/ martes 9 de noviembre de 2021

Salud y bienestar | Colitis: Todo un caso

El síndrome de intestino irritable, llamado frecuentemente como colitis, es una enfermedad gastrointestinal crónica que se caracteriza por dolor y sensación de distensión abdominal acompañada de alteraciones como estreñimiento, diarrea o ambas sin una causa orgánica que lo justifique, afecta la calidad de vida y la actividad laboral del paciente y generalmente se asocia con problemas de ansiedad, estrés y depresión, ¿le suena?

El síndrome de intestino irritable es una enfermedad que altera la función gastrointestinal, tiene una evolución crónica y ocasiona una alta demanda de atención médica.

Se estima que 3% de la atención médica otorgada a escala global se debe a esta patología, la cual propicia una derivación al servicio de gastroenterología hasta en un 50% de los casos, esto genera un alto costo económico para las instituciones de salud por la demanda de servicios de urgencias que derivan en ingresos hospitalarios, así como por los costos propiciados por la disminución de la actividad laboral de los pacientes, los cuales pueden llegar a ausentarse de sus actividades laborales hasta setenta días al año.

En Estados Unidos se atienden cerca de 31 millones de individuos por esta patología, con una inversión en salud de hasta 20 mil millones de dólares anuales. Obviamente en nuestro país la cifra es mucho menor. No se ha identificado la causa que provoca el desarrollo de colitis, incluso se ha llegado a establecer que su génesis es multifactorial por lo que analizar los aspectos biopsicosociales de los pacientes es fundamental en su tratamiento.

Dentro de las causas asociadas se encuentran un alto nivel de estrés y ansiedad, alteraciones dietéticas, aumento en la ingesta de grasas, carbohidratos, azúcares y disminución en la ingesta de vitamina D, así como problemas para mantener o conciliar el sueño. La falta de ejercicio y el sedentarismo son otro factor de riesgo para desarrollar intestino irritable.

La actividad física forma parte de las recomendaciones para tratar esta enfermedad, ya que mejora el tránsito intestinal y disminuye la distensión abdominal. La manifestación de esta enfermedad incluye dolor abdominal recurrente asociado al tránsito intestinal; presencia de diarrea, estreñimiento o ambos de manera intercalada; ansiedad, depresión, sensación de distensión abdominal y producción excesiva de gases. Otros síntomas intestinales pueden ser la presencia de moco en las heces, urgencia y esfuerzo al evacuar; síntomas digestivos como dolor abdominal, saciedad precoz, pesadez postprandial y náuseas.

También puede asociarse a enfermedades como fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, disfunción sexual y asma; así como síntomas extradigestivos como son: dolor de cabeza, dolor de cuello, dolores musculares inespecíficos, palpitaciones, ansiedad, depresión, y mal sabor de boca. No hay un consenso para el tratamiento del intestino irritable, en primera instancia se recomienda mejorar la calidad de vida en relación con el tipo de heces predominantes (los tipos de heces se presentan con la presencia de estreñimiento, diarrea o mixto) y al dolor abdominal. Si el síntoma predominante es el estreñimiento, esto puede ser debido a la falta de ejercicio e ingesta deficiente de fibra dietética, por otra parte la presencia de diarrea se relaciona con la ingesta abundante de cafeína, lactosa y carbohidratos no digeribles. La alimentación central en su tratamiento: se debe restringir el consumo de alcohol, cafeína, alimentos picantes o los que producen gases, así como los que contienen grasas,

La realización de ejercicio físico de 20 a 60 minutos por sesión y de tres a cinco sesiones a la semana mejoran las características de las heces y disminuyen la intensidad de los síntomas como el dolor. Una enfermedad muy frecuente, asociada al estrés y ansiedad y en donde hoy en día la alimentación predominante es la comida rápida. Todo un caso.


El síndrome de intestino irritable, llamado frecuentemente como colitis, es una enfermedad gastrointestinal crónica que se caracteriza por dolor y sensación de distensión abdominal acompañada de alteraciones como estreñimiento, diarrea o ambas sin una causa orgánica que lo justifique, afecta la calidad de vida y la actividad laboral del paciente y generalmente se asocia con problemas de ansiedad, estrés y depresión, ¿le suena?

El síndrome de intestino irritable es una enfermedad que altera la función gastrointestinal, tiene una evolución crónica y ocasiona una alta demanda de atención médica.

Se estima que 3% de la atención médica otorgada a escala global se debe a esta patología, la cual propicia una derivación al servicio de gastroenterología hasta en un 50% de los casos, esto genera un alto costo económico para las instituciones de salud por la demanda de servicios de urgencias que derivan en ingresos hospitalarios, así como por los costos propiciados por la disminución de la actividad laboral de los pacientes, los cuales pueden llegar a ausentarse de sus actividades laborales hasta setenta días al año.

En Estados Unidos se atienden cerca de 31 millones de individuos por esta patología, con una inversión en salud de hasta 20 mil millones de dólares anuales. Obviamente en nuestro país la cifra es mucho menor. No se ha identificado la causa que provoca el desarrollo de colitis, incluso se ha llegado a establecer que su génesis es multifactorial por lo que analizar los aspectos biopsicosociales de los pacientes es fundamental en su tratamiento.

Dentro de las causas asociadas se encuentran un alto nivel de estrés y ansiedad, alteraciones dietéticas, aumento en la ingesta de grasas, carbohidratos, azúcares y disminución en la ingesta de vitamina D, así como problemas para mantener o conciliar el sueño. La falta de ejercicio y el sedentarismo son otro factor de riesgo para desarrollar intestino irritable.

La actividad física forma parte de las recomendaciones para tratar esta enfermedad, ya que mejora el tránsito intestinal y disminuye la distensión abdominal. La manifestación de esta enfermedad incluye dolor abdominal recurrente asociado al tránsito intestinal; presencia de diarrea, estreñimiento o ambos de manera intercalada; ansiedad, depresión, sensación de distensión abdominal y producción excesiva de gases. Otros síntomas intestinales pueden ser la presencia de moco en las heces, urgencia y esfuerzo al evacuar; síntomas digestivos como dolor abdominal, saciedad precoz, pesadez postprandial y náuseas.

También puede asociarse a enfermedades como fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, disfunción sexual y asma; así como síntomas extradigestivos como son: dolor de cabeza, dolor de cuello, dolores musculares inespecíficos, palpitaciones, ansiedad, depresión, y mal sabor de boca. No hay un consenso para el tratamiento del intestino irritable, en primera instancia se recomienda mejorar la calidad de vida en relación con el tipo de heces predominantes (los tipos de heces se presentan con la presencia de estreñimiento, diarrea o mixto) y al dolor abdominal. Si el síntoma predominante es el estreñimiento, esto puede ser debido a la falta de ejercicio e ingesta deficiente de fibra dietética, por otra parte la presencia de diarrea se relaciona con la ingesta abundante de cafeína, lactosa y carbohidratos no digeribles. La alimentación central en su tratamiento: se debe restringir el consumo de alcohol, cafeína, alimentos picantes o los que producen gases, así como los que contienen grasas,

La realización de ejercicio físico de 20 a 60 minutos por sesión y de tres a cinco sesiones a la semana mejoran las características de las heces y disminuyen la intensidad de los síntomas como el dolor. Una enfermedad muy frecuente, asociada al estrés y ansiedad y en donde hoy en día la alimentación predominante es la comida rápida. Todo un caso.