/ lunes 15 de agosto de 2022

Minutos de lectura | Mondiacult 2022

Luego de un receso para disfrutar el periodo vacacional de verano 2022, retomo este espacio semanal en el que espero contar con su lectura.

En septiembre próximo, México será sede de la Conferencia Mundial de la Unesco sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible (Mondiacult). La primera se realizó hace 40 años también en nuestro país (1982). Como resultado de ella, se logró ampliar el concepto de cultura para abarcar áreas de trabajo que hasta entonces no eran consideradas como derecho humano.

La Mondiacult representa el hilo conductor que da continuidad al diálogo y la reflexión internacional entre agentes e instancias culturales. Es la plataforma en la que se analiza, propone y estructura la conversación y las acciones para establecer, en cierta medida, la ruta común que debe de seguirse en la consecución de objetivos a favor del patrimonio cultural en los casi 200 países miembro de la Unesco, incluido México.

A través de los años, además de la Mondiacult, han existido otros esfuerzos de relevancia desde esta instancia internacional que busca dar visibilidad al debate cultural: en 1988 se implementó el Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural (1988-1997) y luego se publicó el Informe “Nuestra Diversidad Creativa” con el que se estableció el acceso a los bienes y servicios culturales como un mecanismo de convivencia plena entre países. En 1998 tuvo lugar en Estocolmo la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el Desarrollo, relevante por promover los mecanismos de cooperación internacional con nuevos marcos normativos en colaboración con la sociedad civil. Un año después en Italia, junto al Banco Mundial, se presentó la Conferencia Intergubernamental “La cultura cuenta: financiación, recursos y economía de la cultura en el desarrollo sostenible” cuya aportación se dio al lograr consenso internacional para poner en primer plano el valor económico de la cultura “en términos de inversión, empleo y beneficios, pidiendo un análisis y una recopilación más sistémica de las estadísticas culturales, y el desarrollo de indicadores culturales comparables en todo el espectro del desarrollo”.

Para 2001 se implementó la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural y en 2005 se realizó la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales en la que se estableció el marco legal para soportar la economía creativa a través de la cooperación internacional. Cuatro años más tarde (2009) vino el lanzamiento de los indicadores de cultura para el desarrollo, motivando un enfoque innovador y una metodología documental con datos duros con los que se buscó comparar el desarrollo cultural entre los países en diversos periodos de tiempo. Para 2010 tuvo lugar la Asamblea General de la ONU en su 65ª sesión y en la que por primera vez se reconoció a la cultura como elemento de contribución a los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

En estos últimos años, particularmente entre 2018 y 2021, cobró relevancia la publicación de informes e indicadores de cultura para la ruta 2030. Además de manera emergente se tuvo la necesidad de priorizar la elaboración e investigación de mapas, análisis y evaluaciones para medir el impacto de la pandemia por Covid-19 en el sector cultural, así como las posteriores líneas de acción para su rescate.

Cuarenta años después de aquel primer Mondiacult, en el que México lideró el diálogo y que tanto representó para la gestión cultural internacional, la expectativa es alta a pesar del panorama sombrío que la comunidad cultural de nuestro país padece.

Sirva esta Mondiacult 2022 para recordar, valorar y entender que el mejor proyecto cultural, aun en la diversidad de visiones, es el que logra dar continuidad a los proyectos y programas sustantivos mismos que desafortunadamente por filias, fobias o incapacidad, cada periodo de gobierno desaparecen. Además, que es la comunidad artística la que se debe poner en el centro de la política pública para lograr dar trascendencia a la actividad cultural y con ello, asegurarnos de que se beneficie a la mayoría a lo largo del tiempo.

¿Y en Sonora qué sucede?

Desafortunadamente para las instancias culturales el tema de Mondiacult parece pasar desapercibido. Además, quienes son parte del debate público en temas culturales desde los medios de comunicación, también lo han omitido o peor aún, lo desconocen. La existencia de voces anticuadas siguen llevando el diálogo a la intrascendencia y son las mismas voces que criticaban —o critican— a administraciones pasadas arengando que “los números no sirven para nada”. Queda claro que dichos personajes, entre otras cosas, se enfrascan en un debate débil y lejano a la gestión cultural actual. Frustrados y tóxicos, no entienden más allá del anacrónico, desaseado y pequeño mundo en el que se encapsularon hace más de 3 décadas y que hoy, ignoran que ignoran. Sería bueno que hicieran un esfuerzo sobrehumano para asistir al Mondiacult.

Luego de un receso para disfrutar el periodo vacacional de verano 2022, retomo este espacio semanal en el que espero contar con su lectura.

En septiembre próximo, México será sede de la Conferencia Mundial de la Unesco sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible (Mondiacult). La primera se realizó hace 40 años también en nuestro país (1982). Como resultado de ella, se logró ampliar el concepto de cultura para abarcar áreas de trabajo que hasta entonces no eran consideradas como derecho humano.

La Mondiacult representa el hilo conductor que da continuidad al diálogo y la reflexión internacional entre agentes e instancias culturales. Es la plataforma en la que se analiza, propone y estructura la conversación y las acciones para establecer, en cierta medida, la ruta común que debe de seguirse en la consecución de objetivos a favor del patrimonio cultural en los casi 200 países miembro de la Unesco, incluido México.

A través de los años, además de la Mondiacult, han existido otros esfuerzos de relevancia desde esta instancia internacional que busca dar visibilidad al debate cultural: en 1988 se implementó el Decenio Mundial para el Desarrollo Cultural (1988-1997) y luego se publicó el Informe “Nuestra Diversidad Creativa” con el que se estableció el acceso a los bienes y servicios culturales como un mecanismo de convivencia plena entre países. En 1998 tuvo lugar en Estocolmo la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales para el Desarrollo, relevante por promover los mecanismos de cooperación internacional con nuevos marcos normativos en colaboración con la sociedad civil. Un año después en Italia, junto al Banco Mundial, se presentó la Conferencia Intergubernamental “La cultura cuenta: financiación, recursos y economía de la cultura en el desarrollo sostenible” cuya aportación se dio al lograr consenso internacional para poner en primer plano el valor económico de la cultura “en términos de inversión, empleo y beneficios, pidiendo un análisis y una recopilación más sistémica de las estadísticas culturales, y el desarrollo de indicadores culturales comparables en todo el espectro del desarrollo”.

Para 2001 se implementó la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural y en 2005 se realizó la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales en la que se estableció el marco legal para soportar la economía creativa a través de la cooperación internacional. Cuatro años más tarde (2009) vino el lanzamiento de los indicadores de cultura para el desarrollo, motivando un enfoque innovador y una metodología documental con datos duros con los que se buscó comparar el desarrollo cultural entre los países en diversos periodos de tiempo. Para 2010 tuvo lugar la Asamblea General de la ONU en su 65ª sesión y en la que por primera vez se reconoció a la cultura como elemento de contribución a los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

En estos últimos años, particularmente entre 2018 y 2021, cobró relevancia la publicación de informes e indicadores de cultura para la ruta 2030. Además de manera emergente se tuvo la necesidad de priorizar la elaboración e investigación de mapas, análisis y evaluaciones para medir el impacto de la pandemia por Covid-19 en el sector cultural, así como las posteriores líneas de acción para su rescate.

Cuarenta años después de aquel primer Mondiacult, en el que México lideró el diálogo y que tanto representó para la gestión cultural internacional, la expectativa es alta a pesar del panorama sombrío que la comunidad cultural de nuestro país padece.

Sirva esta Mondiacult 2022 para recordar, valorar y entender que el mejor proyecto cultural, aun en la diversidad de visiones, es el que logra dar continuidad a los proyectos y programas sustantivos mismos que desafortunadamente por filias, fobias o incapacidad, cada periodo de gobierno desaparecen. Además, que es la comunidad artística la que se debe poner en el centro de la política pública para lograr dar trascendencia a la actividad cultural y con ello, asegurarnos de que se beneficie a la mayoría a lo largo del tiempo.

¿Y en Sonora qué sucede?

Desafortunadamente para las instancias culturales el tema de Mondiacult parece pasar desapercibido. Además, quienes son parte del debate público en temas culturales desde los medios de comunicación, también lo han omitido o peor aún, lo desconocen. La existencia de voces anticuadas siguen llevando el diálogo a la intrascendencia y son las mismas voces que criticaban —o critican— a administraciones pasadas arengando que “los números no sirven para nada”. Queda claro que dichos personajes, entre otras cosas, se enfrascan en un debate débil y lejano a la gestión cultural actual. Frustrados y tóxicos, no entienden más allá del anacrónico, desaseado y pequeño mundo en el que se encapsularon hace más de 3 décadas y que hoy, ignoran que ignoran. Sería bueno que hicieran un esfuerzo sobrehumano para asistir al Mondiacult.