/ lunes 14 de enero de 2019

Sin Medias Tintas | Los actos de fe

(...) Dios puso a prueba a Abraham: (v. 1)

«Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moriá, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré». (v. 2)

(...)
Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: «¡Padre!». El respondió: «Sí, hijo mío». «Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?». (v. 7)

«Dios proveerá el cordero para el holocausto», respondió Abraham. (v.8)

Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. (v. 9)

Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. (v. 10)

Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo. (v. 11)

Y el ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único». (v. 12)

Eso dice la Biblia acerca del acto de fe de Abraham, a quien Dios bendijo para que su descendencia poblara el mundo.

El de Abraham es un acto de fe porque se trata de una creencia, no está sustentada en pruebas; es decir, Dios le habló (sin testigos) para pedirle el sacrificio de su único hijo. De hecho, creer el relato también es un acto de fe, porque solo tenemos los textos de la Biblia para sustentarlo, así que depende de cada quien el creerlo o no.

Así están las cosas también de lo que está sucediendo en el país con el asunto del desabasto de gasolina que se vive en algunos estados del centro, como Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Aguascalientes, Morelos, Puebla, Hidalgo, Estado de México y Ciudad de México, por citar algunos. A los pobladores se les ha pedido “confianza” e incluso se ha invocado el patriotismo, como conducta para atender la contingencia por el desabasto de combustibles provocado por la lucha en contra del llamado huachicol (ordeña de ductos).

Sin embargo, el Gobierno de México no ha presentado evidencia alguna de que la estrategia esté funcionando; solo sabemos lo que el presidente dice cada mañana, y hasta ahí. Pero no hay pruebas, solo dichos.

Sin duda que debe enfrentarse el problema del robo de combustible, pero cuando una buena idea de esas se traduce en una estrategia que afecta a la población, pasa a ser una idea con buenas intenciones. Los ciudadanos no tienen por qué sufrir las consecuencias de una mala implementación o falta de previsión.

Las implicaciones por el desabasto de gasolina pueden ser mayúsculas, y la verdad espero que el Gobierno de México haya tomado sus previsiones al respecto, porque si no, puede provocar pérdidas que motiven movimientos inflacionarios. En otras palabras, un incremento en los costos de los productos y servicios.

La polarización entre los defensores y detractores de la medida se funde en las redes sociales con los argumentos de descalificaciones personales, llegando incluso a decirse que el actuar del presidente debe verse como un acto de fe.

Tengamos bien claras nuestras reservas ante semejantes “argumentaciones”, porque tal afirmación implicaría la existencia de un Ser Superior, una religión o un dogma… y de eso, Hitler, Stalin y Mussolini podrían darnos clases.

(...) Dios puso a prueba a Abraham: (v. 1)

«Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac; ve a la región de Moriá, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te indicaré». (v. 2)

(...)
Isaac rompió el silencio y dijo a su padre Abraham: «¡Padre!». El respondió: «Sí, hijo mío». «Tenemos el fuego y la leña, continuó Isaac, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?». (v. 7)

«Dios proveerá el cordero para el holocausto», respondió Abraham. (v.8)

Abraham erigió un altar, dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña. (v. 9)

Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. (v. 10)

Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo. (v. 11)

Y el ángel le dijo: «No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único». (v. 12)

Eso dice la Biblia acerca del acto de fe de Abraham, a quien Dios bendijo para que su descendencia poblara el mundo.

El de Abraham es un acto de fe porque se trata de una creencia, no está sustentada en pruebas; es decir, Dios le habló (sin testigos) para pedirle el sacrificio de su único hijo. De hecho, creer el relato también es un acto de fe, porque solo tenemos los textos de la Biblia para sustentarlo, así que depende de cada quien el creerlo o no.

Así están las cosas también de lo que está sucediendo en el país con el asunto del desabasto de gasolina que se vive en algunos estados del centro, como Guanajuato, Jalisco, Querétaro, Aguascalientes, Morelos, Puebla, Hidalgo, Estado de México y Ciudad de México, por citar algunos. A los pobladores se les ha pedido “confianza” e incluso se ha invocado el patriotismo, como conducta para atender la contingencia por el desabasto de combustibles provocado por la lucha en contra del llamado huachicol (ordeña de ductos).

Sin embargo, el Gobierno de México no ha presentado evidencia alguna de que la estrategia esté funcionando; solo sabemos lo que el presidente dice cada mañana, y hasta ahí. Pero no hay pruebas, solo dichos.

Sin duda que debe enfrentarse el problema del robo de combustible, pero cuando una buena idea de esas se traduce en una estrategia que afecta a la población, pasa a ser una idea con buenas intenciones. Los ciudadanos no tienen por qué sufrir las consecuencias de una mala implementación o falta de previsión.

Las implicaciones por el desabasto de gasolina pueden ser mayúsculas, y la verdad espero que el Gobierno de México haya tomado sus previsiones al respecto, porque si no, puede provocar pérdidas que motiven movimientos inflacionarios. En otras palabras, un incremento en los costos de los productos y servicios.

La polarización entre los defensores y detractores de la medida se funde en las redes sociales con los argumentos de descalificaciones personales, llegando incluso a decirse que el actuar del presidente debe verse como un acto de fe.

Tengamos bien claras nuestras reservas ante semejantes “argumentaciones”, porque tal afirmación implicaría la existencia de un Ser Superior, una religión o un dogma… y de eso, Hitler, Stalin y Mussolini podrían darnos clases.