/ lunes 8 de julio de 2019

Sin medias tintas | Cuiden a Claudia... a 3 años

A tres años del texto Cuiden a Claudia que su servidor publicara en este mismo espacio, muchas cosas han cambiado en Sonora y en el país. En aquel entonces, intenté manifestar mi preocupación de que la administración pública del Estado no siguiera los pasos del hoy tristemente célebre Nuevo Sonora, puesto que los sonorenses terminamos asqueados de la evidente y publicitada corrupción.

Del 2012 al 2015, el mal manejo del erario se veía por todo Sonora, y en cada acto de gobierno quedaban de manifiesto oscuros intereses, muy alejados del bien común —entendiéndose como la generación de oportunidades y de bienestar para todos—.

El nuevo gobierno propuso romper con esas prácticas malsanas y obtuvo en las urnas un amplio respaldo social. Le fue hasta cierto punto fácil al PRI terminar con la alternancia; bastó con mostrar sólo algunas de las múltiples evidencias de la corrupción padresista. La animadversión se la ganaron a pulso; se vieron cegados por el hambre de poder que alcanzaron y se olvidaron de los sonorenses.

Hoy el contexto es otro. Por un lado, Claudia Pavlovich terminará la administración en el 2021 con un Gobierno federal distinto al de los tres primeros años, que como demostró en Puebla y Baja California le entiende muy bien a las cuestiones electorales, y en cuyas acciones se evidencia un obstinado interés por perpetuarse para garantizar la culminación de la cuarta transformación.

Por el otro, se enfrenta a un Congreso con mayoría opositora, con más capacidad de decidir que de analizar, y a un grupo político de oportunistas que ha visto en Morena una tabla de salvación para seguir manteniendo influencia y no alejarse de los negocios, concentrando su actuación principalmente en los municipios.

Si alguien dijera que el Nuevo Sonora hace operación política a través de Morena en Sonora, pecarían de ilusos si no le creyeran; pero más se pecaría de insulsos si se cierran los ojos ante esa posibilidad, sobre todo porque en los negocios la única lealtad es al dinero, máxime si se cree tener el suficiente poder para capearse la justicia, o tener poco interés por el señalamiento político.

Así, estos dos años venideros deberán ser de definiciones tajantes, que antepongan el interés por continuar hacia un camino de recuperación de la confianza de los sonorenses en su gobierno tras seis años perdidos.

Serán dos años difíciles seguramente, con problemas económicos para la operación gubernamental (El método más sencillo para debilitar a cualquier Estado es reducir o atrasar las participaciones federales, y el interés de Morena por hacerse de más gobiernos estatales no termina todavía).

Serán dos años donde seguramente se deberán tomar decisiones dolorosas para sacrificar programas, de no dar cuartel a la impunidad y de redoblar esfuerzos por entregar cuentas muy claras de los gastos y obras realizadas. Si bien los informes de la Auditoría Superior de la Federación colocan a Sonora en primer lugar en transparencia de gasto federalizado, las estrategias propagandísticas tipo NewSon pueden resurgir para dañar.

La sociedad no espera ver el anquilosamiento de la política, sino que espera más ojos y atención a sus problemas. Espera ver una competencia encarnizada por la resolución de las problemáticas sociales y del bienestar de todos, y no una lucha encarnizada por el poder. Todavía se está a tiempo. Ojalá y se tomen buenas decisiones.

A tres años del texto Cuiden a Claudia que su servidor publicara en este mismo espacio, muchas cosas han cambiado en Sonora y en el país. En aquel entonces, intenté manifestar mi preocupación de que la administración pública del Estado no siguiera los pasos del hoy tristemente célebre Nuevo Sonora, puesto que los sonorenses terminamos asqueados de la evidente y publicitada corrupción.

Del 2012 al 2015, el mal manejo del erario se veía por todo Sonora, y en cada acto de gobierno quedaban de manifiesto oscuros intereses, muy alejados del bien común —entendiéndose como la generación de oportunidades y de bienestar para todos—.

El nuevo gobierno propuso romper con esas prácticas malsanas y obtuvo en las urnas un amplio respaldo social. Le fue hasta cierto punto fácil al PRI terminar con la alternancia; bastó con mostrar sólo algunas de las múltiples evidencias de la corrupción padresista. La animadversión se la ganaron a pulso; se vieron cegados por el hambre de poder que alcanzaron y se olvidaron de los sonorenses.

Hoy el contexto es otro. Por un lado, Claudia Pavlovich terminará la administración en el 2021 con un Gobierno federal distinto al de los tres primeros años, que como demostró en Puebla y Baja California le entiende muy bien a las cuestiones electorales, y en cuyas acciones se evidencia un obstinado interés por perpetuarse para garantizar la culminación de la cuarta transformación.

Por el otro, se enfrenta a un Congreso con mayoría opositora, con más capacidad de decidir que de analizar, y a un grupo político de oportunistas que ha visto en Morena una tabla de salvación para seguir manteniendo influencia y no alejarse de los negocios, concentrando su actuación principalmente en los municipios.

Si alguien dijera que el Nuevo Sonora hace operación política a través de Morena en Sonora, pecarían de ilusos si no le creyeran; pero más se pecaría de insulsos si se cierran los ojos ante esa posibilidad, sobre todo porque en los negocios la única lealtad es al dinero, máxime si se cree tener el suficiente poder para capearse la justicia, o tener poco interés por el señalamiento político.

Así, estos dos años venideros deberán ser de definiciones tajantes, que antepongan el interés por continuar hacia un camino de recuperación de la confianza de los sonorenses en su gobierno tras seis años perdidos.

Serán dos años difíciles seguramente, con problemas económicos para la operación gubernamental (El método más sencillo para debilitar a cualquier Estado es reducir o atrasar las participaciones federales, y el interés de Morena por hacerse de más gobiernos estatales no termina todavía).

Serán dos años donde seguramente se deberán tomar decisiones dolorosas para sacrificar programas, de no dar cuartel a la impunidad y de redoblar esfuerzos por entregar cuentas muy claras de los gastos y obras realizadas. Si bien los informes de la Auditoría Superior de la Federación colocan a Sonora en primer lugar en transparencia de gasto federalizado, las estrategias propagandísticas tipo NewSon pueden resurgir para dañar.

La sociedad no espera ver el anquilosamiento de la política, sino que espera más ojos y atención a sus problemas. Espera ver una competencia encarnizada por la resolución de las problemáticas sociales y del bienestar de todos, y no una lucha encarnizada por el poder. Todavía se está a tiempo. Ojalá y se tomen buenas decisiones.