/ lunes 9 de septiembre de 2019

Sin medias tintas | El crisol de las mentiras

Lejos, muy lejos de la verdad y la realidad, están las expresiones totalitarias tales como “ya no hay corrupción en México”, “no hay desabasto de medicinas”, o “la gente está feliz, feliz, feliz”. No existen las administraciones perfectas, y esas expresiones implicarían la existencia de una.

Todas esas frases entran en un crisol de publicidad tendiente a engañar a la sociedad. Cuestión de la que no debemos asustarnos, puesto que es una práctica recurrente de los gobiernos desde su aparición como tales.

Los nuevos regímenes en el mundo se enfrentan a una sociedad cada vez más informada; pero no bien informada, así que mentirle a los gobernados y lograr la aceptación social es relativamente fácil si la emoción supera a la razón.

No hay un solo país en el mundo sin corrupción. Sí existen países que presumen de tener los más bajos índices de percepción de la corrupción (Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia); pero ninguno se animaría a decir que la exterminaron.

De hecho México está en el lugar 138 de 180, según la medición del 2018 de Transparencia Internacional. Y en un año superar 137 lugares para llegar al primero, hace que la frase de “ya no hay corrupción” suene a demagogia. Si Singapur, donde la corrupción en la administración pública se castiga con la muerte, está en el lugar número 3, entonces saque sus conclusiones.

No demerito las buenas intenciones del nuevo régimen, pero sí debemos como ciudadanos evidenciar las mentiras y oponernos a que sus prácticas sean similares a las que criticábamos; por eso los elegimos, para arreglar las cosas.

Y es que la forma como se está gestando la gobernanza del país nos debería preocupar en serio, porque ya son muchos los casos donde queda clara la incapacidad más que la preparación para ser un buen Gobierno.

Los datos ahí están: Prácticamente nulo crecimiento económico, el inicio de sexenio más violento de los últimos años, miles de millones de pesos desperdiciados, etcétera. “Los otros datos” son la cuestión pues, como actos de fe, se creen por la emoción.

¿Estaremos preparados para cuando llegue el golpe de la realidad?

El Estado sí se está preparando al beneficiar a millones de personas con la supuesta riqueza del país. Hasta el momento ha sabido capear bien los escándalos de corrupción y ninguno de ellos ha prendido en la sociedad al grado de desencantar a la mayoría. Es obvio que sí le ha afectado, si comparamos el nivel de aceptación del nuevo gobierno del 1 de diciembre del 2018 a la fecha; pero hasta ahí. Se encuentra dentro de la pérdida normal posterior a la algarabía del triunfo.

La sociedad sin embargo no está preparada; le falta organización. El Estado lo sabe y hará lo imposible por evitarla, y uno de los pasos que dio precisamente para desactivarla fue eliminar los apoyos a las organizaciones no gubernamentales.

Si hasta al crimen se le denomina “organizado”, ¿por qué la sociedad no lo hace?

No es fácil. Se requiere de capacidad y compromiso por lo que se lucha y, si es necesario, darlo todo por alcanzar el objetivo. Aunque la lucha lleve 18 años, tres elecciones e implique sobrevivir con 200 pesos durante ese tiempo.

¿Ve a lo que me refiero?

Lejos, muy lejos de la verdad y la realidad, están las expresiones totalitarias tales como “ya no hay corrupción en México”, “no hay desabasto de medicinas”, o “la gente está feliz, feliz, feliz”. No existen las administraciones perfectas, y esas expresiones implicarían la existencia de una.

Todas esas frases entran en un crisol de publicidad tendiente a engañar a la sociedad. Cuestión de la que no debemos asustarnos, puesto que es una práctica recurrente de los gobiernos desde su aparición como tales.

Los nuevos regímenes en el mundo se enfrentan a una sociedad cada vez más informada; pero no bien informada, así que mentirle a los gobernados y lograr la aceptación social es relativamente fácil si la emoción supera a la razón.

No hay un solo país en el mundo sin corrupción. Sí existen países que presumen de tener los más bajos índices de percepción de la corrupción (Dinamarca, Nueva Zelanda, Finlandia); pero ninguno se animaría a decir que la exterminaron.

De hecho México está en el lugar 138 de 180, según la medición del 2018 de Transparencia Internacional. Y en un año superar 137 lugares para llegar al primero, hace que la frase de “ya no hay corrupción” suene a demagogia. Si Singapur, donde la corrupción en la administración pública se castiga con la muerte, está en el lugar número 3, entonces saque sus conclusiones.

No demerito las buenas intenciones del nuevo régimen, pero sí debemos como ciudadanos evidenciar las mentiras y oponernos a que sus prácticas sean similares a las que criticábamos; por eso los elegimos, para arreglar las cosas.

Y es que la forma como se está gestando la gobernanza del país nos debería preocupar en serio, porque ya son muchos los casos donde queda clara la incapacidad más que la preparación para ser un buen Gobierno.

Los datos ahí están: Prácticamente nulo crecimiento económico, el inicio de sexenio más violento de los últimos años, miles de millones de pesos desperdiciados, etcétera. “Los otros datos” son la cuestión pues, como actos de fe, se creen por la emoción.

¿Estaremos preparados para cuando llegue el golpe de la realidad?

El Estado sí se está preparando al beneficiar a millones de personas con la supuesta riqueza del país. Hasta el momento ha sabido capear bien los escándalos de corrupción y ninguno de ellos ha prendido en la sociedad al grado de desencantar a la mayoría. Es obvio que sí le ha afectado, si comparamos el nivel de aceptación del nuevo gobierno del 1 de diciembre del 2018 a la fecha; pero hasta ahí. Se encuentra dentro de la pérdida normal posterior a la algarabía del triunfo.

La sociedad sin embargo no está preparada; le falta organización. El Estado lo sabe y hará lo imposible por evitarla, y uno de los pasos que dio precisamente para desactivarla fue eliminar los apoyos a las organizaciones no gubernamentales.

Si hasta al crimen se le denomina “organizado”, ¿por qué la sociedad no lo hace?

No es fácil. Se requiere de capacidad y compromiso por lo que se lucha y, si es necesario, darlo todo por alcanzar el objetivo. Aunque la lucha lleve 18 años, tres elecciones e implique sobrevivir con 200 pesos durante ese tiempo.

¿Ve a lo que me refiero?