/ martes 26 de enero de 2021

Salud y bienestar | Una bocanada de oxígeno

La saturación y el peregrinar en los hospitales, ha sido un problema que pareciera no preocupar a la población que gusta de seguir actuando como si nada pasara. Sin embargo los lugares con espacio para los enfermos de Covid-19, y la angustiante búsqueda de tanques de oxígeno, que están muy escasos, que cuestan horas de fila, de riesgos de contagio y sumas importantes de dinero para cada familia, nos pintan un escenario que puede marcar los primeros meses del año, como los meses más letales de toda la pandemia.

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Ninguna pandemia a lo largo de la historia de la humanidad fue tan fulminante y de tal magnitud. Desde el 31 de diciembre de 2019 y hasta el 28 de abril de 2020, se han notificado 2 millones 982 mil 688 casos de Covid-19 (de acuerdo con las definiciones de casos aplicados y las estrategias de prueba en los países afectados), incluidas 210 193 muertes.

Hemos visto cómo ante la escasez del mismo los precios se disparan 5 a 10 veces, hemos visto que ante el déficit comercial, y la poca producción del oxígeno medicinal, los hospitales comienzan a prescindir de este valioso insumo. En la larga espera de que el plan de vacunación deje de ser sólo un spot, la rapiña hace de las suyas en el mercado negro del oxígeno, en el plan gubernamental de vacunación con inocultables afanes proselitistas se deja ver la tardanza de la Cofece para probar si Infra, CryoInfra y Praxair incurren en prácticas monopólicas, empresas que en la pandemia, como lo señaló esta semana el diputado Ramírez Cuéllar, han acumulado ganancias por más de mil 777 millones de pesos con la venta de oxígeno al Gobierno.

El Gobierno parece estar más preocupado por la propaganda electoral que por la salud del mexicano. Por un lado se niega a suspender la llamada “mañanera” debido a que la ley no se lo permite, pero ¿qué esperábamos con alguien que ya mandó al diablo las instituciones?

Por otro lado un burdo pleito contra los órganos autónomos ha generado un encono que nada abona a la situación de emergencia que vive el país. El verdadero problema no es ese sino la salud y la inseguridad que vivimos actualmente y el círculo vicioso que esto genera. Lo vimos la semana pasada con los “siervos de la nación” en donde los funcionarios declaraban estar al pendiente en los hospitales y coordinar brigadas, pero lo único que han estado haciendo es asegurar el control político y asegurar los programas sociales. Pero ese es otro tema.

La inseguridad que domina gran parte del país alcanzo al Sur del Estado la semana pasada, ante la falta de oxígeno disponible para pacientes que se recuperan en su domicilio, un grupo de hombres armados asaltaron a punta de pistola al personal médico de un hospital, llevándose siete tanques de oxígeno medicinal que se utilizan para pacientes Covid-19. Posteriormente autoridades así como la Guardia Nacional acudieron a las instalaciones del mismo para asegurar el nosocomio (ya pa`que, diríamos por acá) curiosamente días después fueron encontrados ya vacíos en un camino de terracería en las afueras de la ciudad. ¿Será el único caso? Lamentablemente no. ¿Cómo contradecir el discurso oficial de que hemos carecido de la garantía de servicios de salud de calidad?

Hoy estamos comprobando que ni el combate a la corrupción en las compras del Sector Salud ni las buenas intenciones del Insabi ni la eliminación de los fideicomisos ni el recorte presupuestal a los estados ni la austeridad son garantía de un mejor gobierno. México esta sufriendo de la asfixia por la falta de atención a la salud que se nos prometió y que se nos comparó incluso con países nórdicos. Sufre por la falta de vacunas, acaparadores y todavía donaciones que el ejecutivo hace a países “más pobres” descuidando incluso a personal de primera línea en su segunda dosis para lograr una mejor inmunidad.

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El descuido a salud asfixia también a los pacientes oncológicos que todavía sufren la falta de medicamentos y que no han recibido respuesta. Hoy el sistema de salud requiere al igual que muchos, una bocanada de oxígeno.

La saturación y el peregrinar en los hospitales, ha sido un problema que pareciera no preocupar a la población que gusta de seguir actuando como si nada pasara. Sin embargo los lugares con espacio para los enfermos de Covid-19, y la angustiante búsqueda de tanques de oxígeno, que están muy escasos, que cuestan horas de fila, de riesgos de contagio y sumas importantes de dinero para cada familia, nos pintan un escenario que puede marcar los primeros meses del año, como los meses más letales de toda la pandemia.

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Ninguna pandemia a lo largo de la historia de la humanidad fue tan fulminante y de tal magnitud. Desde el 31 de diciembre de 2019 y hasta el 28 de abril de 2020, se han notificado 2 millones 982 mil 688 casos de Covid-19 (de acuerdo con las definiciones de casos aplicados y las estrategias de prueba en los países afectados), incluidas 210 193 muertes.

Hemos visto cómo ante la escasez del mismo los precios se disparan 5 a 10 veces, hemos visto que ante el déficit comercial, y la poca producción del oxígeno medicinal, los hospitales comienzan a prescindir de este valioso insumo. En la larga espera de que el plan de vacunación deje de ser sólo un spot, la rapiña hace de las suyas en el mercado negro del oxígeno, en el plan gubernamental de vacunación con inocultables afanes proselitistas se deja ver la tardanza de la Cofece para probar si Infra, CryoInfra y Praxair incurren en prácticas monopólicas, empresas que en la pandemia, como lo señaló esta semana el diputado Ramírez Cuéllar, han acumulado ganancias por más de mil 777 millones de pesos con la venta de oxígeno al Gobierno.

El Gobierno parece estar más preocupado por la propaganda electoral que por la salud del mexicano. Por un lado se niega a suspender la llamada “mañanera” debido a que la ley no se lo permite, pero ¿qué esperábamos con alguien que ya mandó al diablo las instituciones?

Por otro lado un burdo pleito contra los órganos autónomos ha generado un encono que nada abona a la situación de emergencia que vive el país. El verdadero problema no es ese sino la salud y la inseguridad que vivimos actualmente y el círculo vicioso que esto genera. Lo vimos la semana pasada con los “siervos de la nación” en donde los funcionarios declaraban estar al pendiente en los hospitales y coordinar brigadas, pero lo único que han estado haciendo es asegurar el control político y asegurar los programas sociales. Pero ese es otro tema.

La inseguridad que domina gran parte del país alcanzo al Sur del Estado la semana pasada, ante la falta de oxígeno disponible para pacientes que se recuperan en su domicilio, un grupo de hombres armados asaltaron a punta de pistola al personal médico de un hospital, llevándose siete tanques de oxígeno medicinal que se utilizan para pacientes Covid-19. Posteriormente autoridades así como la Guardia Nacional acudieron a las instalaciones del mismo para asegurar el nosocomio (ya pa`que, diríamos por acá) curiosamente días después fueron encontrados ya vacíos en un camino de terracería en las afueras de la ciudad. ¿Será el único caso? Lamentablemente no. ¿Cómo contradecir el discurso oficial de que hemos carecido de la garantía de servicios de salud de calidad?

Hoy estamos comprobando que ni el combate a la corrupción en las compras del Sector Salud ni las buenas intenciones del Insabi ni la eliminación de los fideicomisos ni el recorte presupuestal a los estados ni la austeridad son garantía de un mejor gobierno. México esta sufriendo de la asfixia por la falta de atención a la salud que se nos prometió y que se nos comparó incluso con países nórdicos. Sufre por la falta de vacunas, acaparadores y todavía donaciones que el ejecutivo hace a países “más pobres” descuidando incluso a personal de primera línea en su segunda dosis para lograr una mejor inmunidad.

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El descuido a salud asfixia también a los pacientes oncológicos que todavía sufren la falta de medicamentos y que no han recibido respuesta. Hoy el sistema de salud requiere al igual que muchos, una bocanada de oxígeno.