/ martes 14 de julio de 2020

Salud y bienestar | La preocupación social

Actualmente vivimos en un periodo en el que la diseminación de información imprecisa a través de los medios masivos de comunicación se ha incrementado de gran manera. Aunque “fake news” es un término acuñado hace mas de 90 años, la diseminación de la información emergente constituye un problema social.

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Con la disponibilidad de herramientas de diseminación virtual se puede obtener comunicación instantánea y una muy poderosa amplificación del conocimiento. A este respecto, la información en salud es un constructo relacionado con el conocimiento para satisfacer las complejas demandas en salud en la sociedad actual.

La pandemia por Covid-19 nos ha revelado la necesidad de contar no sólo con políticas públicas y programas para fortalecer las habilidades de los ciudadanos y de las comunidades para aumentar el control sobre su salud y su entorno, sino también para crear ambientes de apoyo comunitario en la promoción de estilos de vida saludables.

Estamos ante la presencia de un nuevo paradigma en salud, donde la influencia de los ciudadanos en las decisiones que los afectan será determinante para la búsqueda activa de soluciones.

Las acciones de la salud pública para la prevención y control del Covid-19 incluyen medidas entre las que destacan: inteligencia epidemiológica, la cual incluye no sólo la estrategia de vigilancia poblacional sino, ante la imposibilidad real de identificación de todos los casos positivos, la puesta en práctica de estrategias de vigilancia centinela y la vigilancia basada en eventos; medidas de mitigación de la propagación de la epidemia, tales como el distanciamiento social e higiene, el lavado de manos, la cuarentena, la restricción de movimiento y la utilización de cubrebocas, entre otras; medidas de supresión de la transmisión cuando el número de casos es muy elevado, como endurecimiento de medidas drásticas de quédate en casa, aunque estas no siempre generen simpatias, es necesario por ser de interés colectivo; fortalecimiento de la capacidad de atención médica en los sistemas de salud e incremento de la capacidad de prevención de la transmisión en los servicios de salud, tal y como lo hizo el IMSS en Ciudad Obregón al construir un “Hospital Covid”, mismo que lleva 90% de construcción según sus informes; y desarrollo de vacunas contra Covid-19, así como la generación de agentes terapéuticos.

Todas estas acciones deben implementarse rápidamente desde la perspectiva multidisciplinaria y multisectorial de la salud pública para contener, prevenir y controlar la epidemia. El distanciamiento social es una medida de distancia percibida entre grupos de población.

Aunque es un constructo social, es una intervención poblacional impuesta como política pública derivada de una emergencia epidemiológica; debe considerarse como una norma que debe de ser adoptada desde nuestra conciencia colectiva ante la ausencia de intervenciones de prevención primaria (vacunas) o terapéutica (fármacos antivirales). Las medidas de distanciamiento social podrían ser necesarias hasta por 18 meses, hasta que exista una intervención primaria como las vacunas preventivas.

Así como el distanciamiento social tiene como objetivo evitar la exposición, la cuarentena es impuesta no sólo para personas que han tenido una prueba positiva a un agente infeccioso y que son separadas de otras mientras muestran señales de la enfermedad y contagio, sino también para aquéllas que han estado expuestas al agente infeccioso pero que no están enfermas, ya que pueden ser contagiosas y creo que nadie quiere contagiar a seres queridos (o no queridos).

La mitigación comunitaria es una estrategia para reducir la velocidad pero sin detener la propagación de la epidemia. A este respecto, en forma ideal la implementación de acciones comunitarias deben realizarse sin coerción, con transparencia, con compromiso social y veracidad, pero también con oportunidad y liderazgo.

Cada una de estas medidas puede ayudar a retrasar la diseminación exponencial de un brote. La claridad y certidumbre son elementos críticos para preservar la confianza y disminuir la preocupación social.

Actualmente vivimos en un periodo en el que la diseminación de información imprecisa a través de los medios masivos de comunicación se ha incrementado de gran manera. Aunque “fake news” es un término acuñado hace mas de 90 años, la diseminación de la información emergente constituye un problema social.

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Con la disponibilidad de herramientas de diseminación virtual se puede obtener comunicación instantánea y una muy poderosa amplificación del conocimiento. A este respecto, la información en salud es un constructo relacionado con el conocimiento para satisfacer las complejas demandas en salud en la sociedad actual.

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Estamos ante la presencia de un nuevo paradigma en salud, donde la influencia de los ciudadanos en las decisiones que los afectan será determinante para la búsqueda activa de soluciones.

Las acciones de la salud pública para la prevención y control del Covid-19 incluyen medidas entre las que destacan: inteligencia epidemiológica, la cual incluye no sólo la estrategia de vigilancia poblacional sino, ante la imposibilidad real de identificación de todos los casos positivos, la puesta en práctica de estrategias de vigilancia centinela y la vigilancia basada en eventos; medidas de mitigación de la propagación de la epidemia, tales como el distanciamiento social e higiene, el lavado de manos, la cuarentena, la restricción de movimiento y la utilización de cubrebocas, entre otras; medidas de supresión de la transmisión cuando el número de casos es muy elevado, como endurecimiento de medidas drásticas de quédate en casa, aunque estas no siempre generen simpatias, es necesario por ser de interés colectivo; fortalecimiento de la capacidad de atención médica en los sistemas de salud e incremento de la capacidad de prevención de la transmisión en los servicios de salud, tal y como lo hizo el IMSS en Ciudad Obregón al construir un “Hospital Covid”, mismo que lleva 90% de construcción según sus informes; y desarrollo de vacunas contra Covid-19, así como la generación de agentes terapéuticos.

Todas estas acciones deben implementarse rápidamente desde la perspectiva multidisciplinaria y multisectorial de la salud pública para contener, prevenir y controlar la epidemia. El distanciamiento social es una medida de distancia percibida entre grupos de población.

Aunque es un constructo social, es una intervención poblacional impuesta como política pública derivada de una emergencia epidemiológica; debe considerarse como una norma que debe de ser adoptada desde nuestra conciencia colectiva ante la ausencia de intervenciones de prevención primaria (vacunas) o terapéutica (fármacos antivirales). Las medidas de distanciamiento social podrían ser necesarias hasta por 18 meses, hasta que exista una intervención primaria como las vacunas preventivas.

Así como el distanciamiento social tiene como objetivo evitar la exposición, la cuarentena es impuesta no sólo para personas que han tenido una prueba positiva a un agente infeccioso y que son separadas de otras mientras muestran señales de la enfermedad y contagio, sino también para aquéllas que han estado expuestas al agente infeccioso pero que no están enfermas, ya que pueden ser contagiosas y creo que nadie quiere contagiar a seres queridos (o no queridos).

La mitigación comunitaria es una estrategia para reducir la velocidad pero sin detener la propagación de la epidemia. A este respecto, en forma ideal la implementación de acciones comunitarias deben realizarse sin coerción, con transparencia, con compromiso social y veracidad, pero también con oportunidad y liderazgo.

Cada una de estas medidas puede ayudar a retrasar la diseminación exponencial de un brote. La claridad y certidumbre son elementos críticos para preservar la confianza y disminuir la preocupación social.