porque hace inclusión a las mujeres, transexuales, transgénero, no binarios, y demás, sin embargo hay quienes critican su uso comparándolo con lengua de señas o sistema braille, pidiendo que si vamos a ser inclusivos con los géneros, también lo seamos con las personas ciegas o sordas, a lo que no le veo nada de malo, pero son lenguajes distintos que cada uno en lo particular abonara a la construcción de una sociedad más respetuosa e inclusiva, pero no hay que criticar uno al otro, sino hay que actuar y ser parte de la solución.

La resistencia al uso del lenguaje inclusivo es fuerte, pero no se trata de que modifiques tu vocabulario o tu forma de comunicarte al 100%, pudiéramos clasificarlo de tres formas según su relevancia acorde al mensaje y a la audiencia:

a) Uso de pronombres correctos, el cual considero totalmente indispensable y se trata de usar cuando y como se debe el, ella y elle en el caso de las personas no binarias, si así lo pide la persona, o puedas preguntarla sin culpa.

b) No sexista, ampliamente recomendado sobre todo en los espacios laborales y consiste en que busquemos palabras que engloben a todas las personas sin hacer énfasis en un género, como decir personal en lugar de empleados.

c) La modificación del lenguaje a manera general, que es libre toda persona de usarlo, cambiar su vocabulario ya que es una herramienta y cada quien la emplea a su modo, aquí seria usar palabras como todes, nosotres, elles.

Es así como el fondo influye más que la forma, aunque muchos se quejen que la RAE desconoce al lenguaje inclusivo y por esa razón es una simplada, la verdad es que si queremos ser incluyentes con la comunidad LGBTTTIQ+ o las mujeres, no nos cuesta trabajo empezar a utilizar estas palabras de forma no sexista y neutras, si queremos ser incluyentes con las personas sordas pues hay que tomar clases de lengua de señas y si queremos ser empáticos con las personas ciegas pues conociendo e implementando en nuestros espacios el sistema braille.

Es por ello que, más que debatir deberíamos preocuparnos por aprender algo nuevo diariamente, el día que no tengamos nada nuevo que conocer y nada nuevo que aportar creo que estamos perdidos, muertos o inertes en este mundo cambiante, donde diariamente la ciencia y la tecnología evolucionan al mismo tiempo que la humanidad y las formas de comunicarnos, es por eso que amigas, amigos y amigues estamos llamados a hacer la diferencia, aprendamos a respetarnos y construyamos una sociedad más inclusiva para todas, todos y todes.

Mucho se ha cuestionado en los últimos días sobre la utilización del lenguaje inclusivo, principalmente del que hace énfasis en la población no binaria a raíz de un caso que se viralizó donde una persona con esta identidad de género se molesta porque le llaman compañera y pide que se le nombre compañere, lo que ocasiono grandes debates entre los usuarios de redes sociales, tal como en el 2020 cuando la RAE incluyo en su observatorio de palabras a "elle" como parte del lenguaje inclusivo y unos días después termino por retirarla debido a los grandes conflictos que generó en la sociedad el poder utilizarla.

Lo cierto es que este lenguaje cada vez cobra más fuerza entre los millennials pero aun más en la generación centennial, es decir, los menores a 21 años y que son nativos digitales, que con gran facilidad integran a sus palabras una terminación en x, @ o e, para evitar excluir a algún género.

Debemos entender que el lenguaje inclusivo más que una moda o una tendencia, es una herramienta de comunicación que representa el reemplazo de determinadas palabras por otras neutras que no impliquen usar el género masculino cuando se está hablando en lo general, así como también darnos cuenta que es parte de una evolución, donde poco a poco fueron ganando visibilidad las mujeres y grupos vulnerables discriminados como la población LGBTTTIQ+, que ahora estamos en espacios visibles y de toma de decisiones tanto en lo privado como en lo público.

Es por eso que se llama lenguaje inclusivo, porque hace inclusión a las mujeres, transexuales, transgénero, no binarios, y demás, sin embargo hay quienes critican su uso comparándolo con lengua de señas o sistema braille, pidiendo que si vamos a ser inclusivos con los géneros, también lo seamos con las personas ciegas o sordas, a lo que no le veo nada de malo, pero son lenguajes distintos que cada uno en lo particular abonara a la construcción de una sociedad más respetuosa e inclusiva, pero no hay que criticar uno al otro, sino hay que actuar y ser parte de la solución.

La resistencia al uso del lenguaje inclusivo es fuerte, pero no se trata de que modifiques tu vocabulario o tu forma de comunicarte al 100%, pudiéramos clasificarlo de tres formas según su relevancia acorde al mensaje y a la audiencia:

a) Uso de pronombres correctos, el cual considero totalmente indispensable y se trata de usar cuando y como se debe el, ella y elle en el caso de las personas no binarias, si así lo pide la persona, o puedas preguntarla sin culpa.

b) No sexista, ampliamente recomendado sobre todo en los espacios laborales y consiste en que busquemos palabras que engloben a todas las personas sin hacer énfasis en un género, como decir personal en lugar de empleados.

c) La modificación del lenguaje a manera general, que es libre toda persona de usarlo, cambiar su vocabulario ya que es una herramienta y cada quien la emplea a su modo, aquí seria usar palabras como todes, nosotres, elles.

Es así como el fondo influye más que la forma, aunque muchos se quejen que la RAE desconoce al lenguaje inclusivo y por esa razón es una simplada, la verdad es que si queremos ser incluyentes con la comunidad LGBTTTIQ+ o las mujeres, no nos cuesta trabajo empezar a utilizar estas palabras de forma no sexista y neutras, si queremos ser incluyentes con las personas sordas pues hay que tomar clases de lengua de señas y si queremos ser empáticos con las personas ciegas pues conociendo e implementando en nuestros espacios el sistema braille.

Es por ello que, más que debatir deberíamos preocuparnos por aprender algo nuevo diariamente, el día que no tengamos nada nuevo que conocer y nada nuevo que aportar creo que estamos perdidos, muertos o inertes en este mundo cambiante, donde diariamente la ciencia y la tecnología evolucionan al mismo tiempo que la humanidad y las formas de comunicarnos, es por eso que amigas, amigos y amigues estamos llamados a hacer la diferencia, aprendamos a respetarnos y construyamos una sociedad más inclusiva para todas, todos y todes.