/ martes 10 de noviembre de 2020

Salud y bienestar | Semáforo y daltonismo

Reducir el número de contagios y el número de muertes por Covid-19, para proteger el derecho humano a la salud, es una responsabilidad directa de los gobiernos municipales, estatales y federales, cada uno en el ámbito de su competencia. Pero demeritar el cambio de color a semáforo naranja suena arriesgado por parte de la alcaldesa de Hermosillo.

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El poder público debe asumir su responsabilidad de establecer límites a la libertad que genera contagios, entendemos que urge una reactivación económica que no va como se esperaba, sin embargo, pagar el precio con más enfermos y más muertes, no es la solución más lógica.

Sigue sin entenderse que minorías irresponsables no usen cubrebocas, no respeten la sana distancia ni tomen en serio el resto de las medidas higiénicas, exponiendo a la mayoría de la población que intenta cuidarse al máximo.

La autoridad no puede hacer todo si la sociedad no coopera con la “nueva normalidad”. Sigue sin entenderse también que pese a los contagios, hospitalizados y lamentables fallecimientos sigan abarrotados lugares como las playas públicas y eventos sociales en lo que el sonorense no está dispuesto a perderse; sigue sin entenderse cómo los fines de semana se encuentran llenos lugares de esparcimiento en donde se ingieren bebidas alcohólicas y que hasta funcionarios, de esos que no estaban acostumbrados a facturar grandes cantidades, abarroten los espacios sin la más mínima medida precautoria.

Perdimos tiempo al no tomar las medidas antes de que llegara el virus, a pesar de ver lo que sucedía en Europa. Después del confinamiento en dicho continente la sociedad retomó sus actividades en forma casi normal, llenando los restaurantes y lugares turísticos, sin observar estrictamente las medidas del cubrebocas y la sana distancia.

Una vez más, estamos perdiendo tiempo valioso para entender que uno de los valores más importantes, como lo es la libertad, está supeditado al interés público de la vida de todos y la salud pública.

Los esfuerzos de las autoridades de salud que diariamente salen a decir que tengan cuidado y repitiendo hasta el cansancio las medidas, no han cobrado conciencia de realizar sólo las actividades estrictamente necesarias de la vida cotidiana y de preferencia mantenerse en sus hogares para darle la oportunidad a las personas que en verdad tienen necesidad de salir a buscar el sustento de sus familias.

Por otro lado, quienes salen, deben mantener, en todo momento y en la medida de lo posible, las medidas del uso adecuado del cubrebocas, la sana distancia, lavarse las manos, no tocarse la boca o los ojos, etc., incluso continuar en nuestros hogares con ciertas medidas para evitar el contagio de nuestros seres queridos.

Sin embargo, la crisis requiere un cambio de conductas a gran escala que favorezcan alinear el comportamiento humano con las recomendaciones de expertos en salud pública. Preocupa mucho que las autoridades sanitarias no comunican decisiones de forma clara y asertiva. Preocupa que cuestionen el color del semáforo y que promuevan el desacato a las medidas.

Es importante que la población entienda claramente los riesgos que enfrenta por su salud. Los jóvenes son un sector de la población al que se deben dirigir algunos mensajes directos y concretos, en especial para que sean conscientes y responsables, pues aspiran a mantener su vida social y tienen alto riesgo de contagiarse y de propagar el virus. No es momento de andar en fiestas ni en lugares concurridos mientras no tengamos acceso a la vacuna.

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Las medidas preventivas serán permanentes en tanto no exista una cura efectiva contra el Covid-19. Nos conviene a todos ser sensibles, sensatos y empáticos ante los riesgos crecientes de contagio. En nuestro país, se han contagiado los ciudadanos, el personal médico y de enfermería, los gobernantes, los políticos y los legisladores.

Queda en evidencia que nadie es inmune al virus. Somos el país que ha registrado a la fecha el mayor número de decesos entre el personal de salud a nivel mundial. Así que no es momento de ser daltónicos con el semáforo, a cuidarnos tod@s.

Reducir el número de contagios y el número de muertes por Covid-19, para proteger el derecho humano a la salud, es una responsabilidad directa de los gobiernos municipales, estatales y federales, cada uno en el ámbito de su competencia. Pero demeritar el cambio de color a semáforo naranja suena arriesgado por parte de la alcaldesa de Hermosillo.

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El poder público debe asumir su responsabilidad de establecer límites a la libertad que genera contagios, entendemos que urge una reactivación económica que no va como se esperaba, sin embargo, pagar el precio con más enfermos y más muertes, no es la solución más lógica.

Sigue sin entenderse que minorías irresponsables no usen cubrebocas, no respeten la sana distancia ni tomen en serio el resto de las medidas higiénicas, exponiendo a la mayoría de la población que intenta cuidarse al máximo.

La autoridad no puede hacer todo si la sociedad no coopera con la “nueva normalidad”. Sigue sin entenderse también que pese a los contagios, hospitalizados y lamentables fallecimientos sigan abarrotados lugares como las playas públicas y eventos sociales en lo que el sonorense no está dispuesto a perderse; sigue sin entenderse cómo los fines de semana se encuentran llenos lugares de esparcimiento en donde se ingieren bebidas alcohólicas y que hasta funcionarios, de esos que no estaban acostumbrados a facturar grandes cantidades, abarroten los espacios sin la más mínima medida precautoria.

Perdimos tiempo al no tomar las medidas antes de que llegara el virus, a pesar de ver lo que sucedía en Europa. Después del confinamiento en dicho continente la sociedad retomó sus actividades en forma casi normal, llenando los restaurantes y lugares turísticos, sin observar estrictamente las medidas del cubrebocas y la sana distancia.

Una vez más, estamos perdiendo tiempo valioso para entender que uno de los valores más importantes, como lo es la libertad, está supeditado al interés público de la vida de todos y la salud pública.

Los esfuerzos de las autoridades de salud que diariamente salen a decir que tengan cuidado y repitiendo hasta el cansancio las medidas, no han cobrado conciencia de realizar sólo las actividades estrictamente necesarias de la vida cotidiana y de preferencia mantenerse en sus hogares para darle la oportunidad a las personas que en verdad tienen necesidad de salir a buscar el sustento de sus familias.

Por otro lado, quienes salen, deben mantener, en todo momento y en la medida de lo posible, las medidas del uso adecuado del cubrebocas, la sana distancia, lavarse las manos, no tocarse la boca o los ojos, etc., incluso continuar en nuestros hogares con ciertas medidas para evitar el contagio de nuestros seres queridos.

Sin embargo, la crisis requiere un cambio de conductas a gran escala que favorezcan alinear el comportamiento humano con las recomendaciones de expertos en salud pública. Preocupa mucho que las autoridades sanitarias no comunican decisiones de forma clara y asertiva. Preocupa que cuestionen el color del semáforo y que promuevan el desacato a las medidas.

Es importante que la población entienda claramente los riesgos que enfrenta por su salud. Los jóvenes son un sector de la población al que se deben dirigir algunos mensajes directos y concretos, en especial para que sean conscientes y responsables, pues aspiran a mantener su vida social y tienen alto riesgo de contagiarse y de propagar el virus. No es momento de andar en fiestas ni en lugares concurridos mientras no tengamos acceso a la vacuna.

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Las medidas preventivas serán permanentes en tanto no exista una cura efectiva contra el Covid-19. Nos conviene a todos ser sensibles, sensatos y empáticos ante los riesgos crecientes de contagio. En nuestro país, se han contagiado los ciudadanos, el personal médico y de enfermería, los gobernantes, los políticos y los legisladores.

Queda en evidencia que nadie es inmune al virus. Somos el país que ha registrado a la fecha el mayor número de decesos entre el personal de salud a nivel mundial. Así que no es momento de ser daltónicos con el semáforo, a cuidarnos tod@s.