/ lunes 28 de marzo de 2022

Minutos de lectura | Política pública teatral en México

Este domingo 27 de marzo se celebró, como se hace desde 1962, el Día Mundial del Teatro. Su objetivo es visibilizar el valor y la relevancia de ser, hacer y vivir el arte teatral en toda su extensión y desde cualquier rincón de nuestro planeta. A través de este ejercicio anual, también se busca sensibilizar y hacer un llamado a gobernantes e instituciones para que reconozcan la realidad de una comunidad que, a pesar de tener avances significativos a lo largo de décadas, aún vive altas condiciones de precariedad, amenazas para su óptimo desarrollo, falta de espacios, entendimiento y políticas públicas que representen estabilidad personal y profesional para todos aquellos seres humanos que viven de esta extraordinaria expresión artística y que naturalmente aspiran —en su mayoría— a ejercer una profesión estable y pujante, como muchas otras profesiones lo son aún sin ser tan generosas como lo es el teatro para la plenitud humana.

Pero ¿cuál ha sido la relación del teatro con el estado mexicano, sus entidades federativas y municipios?

Para tener una noción como respuesta, genérica y realista dada la profundidad requerida por el tema, es necesario mirar en perspectiva histórica cómo los sistemas de gobierno han tenido injerencia en el desarrollo de la disciplina teatral de nuestro país. Valeria López, gestora y promotora cultural mexicana, en su tesis “La política teatral en México” (Anarama, 2017) manifiesta la necesidad de reconstruir el análisis histórico de la vinculación del estado mexicano con el teatro y estudiarlo desde el siglo XVI cuando, con el arribo de las misiones religiosas a nuestro país se empezaron a desarrollar expresiones teatrales que requirieron de reglamentos, espacios, artistas y públicos. Luego ligarla, en esa misma línea de tiempo, a la relación del teatro con las autoridades de la colonia, los gobernantes religiosos y su regulación excesiva que coaptaba la creatividad y ahorcaba sus temáticas; después vino la relación del teatro con el estado liberal del siglo XIX y posterior a ello, momentos de relevancia en la etapa contemporánea como lo fue el estado benefactor entre la década de los setentas y ochentas así como la creación del EFITEATRO en 2011.

También es importante tener claro el papel del estado y su intervención en el teatro mexicano a lo largo de la historia, porque no solo debe ser visto como hoy —penosamente— muchos quieren verlo, como ese obligatorio mecenazgo en donde las instituciones públicas fungen sólo como la banca financiera de su desarrollo. La intervención del estado a lo largo de muchos años, etapas, crisis y momentos se ha dado en por lo menos tres formas, dice Valeria López en la citada tesis: la primera, como intervención injerencista y reguladora de la creatividad de contenidos, temas, estéticas, discursos y retóricas que reproduce el teatro; la segunda, como intervención estricta en los espacios e infraestructura permisionada para desarrollar el acto y la disciplina teatral. Y por último, la tercera intervención como forma de autoridad que define, modifica, restringe o posibilita el fomento y desarrollo del acontecimiento y convivencia teatral desde las instituciones públicas, es decir, las políticas públicas culturales.

Fomento teatral en Sonora

El primer año de un gobierno estatal es relevante, entre muchas otras cosas, por ser legal y administrativamente el periodo en el que se formaliza su planeación. Particularmente en Sonora, el Comité de Planeación para el Desarrollo del Estado de Sonora (COPLADES), coordinado desde la Oficina del Ejecutivo, es el que genera el Plan Estatal de Desarrollo y sus programas sectoriales, incluido su programa cultural sexenal. Seguramente en próximas semanas o meses conoceremos este importante documento en el que, desglosando objetivos, metas, acciones específicas e indicadores de medición, la institución encargada publicará el desglose de la planeación y ejercicio de la política cultural para nuestro estado durante el periodo 2022-2027. Y en ese sentido, la realidad del teatro sonorense debe privilegiarse para buscar avanzar y no retroceder. Recordemos que desafortunadamente por restricciones presupuestales de índole federal en Sonora, como en el resto de las 31 entidades federativas, se nulificaron las Muestras Estatales y Regionales de Teatro. Por motivos de pandemia desde 2020, se vio afectado el Programa Nacional de Teatro Escolar que en Sonora llevaba a casi 10 mil niñas, niños y adolescentes al teatro una vez al año. La Agenda Estatal de Escénicas, cuyo presupuesto era bipartita (Estado-Federación) y su objetivo fomentar el ejercicio, goce y disfrute de la disciplina teatral y dancística en Sonora, también se vio afectada con la disminución del subsidio federal de Apoyo a las Instituciones Estatales de Cultura (AIEC); esto a su vez —seguramente— ha impedido la convocatoria para el Premio Desierto Ícaro, reconocimiento e incentivo que por 5 años consecutivos entregó el Instituto Sonorense de Cultura a artistas y creadores que han dejado huella y legado en la comunidad teatral de nuestro Estado, entre muchas otras acciones más.

Esperemos que, en este próximo programa sectorial para la cultura y las artes en Sonora, el teatro mantenga su prioridad y sea un sector punta de lanza para los próximos años. Que los instrumentos de política pública desarrollados con anterioridad se retomen pasada la contingencia sanitaria y presupuestal y que con ellos se privilegie al teatro sonorense, por ejemplo, desde el Estímulo Fiscal para la Cultura y las Artes (EFICAS); desde el programa de formación de artistas y creadores o de fondos o incentivos para espacios escénicos independientes; desde el PECDA, PACMYC, programa de cultura comunitaria o circuitos culturales regionales, entre otros. La comunidad teatral sonorense lo vale, lo puede y lo necesita. Su público, nosotros, lo agradeceremos.

¡Hasta la próxima!

Este domingo 27 de marzo se celebró, como se hace desde 1962, el Día Mundial del Teatro. Su objetivo es visibilizar el valor y la relevancia de ser, hacer y vivir el arte teatral en toda su extensión y desde cualquier rincón de nuestro planeta. A través de este ejercicio anual, también se busca sensibilizar y hacer un llamado a gobernantes e instituciones para que reconozcan la realidad de una comunidad que, a pesar de tener avances significativos a lo largo de décadas, aún vive altas condiciones de precariedad, amenazas para su óptimo desarrollo, falta de espacios, entendimiento y políticas públicas que representen estabilidad personal y profesional para todos aquellos seres humanos que viven de esta extraordinaria expresión artística y que naturalmente aspiran —en su mayoría— a ejercer una profesión estable y pujante, como muchas otras profesiones lo son aún sin ser tan generosas como lo es el teatro para la plenitud humana.

Pero ¿cuál ha sido la relación del teatro con el estado mexicano, sus entidades federativas y municipios?

Para tener una noción como respuesta, genérica y realista dada la profundidad requerida por el tema, es necesario mirar en perspectiva histórica cómo los sistemas de gobierno han tenido injerencia en el desarrollo de la disciplina teatral de nuestro país. Valeria López, gestora y promotora cultural mexicana, en su tesis “La política teatral en México” (Anarama, 2017) manifiesta la necesidad de reconstruir el análisis histórico de la vinculación del estado mexicano con el teatro y estudiarlo desde el siglo XVI cuando, con el arribo de las misiones religiosas a nuestro país se empezaron a desarrollar expresiones teatrales que requirieron de reglamentos, espacios, artistas y públicos. Luego ligarla, en esa misma línea de tiempo, a la relación del teatro con las autoridades de la colonia, los gobernantes religiosos y su regulación excesiva que coaptaba la creatividad y ahorcaba sus temáticas; después vino la relación del teatro con el estado liberal del siglo XIX y posterior a ello, momentos de relevancia en la etapa contemporánea como lo fue el estado benefactor entre la década de los setentas y ochentas así como la creación del EFITEATRO en 2011.

También es importante tener claro el papel del estado y su intervención en el teatro mexicano a lo largo de la historia, porque no solo debe ser visto como hoy —penosamente— muchos quieren verlo, como ese obligatorio mecenazgo en donde las instituciones públicas fungen sólo como la banca financiera de su desarrollo. La intervención del estado a lo largo de muchos años, etapas, crisis y momentos se ha dado en por lo menos tres formas, dice Valeria López en la citada tesis: la primera, como intervención injerencista y reguladora de la creatividad de contenidos, temas, estéticas, discursos y retóricas que reproduce el teatro; la segunda, como intervención estricta en los espacios e infraestructura permisionada para desarrollar el acto y la disciplina teatral. Y por último, la tercera intervención como forma de autoridad que define, modifica, restringe o posibilita el fomento y desarrollo del acontecimiento y convivencia teatral desde las instituciones públicas, es decir, las políticas públicas culturales.

Fomento teatral en Sonora

El primer año de un gobierno estatal es relevante, entre muchas otras cosas, por ser legal y administrativamente el periodo en el que se formaliza su planeación. Particularmente en Sonora, el Comité de Planeación para el Desarrollo del Estado de Sonora (COPLADES), coordinado desde la Oficina del Ejecutivo, es el que genera el Plan Estatal de Desarrollo y sus programas sectoriales, incluido su programa cultural sexenal. Seguramente en próximas semanas o meses conoceremos este importante documento en el que, desglosando objetivos, metas, acciones específicas e indicadores de medición, la institución encargada publicará el desglose de la planeación y ejercicio de la política cultural para nuestro estado durante el periodo 2022-2027. Y en ese sentido, la realidad del teatro sonorense debe privilegiarse para buscar avanzar y no retroceder. Recordemos que desafortunadamente por restricciones presupuestales de índole federal en Sonora, como en el resto de las 31 entidades federativas, se nulificaron las Muestras Estatales y Regionales de Teatro. Por motivos de pandemia desde 2020, se vio afectado el Programa Nacional de Teatro Escolar que en Sonora llevaba a casi 10 mil niñas, niños y adolescentes al teatro una vez al año. La Agenda Estatal de Escénicas, cuyo presupuesto era bipartita (Estado-Federación) y su objetivo fomentar el ejercicio, goce y disfrute de la disciplina teatral y dancística en Sonora, también se vio afectada con la disminución del subsidio federal de Apoyo a las Instituciones Estatales de Cultura (AIEC); esto a su vez —seguramente— ha impedido la convocatoria para el Premio Desierto Ícaro, reconocimiento e incentivo que por 5 años consecutivos entregó el Instituto Sonorense de Cultura a artistas y creadores que han dejado huella y legado en la comunidad teatral de nuestro Estado, entre muchas otras acciones más.

Esperemos que, en este próximo programa sectorial para la cultura y las artes en Sonora, el teatro mantenga su prioridad y sea un sector punta de lanza para los próximos años. Que los instrumentos de política pública desarrollados con anterioridad se retomen pasada la contingencia sanitaria y presupuestal y que con ellos se privilegie al teatro sonorense, por ejemplo, desde el Estímulo Fiscal para la Cultura y las Artes (EFICAS); desde el programa de formación de artistas y creadores o de fondos o incentivos para espacios escénicos independientes; desde el PECDA, PACMYC, programa de cultura comunitaria o circuitos culturales regionales, entre otros. La comunidad teatral sonorense lo vale, lo puede y lo necesita. Su público, nosotros, lo agradeceremos.

¡Hasta la próxima!