/ miércoles 20 de abril de 2022

Minutos de lectura | Romantizar y satanizar vocablos

En la actualidad es notoria la romantización y sobreexplotación discursiva de algunas palabras como “pueblo”, “patria”, “transformación”, “soberanía”, “pobreza”, “autodeterminación” o “izquierda” así como sus referencias a la vida pública de México, a la nacionalización como proceso patriótico y de justicia social o bien, a la moral.

A su vez, la satanización de vocablos como “neoliberal”, “conservador”, “extranjero”, “feminista”, “ecologista”, “internacional”, “oposición”, entre otros, ha generado una clara tendencia divisoria y negativa para quienes pensamos distinto a la clase política gobernante. La tolerancia en dos vías parece estar llegando a su fecha de caducidad, a grado tal de que el silencio es el más armonioso camino de resistencia y respeto para muchos de los que creemos tener una perspectiva distinta y que solo observamos con cuidado la versión mexicana del Circo Máximo.

Romantizar el discurso y satanizar el argumento está de moda. Hacer referencias históricas a sucesos ocurridos hace cincuenta o cien años, pareciera ser la peligrosa constante. Tomar en consideración elementos y narrativas del pasado para tomar decisiones en el presente suena lógico, más no es efectivo ni realista. Claro: conocer la historia para no repetir errores es relevante, pero utilizar una versión personal y tendenciosa de hechos históricos no es una perspectiva comparada y a valor presente para un México que nos exige acciones acordes al siglo XXI, etapa en la que el futuro nos alcanzó.

El apasionado debate en política siempre es positivo para una democracia, aunque debemos cuidarlo del fanatismo y la intolerancia. Es notorio cuando la emoción se impone a la racionalidad, creyendo —quizá de manera inconsciente— que el romantizar un discurso genera la razón. Cuando el Presidente Woodrow Wilson creó el Comité Estadounidense para la Información Pública en 1917, su objetivo fue el de influir y movilizar ideológicamente a la población a favor de la Primera Guerra Mundial. Entonces, los propagandistas estipularon el concepto de “pseudoentorno” como punto intermedio entre la realidad y el discurso político que deseaban estereotipar. Bien valdría la pena reflexionar sobre posibles pseudoentornos en nuestra actualidad. ¿Existirán?

La nueva realidad de la narrativa política requiere de un análisis profesional, puntual y libre de apasionamientos. El concepto de spin o los spin doctors son conceptos reales y utilizados para resumir argumentos, mensajes políticos y convertirlos en una frase corta que resuma el discurso más esencial del emisor. Real o no, la brevedad de un mensaje con lenguaje básico es la clave de la aceptación colectiva. Si a ello le sumamos un simbolismo o una añoranza al pasado, cuando vivíamos mejor o peor —dependiendo de la analogía utilizada— el spin se impone sobre el argumento racional. Darle visibilidad a un posible agravio, resulta en mayor contundencia. Cuidado.

Los rostros de la diversidad

“Los rostros de la diversidad” es una exposición temporal del maestro Ricardo León en colaboración con el antropólogo Alejandro Aguilar Zéleny. Se concretó desde hace meses gracias al apoyo de la empresa Caffenio vía el Estímulo Fiscal para la Cultura y las Artes en Sonora (Eficas), un grandioso instrumento estatal que apenas cruza el umbral de su cuarto año de funcionamiento y mediante el cual empresas formalmente establecidas en Sonora, financian proyectos culturales vía la deducción del impuesto sobre la nómina.

Este proyecto del maestro León aporta un abanico visual para conocer, reflexionar, visibilizar y documentar la identidad del habitante de nuestro estado. Quienes llegaron a este territorio desde tiempos inmemoriales y quienes siguen llegando, son los que configuran el rostro de Sonora.

La exposición es una selección de retratos, de los más de 300 que fueron tomados a lo largo y ancho de nuestro estado, que estará disponible hasta el próximo 5 de junio en el Museo Regional de Sonora. Vale la pena conocerla. Aquí el proyecto en su versión digital.

¡Hasta la próxima!

En la actualidad es notoria la romantización y sobreexplotación discursiva de algunas palabras como “pueblo”, “patria”, “transformación”, “soberanía”, “pobreza”, “autodeterminación” o “izquierda” así como sus referencias a la vida pública de México, a la nacionalización como proceso patriótico y de justicia social o bien, a la moral.

A su vez, la satanización de vocablos como “neoliberal”, “conservador”, “extranjero”, “feminista”, “ecologista”, “internacional”, “oposición”, entre otros, ha generado una clara tendencia divisoria y negativa para quienes pensamos distinto a la clase política gobernante. La tolerancia en dos vías parece estar llegando a su fecha de caducidad, a grado tal de que el silencio es el más armonioso camino de resistencia y respeto para muchos de los que creemos tener una perspectiva distinta y que solo observamos con cuidado la versión mexicana del Circo Máximo.

Romantizar el discurso y satanizar el argumento está de moda. Hacer referencias históricas a sucesos ocurridos hace cincuenta o cien años, pareciera ser la peligrosa constante. Tomar en consideración elementos y narrativas del pasado para tomar decisiones en el presente suena lógico, más no es efectivo ni realista. Claro: conocer la historia para no repetir errores es relevante, pero utilizar una versión personal y tendenciosa de hechos históricos no es una perspectiva comparada y a valor presente para un México que nos exige acciones acordes al siglo XXI, etapa en la que el futuro nos alcanzó.

El apasionado debate en política siempre es positivo para una democracia, aunque debemos cuidarlo del fanatismo y la intolerancia. Es notorio cuando la emoción se impone a la racionalidad, creyendo —quizá de manera inconsciente— que el romantizar un discurso genera la razón. Cuando el Presidente Woodrow Wilson creó el Comité Estadounidense para la Información Pública en 1917, su objetivo fue el de influir y movilizar ideológicamente a la población a favor de la Primera Guerra Mundial. Entonces, los propagandistas estipularon el concepto de “pseudoentorno” como punto intermedio entre la realidad y el discurso político que deseaban estereotipar. Bien valdría la pena reflexionar sobre posibles pseudoentornos en nuestra actualidad. ¿Existirán?

La nueva realidad de la narrativa política requiere de un análisis profesional, puntual y libre de apasionamientos. El concepto de spin o los spin doctors son conceptos reales y utilizados para resumir argumentos, mensajes políticos y convertirlos en una frase corta que resuma el discurso más esencial del emisor. Real o no, la brevedad de un mensaje con lenguaje básico es la clave de la aceptación colectiva. Si a ello le sumamos un simbolismo o una añoranza al pasado, cuando vivíamos mejor o peor —dependiendo de la analogía utilizada— el spin se impone sobre el argumento racional. Darle visibilidad a un posible agravio, resulta en mayor contundencia. Cuidado.

Los rostros de la diversidad

“Los rostros de la diversidad” es una exposición temporal del maestro Ricardo León en colaboración con el antropólogo Alejandro Aguilar Zéleny. Se concretó desde hace meses gracias al apoyo de la empresa Caffenio vía el Estímulo Fiscal para la Cultura y las Artes en Sonora (Eficas), un grandioso instrumento estatal que apenas cruza el umbral de su cuarto año de funcionamiento y mediante el cual empresas formalmente establecidas en Sonora, financian proyectos culturales vía la deducción del impuesto sobre la nómina.

Este proyecto del maestro León aporta un abanico visual para conocer, reflexionar, visibilizar y documentar la identidad del habitante de nuestro estado. Quienes llegaron a este territorio desde tiempos inmemoriales y quienes siguen llegando, son los que configuran el rostro de Sonora.

La exposición es una selección de retratos, de los más de 300 que fueron tomados a lo largo y ancho de nuestro estado, que estará disponible hasta el próximo 5 de junio en el Museo Regional de Sonora. Vale la pena conocerla. Aquí el proyecto en su versión digital.

¡Hasta la próxima!