/ viernes 28 de agosto de 2020

Reto lector sonorense | Divertimentos del lenguaje para escapar en tres tiempos

Los microrrelatos, microcuentos o minicuentos son una variante del género narrativo del cuento que sobresale por su brevedad.

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Entre sus exponentes más conocidos en la tradición literaria hispánica destacan nombres como los de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Augusto Monterroso y el jalisciense Juan José Arreola. Todos escritores del siglo XX, que destacaron por la precisión en el uso del lenguaje y su capacidad de sintetizar en pocas palabras una amplia variedad de recursos literarios.

Los minicuentos, aunque se lean con rapidez, no son nada fácil de escribir. Requieren de tiempo para que se cocinen, para que todo lo que sobra sea borrado en las revisiones que hace el autor o la autora, y obtener el resultado deseado, un extracto que contenga lo justo para transmitir las sensaciones, reflexiones y emociones que la narración lo requiere.

El lector disciplinado sabrá reconocer este esfuerzo y no se detendrá con una sola lectura, irá por más, releerá el relato para encontrarle todas las tonalidades que se encierran en la brevedad.

Este contexto que doy de los minicuentos es para destacar su valor literario frente a una industria editorial que cada vez se concentra más en el género de la novela y que ha dejado a un lado a los lectores de cuentarios, y aún más a los que se enfocan en los microrrelatos.

Títulos como el de “Escape en tres tiempos”, de Sylvia Teresa Manríquez son ya una rara avis en el mercado editorial. Y eso es una pena porque libros como este son un crisol de ventanas para escapar en cada relato a una realidad distinta pero que en este caso tienen en común la naturaleza humana vista desde la mirada de una narradora con un oficio pulido por el tiempo y la precisión del uso del lenguaje.

Los microcuentos de Sylvia Teresa van desde prosas poéticas sobre la importancia de los árboles en la vida de las personas, a historias de personajes urbanos que, aunque sean famosos en una comunidad, sus historias de vida son misterios que seducen la curiosidad de los lectores. Los recursos literarios en cada microrrelato de Sylvia dan cuenta de cómo la autora pulió su pluma con la paciencia de una artesana del lenguaje, porque vemos en estas narraciones ejemplos de elipsis, ironía, suspenso, giros de tuerca, entre otras formas literarias que solamente se obtienen con el oficio de contar historias.

Aunque Sylvia asegura que su gusto por la brevedad es por haber trabajado treinta años en radio, teniendo siempre como limitante el tiempo, y por lo mismo llevando su trabajo a valorar la economía del lenguaje, sus minicuentos son también un espacio de divertimento y diálogo son sus lectores. Una probada para iniciar algo más profundo. Como si con esa ventana que nos abre en su minicuento Sylvia esperara que sus lectores detonaran una historia mayor para ellos mismos o para compartir con un diálogo, tal y como si el cuento se leyera en radio esperando la participación de la audiencia.

Los microrrelatos, microcuentos o minicuentos son una variante del género narrativo del cuento que sobresale por su brevedad.

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Entre sus exponentes más conocidos en la tradición literaria hispánica destacan nombres como los de Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Augusto Monterroso y el jalisciense Juan José Arreola. Todos escritores del siglo XX, que destacaron por la precisión en el uso del lenguaje y su capacidad de sintetizar en pocas palabras una amplia variedad de recursos literarios.

Los minicuentos, aunque se lean con rapidez, no son nada fácil de escribir. Requieren de tiempo para que se cocinen, para que todo lo que sobra sea borrado en las revisiones que hace el autor o la autora, y obtener el resultado deseado, un extracto que contenga lo justo para transmitir las sensaciones, reflexiones y emociones que la narración lo requiere.

El lector disciplinado sabrá reconocer este esfuerzo y no se detendrá con una sola lectura, irá por más, releerá el relato para encontrarle todas las tonalidades que se encierran en la brevedad.

Este contexto que doy de los minicuentos es para destacar su valor literario frente a una industria editorial que cada vez se concentra más en el género de la novela y que ha dejado a un lado a los lectores de cuentarios, y aún más a los que se enfocan en los microrrelatos.

Títulos como el de “Escape en tres tiempos”, de Sylvia Teresa Manríquez son ya una rara avis en el mercado editorial. Y eso es una pena porque libros como este son un crisol de ventanas para escapar en cada relato a una realidad distinta pero que en este caso tienen en común la naturaleza humana vista desde la mirada de una narradora con un oficio pulido por el tiempo y la precisión del uso del lenguaje.

Los microcuentos de Sylvia Teresa van desde prosas poéticas sobre la importancia de los árboles en la vida de las personas, a historias de personajes urbanos que, aunque sean famosos en una comunidad, sus historias de vida son misterios que seducen la curiosidad de los lectores. Los recursos literarios en cada microrrelato de Sylvia dan cuenta de cómo la autora pulió su pluma con la paciencia de una artesana del lenguaje, porque vemos en estas narraciones ejemplos de elipsis, ironía, suspenso, giros de tuerca, entre otras formas literarias que solamente se obtienen con el oficio de contar historias.

Aunque Sylvia asegura que su gusto por la brevedad es por haber trabajado treinta años en radio, teniendo siempre como limitante el tiempo, y por lo mismo llevando su trabajo a valorar la economía del lenguaje, sus minicuentos son también un espacio de divertimento y diálogo son sus lectores. Una probada para iniciar algo más profundo. Como si con esa ventana que nos abre en su minicuento Sylvia esperara que sus lectores detonaran una historia mayor para ellos mismos o para compartir con un diálogo, tal y como si el cuento se leyera en radio esperando la participación de la audiencia.