/ viernes 10 de julio de 2020

Reto lector sonorense | La libertad, el confinamiento y el individualismo neoliberal

Desde que inició el confinamiento por la pandemia de Covid-19, en mi casa hemos seguido las medidas de distanciamiento social: salimos lo menos posible y seguimos las indicaciones de sanidad que las autoridades sanitarias recomiendan.

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A través de redes sociales he visto cómo afuera ha habido compras de pánico de cerveza, festejos del Día de las Madres y del Padre como si la pandemia no existiera. Independientemente de las malas decisiones que han tomado los gobiernos en sus tres niveles, su falta de coordinación y la necesidad de trabajar de la gente que vive al día, es innegable que también existe un componente de irresponsabilidad ciudadana que hace a muchos ignorar las principales medidas para reducir el contagio del coronavirus.

Esta irresponsabilidad que se ve en Hermosillo y México, no es exclusiva de nosotros, se encuentra también en las noticias de Estados Unidos, Brasil y otros países de este lado del hemisferio, como si para quienes vivimos en el continente americano nos costara más trabajo quedarnos en casa en comparación con las poblaciones en otros continentes.

Porque mientras que, en los países asiáticos, pese a que en ellos inició la pandemia, su población cooperó de inmediato siguiendo las medidas de distanciamiento social y de sanidad para superar la contingencia sanitaria, aquí en México el porcentaje de la población que atiende estas medidas no es suficiente.

Por su parte, los países europeos que en un principio no se tomaban en serio la amenaza sanitaria y confiaban en la capacidad de su sistema de salud, tuvieron que romantizar la pandemia para hacer que la gente ayudara a reducir la curva de contagios quedándose en casa. En cambio, de este lado del Atlántico la gente a veces por pánico, otras por incredulidad o indignación, no ha dejado de reunirse en casa, playas o espacios públicos.

Los motivos han sido diversos, unos para manifestar indignación —como las protestas de Black Live Matter o contra los abusos policiales en Guadalajara—, otros por irresponsabilidad como la celebración del Día de las Madres y del Padre, así como las compras de pánico por toques de queda inconstitucionales que no han servido para nada o por prohibiciones de cerveza. En todos estos motivos está el uso de la libertad como un valor mayor al de la salud y de las necesidades de la comunidad. Esta visión de la libertad se encuentra arraigada en la tradición democrática norteamericana, así como en el modelo económico neoliberal que pone siempre los intereses del mercado por encima de la salud humana y el medio ambiente.

Pareciera que la noción que tenemos de libertad se encuentra vinculada con nuestra capacidad de adaptarnos a la nueva normalidad por la contingencia del coronavirus. Mientras que los países asiáticos que tienen regímenes más autoritarios y su noción de libertad se ajusta a lo que el régimen les permite, demuestran una mayor capacidad para adaptarse de manera grupal a una nueva normalidad, y los países europeos que valoran en un mismo nivel la libertad y el sentido de comunidad tanto desde su concepción de la Zona Euro y de lo que reconocen como el Estado de Bienestar, necesitaron reajustar sus prioridades a través de una romantización de la pandemia, quienes tenemos el modelo neoliberal norteamericano como referencia de la libertad, ahora somos quienes tenemos más problemas para adaptarnos a la nueva normalidad. Debemos comprender que más importante que la libertad individual, si queremos sobrevivir a una pandemia como esta, necesitamos dejar a un lado el individualismo neoliberal y pensar en que el bienestar y la salud de los otros porque esto impacta directamente a nuestra propia sobrevivencia.

Desde que inició el confinamiento por la pandemia de Covid-19, en mi casa hemos seguido las medidas de distanciamiento social: salimos lo menos posible y seguimos las indicaciones de sanidad que las autoridades sanitarias recomiendan.

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A través de redes sociales he visto cómo afuera ha habido compras de pánico de cerveza, festejos del Día de las Madres y del Padre como si la pandemia no existiera. Independientemente de las malas decisiones que han tomado los gobiernos en sus tres niveles, su falta de coordinación y la necesidad de trabajar de la gente que vive al día, es innegable que también existe un componente de irresponsabilidad ciudadana que hace a muchos ignorar las principales medidas para reducir el contagio del coronavirus.

Esta irresponsabilidad que se ve en Hermosillo y México, no es exclusiva de nosotros, se encuentra también en las noticias de Estados Unidos, Brasil y otros países de este lado del hemisferio, como si para quienes vivimos en el continente americano nos costara más trabajo quedarnos en casa en comparación con las poblaciones en otros continentes.

Porque mientras que, en los países asiáticos, pese a que en ellos inició la pandemia, su población cooperó de inmediato siguiendo las medidas de distanciamiento social y de sanidad para superar la contingencia sanitaria, aquí en México el porcentaje de la población que atiende estas medidas no es suficiente.

Por su parte, los países europeos que en un principio no se tomaban en serio la amenaza sanitaria y confiaban en la capacidad de su sistema de salud, tuvieron que romantizar la pandemia para hacer que la gente ayudara a reducir la curva de contagios quedándose en casa. En cambio, de este lado del Atlántico la gente a veces por pánico, otras por incredulidad o indignación, no ha dejado de reunirse en casa, playas o espacios públicos.

Los motivos han sido diversos, unos para manifestar indignación —como las protestas de Black Live Matter o contra los abusos policiales en Guadalajara—, otros por irresponsabilidad como la celebración del Día de las Madres y del Padre, así como las compras de pánico por toques de queda inconstitucionales que no han servido para nada o por prohibiciones de cerveza. En todos estos motivos está el uso de la libertad como un valor mayor al de la salud y de las necesidades de la comunidad. Esta visión de la libertad se encuentra arraigada en la tradición democrática norteamericana, así como en el modelo económico neoliberal que pone siempre los intereses del mercado por encima de la salud humana y el medio ambiente.

Pareciera que la noción que tenemos de libertad se encuentra vinculada con nuestra capacidad de adaptarnos a la nueva normalidad por la contingencia del coronavirus. Mientras que los países asiáticos que tienen regímenes más autoritarios y su noción de libertad se ajusta a lo que el régimen les permite, demuestran una mayor capacidad para adaptarse de manera grupal a una nueva normalidad, y los países europeos que valoran en un mismo nivel la libertad y el sentido de comunidad tanto desde su concepción de la Zona Euro y de lo que reconocen como el Estado de Bienestar, necesitaron reajustar sus prioridades a través de una romantización de la pandemia, quienes tenemos el modelo neoliberal norteamericano como referencia de la libertad, ahora somos quienes tenemos más problemas para adaptarnos a la nueva normalidad. Debemos comprender que más importante que la libertad individual, si queremos sobrevivir a una pandemia como esta, necesitamos dejar a un lado el individualismo neoliberal y pensar en que el bienestar y la salud de los otros porque esto impacta directamente a nuestra propia sobrevivencia.