/ martes 22 de marzo de 2022

Salud y bienestar | El miedo al contagio

La construcción del conocimiento sobre las causas de las enfermedades está estrechamente vinculada con el contexto social, económico y político en el que se gesta, y muy influida por el grado de desarrollo tecnológico alcanzado en cada época. Ya las enfermedades no son atribuidas a maldiciones o brujerías como en la antigüedad, ¿o sí?

En las etapas más primitivas, las interpretaciones sobre el origen de las enfermedades se basaron en la concepción mágico religiosa y se asumieron como castigos de los dioses o artificios mágicos atestados por los espíritus malignos que asediaban a las comunidades tribales.

Las enfermedades transmitidas por vector (dengue, paludismo, etc.) infundieron temor y armaron a los espíritus con el poder de infligir castigos divinos y fiebres malignas que consumían al individuo en pocos días.

En la cultura maya, el origen de la fiebre amarilla se ubicaba en la mansión de la muerte y el inframundo del Xibalbá, y con la mención del xekik, o vómito de sangre, en los Chilam Balam de Chumayel, Tizimín y Kaua describían la cronología de las epidemias antes de la llegada de los españoles. El swahili origina el término de dengue a partir del ki denga pepo, que describe una convulsión repentina y calambres atestados por un espíritu maligno.

Ese miedo al contagio letal promovió la elaboración de los primeros modelos causales, ejemplificada con la clásica obra de Hipócrates sobre las aguas, los aires y los lugares, en la cual se especulaba acerca de las enfermedades y su relación con el entorno físico.

Durante mucho tiempo, la génesis de las ideas y el conocimiento estuvo dominada por el imperio de las creencias y los dogmas religiosos. La teoría de los humores y el miasma compitió con las nociones supranaturales de castigo inflingidos por los espíritus y los dioses.

Con el tiempo, las causas se interpretaron como emanaciones pestilentes emitidas por la “constitución epidémica” de la atmósfera o la putrefacción de los productos animales y vegetales que se iban aglomerando en los nacientes puertos comerciales. Y es que no me puedo ni imaginar las medidas sanitarias de la época, si con la contemporánea no tenemos plantas tratadoras de aguas residuales, drenajes colapsados en algunas ciudades y un servicio deficiente de recolección de basura que definitivamente generan un problema de salud pública y una oportunidad para el desarrollo de políticas que permitan mitigar estos problemas o resolver algunos que tienes un coste social elevado para la mayoría de los ciudadanos que son afectados por estas causas, sin embargo pareciera broma que cuando uno cree que un diputado sube a tribuna para promover o discutir algo coherente mencione cosas irrelevantes como las cabalgatas o confundir terminología inapropiada por no asesorarse adecuadamente. Con todo esto es difícil que la población evolucione para el control de enfermedades transmitidas por vector tales como el dengue, zika, chikungunya, ricketssiosis, entre otras.

Pocos eventos sanitarios coexisten en la historia de las civilizaciones como las enfermedades transmitidas por vector. El interés científico por describir su historia natural, descifrar sus enigmáticos mecanismos de transmisión, identificar sus determinantes sociales económicos y ambientales, y modificar su larga coexistencia con las poblaciones humanas influyó en la génesis del conocimiento médico y fueron esenciales en la formulación de los fundamentos teóricos y conceptuales de la salud pública.

Este cuerpo de conocimientos contribuyó al nacimiento y el progreso de varias disciplinas médicas, instituciones académicas y organismos internacionales dedicados a la formación de recursos humanos, la investigación y la prestación de servicios de salud, reconocidos como las bases de producción y reproducción de todo campo intelectual. Esperemos que con este conocimiento sigamos desarrollando métodos y estrategias de contención en beneficio de la población.


La construcción del conocimiento sobre las causas de las enfermedades está estrechamente vinculada con el contexto social, económico y político en el que se gesta, y muy influida por el grado de desarrollo tecnológico alcanzado en cada época. Ya las enfermedades no son atribuidas a maldiciones o brujerías como en la antigüedad, ¿o sí?

En las etapas más primitivas, las interpretaciones sobre el origen de las enfermedades se basaron en la concepción mágico religiosa y se asumieron como castigos de los dioses o artificios mágicos atestados por los espíritus malignos que asediaban a las comunidades tribales.

Las enfermedades transmitidas por vector (dengue, paludismo, etc.) infundieron temor y armaron a los espíritus con el poder de infligir castigos divinos y fiebres malignas que consumían al individuo en pocos días.

En la cultura maya, el origen de la fiebre amarilla se ubicaba en la mansión de la muerte y el inframundo del Xibalbá, y con la mención del xekik, o vómito de sangre, en los Chilam Balam de Chumayel, Tizimín y Kaua describían la cronología de las epidemias antes de la llegada de los españoles. El swahili origina el término de dengue a partir del ki denga pepo, que describe una convulsión repentina y calambres atestados por un espíritu maligno.

Ese miedo al contagio letal promovió la elaboración de los primeros modelos causales, ejemplificada con la clásica obra de Hipócrates sobre las aguas, los aires y los lugares, en la cual se especulaba acerca de las enfermedades y su relación con el entorno físico.

Durante mucho tiempo, la génesis de las ideas y el conocimiento estuvo dominada por el imperio de las creencias y los dogmas religiosos. La teoría de los humores y el miasma compitió con las nociones supranaturales de castigo inflingidos por los espíritus y los dioses.

Con el tiempo, las causas se interpretaron como emanaciones pestilentes emitidas por la “constitución epidémica” de la atmósfera o la putrefacción de los productos animales y vegetales que se iban aglomerando en los nacientes puertos comerciales. Y es que no me puedo ni imaginar las medidas sanitarias de la época, si con la contemporánea no tenemos plantas tratadoras de aguas residuales, drenajes colapsados en algunas ciudades y un servicio deficiente de recolección de basura que definitivamente generan un problema de salud pública y una oportunidad para el desarrollo de políticas que permitan mitigar estos problemas o resolver algunos que tienes un coste social elevado para la mayoría de los ciudadanos que son afectados por estas causas, sin embargo pareciera broma que cuando uno cree que un diputado sube a tribuna para promover o discutir algo coherente mencione cosas irrelevantes como las cabalgatas o confundir terminología inapropiada por no asesorarse adecuadamente. Con todo esto es difícil que la población evolucione para el control de enfermedades transmitidas por vector tales como el dengue, zika, chikungunya, ricketssiosis, entre otras.

Pocos eventos sanitarios coexisten en la historia de las civilizaciones como las enfermedades transmitidas por vector. El interés científico por describir su historia natural, descifrar sus enigmáticos mecanismos de transmisión, identificar sus determinantes sociales económicos y ambientales, y modificar su larga coexistencia con las poblaciones humanas influyó en la génesis del conocimiento médico y fueron esenciales en la formulación de los fundamentos teóricos y conceptuales de la salud pública.

Este cuerpo de conocimientos contribuyó al nacimiento y el progreso de varias disciplinas médicas, instituciones académicas y organismos internacionales dedicados a la formación de recursos humanos, la investigación y la prestación de servicios de salud, reconocidos como las bases de producción y reproducción de todo campo intelectual. Esperemos que con este conocimiento sigamos desarrollando métodos y estrategias de contención en beneficio de la población.