/ martes 9 de agosto de 2022

Salud y bienestar | El otro sistema de salud

En México, el sistema de salud está formado por instituciones públicas y privadas. En el sector público se encuentran las instituciones que atienden tanto a la población derechohabiente de seguridad social como a la no derechohabiente. En el sector privado se concentran instituciones y numerosas unidades de atención constituidas con capital propio que brindan servicios directamente en sus instalaciones a población que puede pagar por ello.

Las unidades de consulta ambulatoria privada se pueden clasificar en: consultorios médicos independientes y consultorios médicos adyacentes a farmacias privadas. Estos últimos comenzaron a funcionar hace dos décadas, principalmente vinculados a cadenas de farmacias orientadas a la venta de medicamentos genéricos.

A partir de la regulación de venta de antibióticos en 2010, otras cadenas de farmacias incursionaron en el mismo modelo, incorporando, en algunos casos, la venta de medicamentos de marca propia. Dado que la vinculación entre las prácticas de prescripción médica y venta de medicamentos podría derivar en una prescripción injustificada de medicamentos, algunos países han conducido esfuerzos para separar ambas prácticas.

En México, la regulación de los consultorios privados señala que los establecimientos de atención médica deben contar con un responsable acreditado con título y con el equipo e instrumental señalados en las normas técnicas para obtener la licencia sanitaria. Las farmacias no pueden estar comunicadas con consultorios médicos por medio de ventanas, puertas o pasillos.

Recientemente pudimos observar que El IMSS, el Issste y el Instituto de Salud para el Bienestar han sido desplazados casi en su totalidad. Los enfermos prefieren ir a los Consultorios Anexos a Farmacias o pagar una consulta médica privada que estar formados, esperando horas, para ser atendidos sólo 10 minutos o tardar meses a que los vea un especialista.

Ésta es parte de la realidad que nos muestran los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021 que presentaron Eduardo Lazcano, director del Instituto Nacional de Salud Pública, y un grupo de investigadores de esta institución.

Conforme a la Encuesta, de las personas que están afiliadas al IMSS o Issste, el 39 y 49%, respectivamente, prefieren atenderse en los servicios privados. Los consultorios al lado de las farmacias o los pequeños consultorios de las colonias forman, desde hace años, el “tercer brazo” de la atención médica de muchos mexicanos que buscan una atención rápida y oportuna.

No existe una regulación en este otro sistema de salud como en el sector gubernamental, las regulaciones a los mismos son pobres es decir, en este otro sistema no se regula la prescripción de antibióticos que es muy importante, sobre todo si se sale de las guías o las normas para su prescripción, lo peor del caso es que el paciente muchas veces solicita este tipo de medicamentos y si en el sector gubernamental no se los otorgan, acuden a los consultorios para que se los prescriban sin ninguna objeción. Obviamente desconociendo el riesgo que esto conlleva. Esto sólo con los antibióticos.

Ahora súmele la prescripción de hidroxicloroquina e ivermectina para tratar el Covid-19, y qué decir de los medicamentos controlados. Una cajita de pandora. La situación se vio remarcada durante la pandemia.

La mayor la mortalidad registrada por Covid-19 se registró en municipios de pobreza extrema, en donde la gente trabaja de manera informal y en donde casi un 70% de esta población acudió a los consultorios de las farmacias y de las colonias. En las zonas más pobres también fue donde aumentó su gasto de bolsillo en atención médica, a pesar de contar con un sistema de salud público. Pero con todo esto, la gente cuando tiene un problema severo de salud prefiere ir a las instituciones públicas que a las privadas por mayor confianza, más que por el costo de la atención. Irónico.

Lo cierto que la reciente Ensanut 2021 muestra este otro sistema de salud paralelo sin regulaciones y que se debe pasar mínimo del 3 al 6% del PIB para la atención a la salud, aunque en otro sistema “paralelo”, se tengan otros datos.


En México, el sistema de salud está formado por instituciones públicas y privadas. En el sector público se encuentran las instituciones que atienden tanto a la población derechohabiente de seguridad social como a la no derechohabiente. En el sector privado se concentran instituciones y numerosas unidades de atención constituidas con capital propio que brindan servicios directamente en sus instalaciones a población que puede pagar por ello.

Las unidades de consulta ambulatoria privada se pueden clasificar en: consultorios médicos independientes y consultorios médicos adyacentes a farmacias privadas. Estos últimos comenzaron a funcionar hace dos décadas, principalmente vinculados a cadenas de farmacias orientadas a la venta de medicamentos genéricos.

A partir de la regulación de venta de antibióticos en 2010, otras cadenas de farmacias incursionaron en el mismo modelo, incorporando, en algunos casos, la venta de medicamentos de marca propia. Dado que la vinculación entre las prácticas de prescripción médica y venta de medicamentos podría derivar en una prescripción injustificada de medicamentos, algunos países han conducido esfuerzos para separar ambas prácticas.

En México, la regulación de los consultorios privados señala que los establecimientos de atención médica deben contar con un responsable acreditado con título y con el equipo e instrumental señalados en las normas técnicas para obtener la licencia sanitaria. Las farmacias no pueden estar comunicadas con consultorios médicos por medio de ventanas, puertas o pasillos.

Recientemente pudimos observar que El IMSS, el Issste y el Instituto de Salud para el Bienestar han sido desplazados casi en su totalidad. Los enfermos prefieren ir a los Consultorios Anexos a Farmacias o pagar una consulta médica privada que estar formados, esperando horas, para ser atendidos sólo 10 minutos o tardar meses a que los vea un especialista.

Ésta es parte de la realidad que nos muestran los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2021 que presentaron Eduardo Lazcano, director del Instituto Nacional de Salud Pública, y un grupo de investigadores de esta institución.

Conforme a la Encuesta, de las personas que están afiliadas al IMSS o Issste, el 39 y 49%, respectivamente, prefieren atenderse en los servicios privados. Los consultorios al lado de las farmacias o los pequeños consultorios de las colonias forman, desde hace años, el “tercer brazo” de la atención médica de muchos mexicanos que buscan una atención rápida y oportuna.

No existe una regulación en este otro sistema de salud como en el sector gubernamental, las regulaciones a los mismos son pobres es decir, en este otro sistema no se regula la prescripción de antibióticos que es muy importante, sobre todo si se sale de las guías o las normas para su prescripción, lo peor del caso es que el paciente muchas veces solicita este tipo de medicamentos y si en el sector gubernamental no se los otorgan, acuden a los consultorios para que se los prescriban sin ninguna objeción. Obviamente desconociendo el riesgo que esto conlleva. Esto sólo con los antibióticos.

Ahora súmele la prescripción de hidroxicloroquina e ivermectina para tratar el Covid-19, y qué decir de los medicamentos controlados. Una cajita de pandora. La situación se vio remarcada durante la pandemia.

La mayor la mortalidad registrada por Covid-19 se registró en municipios de pobreza extrema, en donde la gente trabaja de manera informal y en donde casi un 70% de esta población acudió a los consultorios de las farmacias y de las colonias. En las zonas más pobres también fue donde aumentó su gasto de bolsillo en atención médica, a pesar de contar con un sistema de salud público. Pero con todo esto, la gente cuando tiene un problema severo de salud prefiere ir a las instituciones públicas que a las privadas por mayor confianza, más que por el costo de la atención. Irónico.

Lo cierto que la reciente Ensanut 2021 muestra este otro sistema de salud paralelo sin regulaciones y que se debe pasar mínimo del 3 al 6% del PIB para la atención a la salud, aunque en otro sistema “paralelo”, se tengan otros datos.