/ martes 12 de octubre de 2021

Salud y bienestar | Salud y gobernanza

La gobernanza obedece a un proceso de toma de decisiones en políticas centralizadas, formuladas y coordinadas desde las máximas autoridades sanitarias federales, con una visión única de las políticas. Lo cierto es que la visión política no siempre es positiva. La toma de decisiones y políticas públicas en tiempos de pandemia ha sido controversial ¿Quién tiene la verdad absoluta? Nadie y todos a la vez, veamos.

Regularmente los altos mandos ejercen su poder para convocar a representantes del sistema sanitario y otros actores sociales, pero no todos los convocados acuden al llamado, lo cual denota un alcance de convocatoria diferenciado entre actores diversos y ocasionan un sesgo en la toma de decisiones y sus respectivos roces dada la diferencia de ideas, como es el caso de Jalisco, o Nuevo León, por mencionar un ejemplo.

La capacidad de respuesta ha representado, definitivamente un desafío global. “Jornadas de Sana Distancia”, “la Nueva Normalidad”, y el “Semáforo Epidemiológico”, son ejemplo de políticas públicas inmediatas para mitigar la pandemia con una evaluación sesgada por la voluntad de los actores, es decir, no todas las personas siguen estas indicaciones y/o medidas, ¿o sí?

La gobernanza y el fortalecimiento del mismo se definen por las acciones conjuntas de los sectores del sistema de salud diversos, de los sectores públicos y privado, y de la ciudadanía por un interés común. ¿Usted cree que sus diputados locales comprenden el escenario del que le comento? ¿Cree que comprendan el factor de impacto que pudiesen tener sus decisiones e implementación de políticas públicas? Yo tampoco.

A nivel internacional se ha reportado la relevancia de la gobernanza en las políticas como respuesta ante la epidemia, pero no se identificaron estudios de evaluación dado que son tardados y sesgados, y por ende, se desconoce en qué medida las decisiones inciden en contener la propagación de la enfermedad Covid-19.

La aproximación de la gobernanza en los sistemas de salud demanda tener un objeto delimitado, observable, reproducible y generalizable; es decir: tener claro el objetivo hacia dónde va dirigir la política pública. En México existe evidencia escasa sobre la gobernanza en el sistema de salud, su estructura segmentada en varios sectores y niveles de atención, el sistema confiere mayor complejidad al proceso de decisiones, por la interacción de múltiples actores, con intereses diversos y roles distintos.

El tema de medicamentos, capacidad instalada, beneficiarios, plantilla laboral entre otros, son temas que están ligados pero a su vez conformados con actores que no tienen nada que ver entre sí, lo sé se escucha complejo y así lo es tal cual.

En ocasiones la falla es tan simple con un daño colateral tan complejo que la causa fue sólo un “teléfono descompuesto”. Lo anterior representa un desafío mayor en un escenario cambiante en políticas públicas, como la pandemia actual.

Para fortalecer la gobernanza es necesario brindar mayor autonomía a los tomadores de decisión estatales, para formular y gestionar sus políticas, incorporar estrategias de manera coordinada y colaborativa tanto con actores federales, como con las organizaciones civiles, tan relevantes en este contexto. Incorporar actores sociales dentro del contexto local, como las organizaciones civiles, fortalece que las políticas sean integrales y sustentables a largo plazo, además de fomentar los valores de equidad, reciprocidad, corresponsabilidad y solidaridad. Este escenario de confianza incentivaría mayor compromiso y responsabilidad entre actores, fortalecería la transparencia y la rendición de cuentas.

De lo contrario, se infiere que existe una confusión en los niveles de responsabilidad de los tomadores de decisiones, y un alcance limitado en ellas, que incide en una respuesta parcial, tanto del sistema sanitario, como de la sociedad ante la Covid-19.

La gobernanza obedece a un proceso de toma de decisiones en políticas centralizadas, formuladas y coordinadas desde las máximas autoridades sanitarias federales, con una visión única de las políticas. Lo cierto es que la visión política no siempre es positiva. La toma de decisiones y políticas públicas en tiempos de pandemia ha sido controversial ¿Quién tiene la verdad absoluta? Nadie y todos a la vez, veamos.

Regularmente los altos mandos ejercen su poder para convocar a representantes del sistema sanitario y otros actores sociales, pero no todos los convocados acuden al llamado, lo cual denota un alcance de convocatoria diferenciado entre actores diversos y ocasionan un sesgo en la toma de decisiones y sus respectivos roces dada la diferencia de ideas, como es el caso de Jalisco, o Nuevo León, por mencionar un ejemplo.

La capacidad de respuesta ha representado, definitivamente un desafío global. “Jornadas de Sana Distancia”, “la Nueva Normalidad”, y el “Semáforo Epidemiológico”, son ejemplo de políticas públicas inmediatas para mitigar la pandemia con una evaluación sesgada por la voluntad de los actores, es decir, no todas las personas siguen estas indicaciones y/o medidas, ¿o sí?

La gobernanza y el fortalecimiento del mismo se definen por las acciones conjuntas de los sectores del sistema de salud diversos, de los sectores públicos y privado, y de la ciudadanía por un interés común. ¿Usted cree que sus diputados locales comprenden el escenario del que le comento? ¿Cree que comprendan el factor de impacto que pudiesen tener sus decisiones e implementación de políticas públicas? Yo tampoco.

A nivel internacional se ha reportado la relevancia de la gobernanza en las políticas como respuesta ante la epidemia, pero no se identificaron estudios de evaluación dado que son tardados y sesgados, y por ende, se desconoce en qué medida las decisiones inciden en contener la propagación de la enfermedad Covid-19.

La aproximación de la gobernanza en los sistemas de salud demanda tener un objeto delimitado, observable, reproducible y generalizable; es decir: tener claro el objetivo hacia dónde va dirigir la política pública. En México existe evidencia escasa sobre la gobernanza en el sistema de salud, su estructura segmentada en varios sectores y niveles de atención, el sistema confiere mayor complejidad al proceso de decisiones, por la interacción de múltiples actores, con intereses diversos y roles distintos.

El tema de medicamentos, capacidad instalada, beneficiarios, plantilla laboral entre otros, son temas que están ligados pero a su vez conformados con actores que no tienen nada que ver entre sí, lo sé se escucha complejo y así lo es tal cual.

En ocasiones la falla es tan simple con un daño colateral tan complejo que la causa fue sólo un “teléfono descompuesto”. Lo anterior representa un desafío mayor en un escenario cambiante en políticas públicas, como la pandemia actual.

Para fortalecer la gobernanza es necesario brindar mayor autonomía a los tomadores de decisión estatales, para formular y gestionar sus políticas, incorporar estrategias de manera coordinada y colaborativa tanto con actores federales, como con las organizaciones civiles, tan relevantes en este contexto. Incorporar actores sociales dentro del contexto local, como las organizaciones civiles, fortalece que las políticas sean integrales y sustentables a largo plazo, además de fomentar los valores de equidad, reciprocidad, corresponsabilidad y solidaridad. Este escenario de confianza incentivaría mayor compromiso y responsabilidad entre actores, fortalecería la transparencia y la rendición de cuentas.

De lo contrario, se infiere que existe una confusión en los niveles de responsabilidad de los tomadores de decisiones, y un alcance limitado en ellas, que incide en una respuesta parcial, tanto del sistema sanitario, como de la sociedad ante la Covid-19.